Marcos Roitman
La situación que vive hoy México es
el resultado de más de treinta años de políticas neoliberales, que
no solo han traído autoritarismo y exclusión social, sino que
también han abierto la puerta a la narco-política.
Tanto el PRI como el PAN son
cómplices de esta situación a la que se enfrenta hoy la
movilización ciudadana.
Las protestas, manifestaciones de
estudiantes, marchas y la solidaridad de todo el pueblo mexicano
exigiendo el fin de la violencia y la aparición con vida de los 43
estudiantes desaparecidos en Ayotzinapa han paralizado el país. Las
voces pidiendo la dimisión del presidente Enrique Peña Nieto
muestran un gobierno incapaz de revertir el descrédito en el cual
han caído las principales instituciones del Estado.
Mientras tanto,
la clase política -cuyo ideario neoliberal compromete a los tres
grandes partidos, PRI, PAN y PRD, y a sus aliados menores- prefiere
enrocarse con un discurso grandilocuente de éxitos privatizadores y
su lucha contra el narcotráfico. Desde hace treinta años, el
neoliberalismo es el mantra con el cual gobiernan el PRI y el PAN,
tándem conocido como PRIAN.
Fue Miguel de la Madrid, presidente
entre 1982-1988, quien abrió las puertas a la reforma neoliberal del
Estado, promoviendo la apertura comercial-financiera y la
descentralización, desregulación y privatización del sector
público. La revolución mexicana fue perdiendo identidad. El
antiimperialismo y el nacionalismo revolucionario se trasformaron en
sumisión a Estados Unidos. Mientras tanto, el régimen político
conservaba los mecanismos de control de un Estado autoritario. La
guerra sucia, el fraude electoral, el cohecho, el crimen político y
la censura fueron las armas preferidas para detener la protesta
social y la crítica política. En un acto de claudicación de
soberanía, De la Madrid cedió parte del territorio a los Estados
Unidos para ser utilizado por la CIA, la DEA, el FBI, el Pentágono y
el Departamento de Estado en la lucha contra el narcotráfico, dentro
de la estrategia de guerras de baja intensidad diseñada por la
administración Reagan.
El narcotráfico se trasformó en un
problema de seguridad nacional. Tanto la policía como los organismos
civiles y judiciales fueron desplazados por las fuerzas armadas. Una
visión global y hegemónica de lucha contra el terrorismo y el
narcotráfico se adueñó del escenario. El pacto entre poder
político y el crimen organizado, que en México suponía el acuerdo
de no interferir en la política de forma directa a cambio de que el
poder político hiciera la vista gorda, se rompió. El comercio,
tráfico y producción de coca, marihuana y amapola puso a México en
la ruta del lavado de dinero y financiación de la contrarrevolución
en Centroamérica y el Caribe.
El dinero entró a raudales,
impulsando la compra de senadores, gobernadores, diputados, policías,
militares, jueces o empresarios. En el año 2000, concluida la
hegemonía del PRI tras setenta años de gobierno ininterrumpido, la
narcopolítica permeaba el conjunto de la estructura social y de
poder. El triunfo electoral de Vicente Fox, perteneciente al Partido
de Acción Nacional (PAN), organización católica, conservadora en
lo político y liberal cayó en los brazos de la narcopolítica.
Carlos Salinas de Gortari candidato
del PRI a las presidenciales de 1988 hizo trizas su organización
política. Su marcada ideología neoliberal irritó al sector
nacionalista, que abandonó el partido. En medio de una profunda
crisis de legitimidad, la sociedad civil levantó la candidatura de
Cuauhtémoc Cárdenas. En ella confluyen las fuerzas progresistas y
de izquierda. Exgobernador por el PRI en el Estado de Michoacán e
hijo del general Lázaro Cárdenas, quien nacionalizó el petróleo y
las riquezas naturales en 1938, suponía un riesgo para nueva alianza
entre México y Estados Unidos. El fraude electoral le privó de ser
presidente.
Entonces, Salinas de Gortari se
proclama ganador, profundizando las reformas neoliberales:
privatización, desregulación, desnacionalización, flexibilidad
laboral y cambios constitucionales. Entre los años 1990 y 1994, los
cárteles colombianos realizan un acuerdo con los clanes mexicanos
para el trasporte de cocaína a Estados Unidos por la frontera norte.
Toneladas de coca pasaron por túneles fronterizos. Estados como
Michoacán, Guerrero, Nuevo León, Sinaloa, Tabasco o el Distrito
Federal iran consolidando sus clanes. La lucha por la hegemonía
desatará guerras y la creación de grupos paramilitares. Mientras,
las víctimas de la narcopolítica van dejando un reguero de sangre.
