Leonardo Boff
El 19 de septiembre el juez Vallisney
Oliveira del 10 Tribunal Federal de Brasilia dio curso a la denuncia
del Ministerio Público Federal contra el expresidente Lula y contra
Gilberto Carvalho pretendiendo haber visto indicios de corrupción
pasiva bajo la alegación de haber recibido el PT una propina de 6
millones de reales para reeditar la Medida Provisional 471 de 2009
que extendía beneficios fiscales a montadores del sector
automovilístico en el Centro-Oeste y Nordeste.
Curiosamente esta Medida Provisional
tuvo como autor al expresidente Fernando Henrique Cardoso en el año
1999, relatada en la Cámara por José Carlos Aleluia (DEM) y en el
Senado por César Borges (PFL). Fue aprobada por todos los partidos.
El sentido era descentralizar la producción de automóviles y crear
un gran número de empleos. Efectivamente entre 2002-2013 el número
de puestos de trabajo pasó de 291.244 a 532.364.
No tomo la defensa del ex Presidente
Lula porque ya lo harán abogados competentes. Me restrinjo a un
testimonio sobre la persona de Gilberto Carvalho. Nos conocimos hace
muchos años en el trabajo con las Comunidades de Base, en la
Pastoral Obrera, en los estudios de teología en Curitiba, en los
encuentros de Fe y Política. Vivió en una favela muy pobre de la
ciudad, después trabajó en una fábrica de plásticos y en una
metalúrgica. Hace unos 30 años trabó con Lula una amistad de
verdaderos hermanos. Ayudó a fundar el PT. Elegido presidente, Lula
lo nombró, en los dos mandatos, Ministro-Jefe de la Secretaría
General de la Presidencia de la República. Acompañó al
expresidente en todos los momentos de realizaciones y tribulaciones
por las que pasó. En el cargo se desempeñó siempre con discreción
y con gran sentido de equidad. Se distinguió por ser el interlocutor
mejor aceptado por los movimientos sociales, la Iglesia Católica y
otros sectores religiosos. Dedicaba especial cariño a los
recolectores de material reciclable y a los indígenas.
Todos lo conocen por su serenidad e
incansable capacidad de escuchar y de buscar junto con otros los
caminos más viables. Los que lo conocemos de cerca, testimoniamos
con sinceridad el alto aprecio que confiere al mundo espiritual.
Cuántos fines de semana pasó en el monasterio de los benedictinos
en Goiás Viejo en oración humilde y larga meditación, pidiendo al
Espíritu luces para servir bien al pueblo de su país, especialmente
a los más humillados y ofendidos.
Siempre fue un hombre pobre. Con la
venta de un apartamento que tenía en São Paulo ha adquirido una
pequeña finca cerca de Brasilia y da gusto ver con que cuidado
ecológico trata a las gallinas que le dan huevos para toda la
familia, los frutales y cada planta de maíz. Nunca se aprovechó del
alto cargo que ocupó en la República.
Por eso entendemos su “revuelta e
indignación” contra la absurda denuncia hecha por el MPF y
admitida por el juez federal Vallisney Oliveira de Brasilia. En su
nota de 19 de septiembre, Gilberto Carvalho escribió: «Es
importante señalar que no existe ninguna base de pruebas, sino
deducciones e interpretaciones forzadas de hechos... Ni el Presidente
Lula ni yo tuvimos ninguna aproximación con este tipo de mala
conducta con que nos quieren estigmatizar».
Tal vez el tema final de su nota diga
mucho de su personalidad en quien vemos signos de virtudes humanas en
grado eminente: «Recibo esta denuncia en el mismo momento en que me
veo obligado a vender el apartamento en el que vivía, y que había
adquirido recientemente, por no conseguir pagar la financiación. He
pasado a vivir en una casa alquilada. Pero, no son acusaciones de
esta naturaleza las que van a quitarme el honor y la dignidad de una
conciencia serena y sin miedos”.
Las Escrituras hablan a menudo de
jueces que apresuradamente levantan sospechas sobre los justos,
cuando no los condenan. En Brasilia se lleva a cabo el intento
malévolo de condenar a un hombre honrado y justo.
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