La militarización crece y las mafias emergentes al amparo del
narcotráfico consolidan su poder. Negocian, llegan a acuerdos con
los partidos y establecen fronteras de actuación.
Las protestas ante la criminalización
de los movimientos sociales, considerados terroristas, se
generalizan. La legitimidad del gobierno de Salinas de Gortari es
cuestionada. La sombra del fraude le persigue. Aumenta la represión
sobre sindicatos, estudiantes, pueblos originarios y el movimiento
campesino. Casi al final de su mandato, el 1 de enero de 1994 entra
en vigor el Tratado de Libre Comercio. Pero la noche del 31 de
diciembre se produce el alzamiento del EZLN. México ya no será el
mismo. La presencia del EZLN supuso un giro en la política interna:
la lucha contra el neoliberalismo y en defensa de la humanidad.
La narcopolítica sigue su andadura.
El asesinato del candidato presidencial del PRI Donaldo Colosio en
plena campaña, el 23 de marzo de 1994, y pocos meses después, el 28
de septiembre de 1994, el de Francisco Ruiz Massieu, secretario
general del PRI, ponen de manifiesto la podredumbre de la
nomenclatura priista.
La lucha contra "narcoterrorismo"
marca la agenda política. Una nueva derrota del candidato Cuauhtémoc
Cárdenas a manos del PRI encumbra a la primera magistratura al
neoliberal, Ernesto Zedillo (1994-2000). Será el último presidente
del PRI en el siglo XX. Profundizó la intervención de las fuerzas
armadas en la lucha contra el narcotráfico. Su gobierno se vió
inmerso en crímenes de lesa humanidad al haber planeado la matanza
de Acteal en 1997.
Los setenta años de gobierno del PRI
tocan a su fin en el año 2000. Pero no será la izquierda
democrática encabezada de nuevo por Cuauhtémoc Cárdenas quien gane
las elecciones. El proyecto neoliberal tendrá en Vicente Fox, un
empresario católico, tradicionalista, gerente de Coca-Cola y
exgobernador de Guanajuato, su continuidad. En su periodo la
narcopolítica toma carta de ciudadanía. Los atentados a las Torres
Gemelas y el Pentágono el 11 de septiembre de 2001 consolidan el
unilateralismo. México cede a las presiones del presidente Bush y la
política contra el narcotráfico se incorpora a la lucha contra el
terrorismo internacional. Por primera vez en la historia de México,
un general de las fuerzas armadas será nombrado titular de la
Procuraduría General de la República. El pacto estaba sellado.
Durante el mandato de Fox (2000-2006)
y el del también militante del PAN, Felipe Calderón (2006-2012), la
violencia politica, el asesinato de dirigentes sindicales,
estudiantes, periodistas y los feminicidios en Ciudad Juárez moldean
el perfil del capitalismo neoliberal. La esclavitud infantil y el
tráfico de mujeres complementan el desarrollo de las empresas de
maquila, la desestructuración productiva, la persecución de los
sindicatos independientes, la criminalización de los movimientos
sociales y el movimiento indígena.
Unas fuerzas armadas con poder
absoluto en la lucha contra el narcotráfico y la contrainsurgencia
marcan la agenda política en México. El subcomandante insurgente
Marcos destacaría: "En la 'era Fox' se puede decir que el
cártel del Chapo Guzmán fue el consentido del sexenio. Toda la
estructura del Estado: ejército, policía federal, sistema judicial
(con jueces y directores de penales incluidos) fue puesta al servicio
de este cártel en la lucha contra otros".
El miedo, la sensación de
inseguridad y la impotencia ciudadana crecen. Miles de muertos, fosas
comunes y violencia indiscriminada, así como el fraude electoral
-esta vez contra el candidato progresista Manuel López Obrador, en
2006- generan hartazgo. El sexenio de Felipe Calderón, inmerso en
denuncias de corrupción y complicidad con el narcotráfico continúa
su plan de reformas estructurales. Más desregulación y flexibilidad
laboral. Los servicios públicos básicos se desmantelan y un Estado
laico ve como la Iglesia gana en presencia política. Pobreza,
desigualdad, conflictividad laboral y social son el resultado de
estas políticas de exclusión social del neoliberalismo Los cárteles
del crimen organizado imponen su ley y las políticas antidroga
fracasan.
Hoy, las movilizaciones ciudadanas
que sacuden México reclaman un cambio, el fin de la narcopolítica y
de un régimen corrupto en manos del neoliberalismo y el crimen
organizado. México clama por su dignidad. Ese es el dilema.
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