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sábado, 14 de octubre de 2017

ISABEL ROBALINO BOLLE,

MUJER CREYENTE LUCHADORA POR LA JUSTICIA
Luis Enrique Galarza Alarcón
Presidente de la Comisión Ecuatoriana de Justicia y Paz
“Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados…Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los cielos…”; así reza el Evangelio de Jesucristo, y usted Isabel, ha sido en la larga jornada de su vida, una luchadora por la justicia.
La cercanía y compañía con personas comprometidas con procesos histórico populares, como los insignes ecuatorianos el Padre Inocencio Jácome O.P., y Monseñor Leonidas Proaño Villalba, el Obispo de los indios, culminaron la forja de la ciudadana, actora y protagonista de la historia del país. Y su protagonismo como mujer al servicio de la comunidad desde el compromiso social y político, tiene aún mayor mérito, al ser alcanzado en la primera mitad del siglo XX, cuando Quito y el Ecuador tenían una dinámica patriarcal.
La Doctora Robalino, será guerrera frontal en muchas lides, entre otras, en el Congreso Nacional por leyes justas. Cabildeos y negociaciones por una Reforma agraria que haga justicia a los campesinos, ella misma será entusiasta animadora de su aplicación en tierras de la Iglesia. Litigios y demandas de justicia, en particular para los trabajadores, en los tribunales, en las calles y en las plazas de la ciudad y del país. Ora bien, incentivando y promoviendo organizaciones e instituciones que solidariamente tengan propósitos en favor de la vigencia y desarrollo de los derechos humanos y de la dignidad de la persona humana.
Y hoy, cuando estamos celebrando sus cien años de vida le contemplamos y acompañamos en sus acciones y demandas de verdad, justicia y transparencia; por esa causa, no hace mucho sufrimos indignados su enjuiciamiento y condena junto a otros ilustres miembros de la Comisión Nacional Anticorrupción.
La Doctora Robalino Bolle, a interior de la Iglesia Católica, de la que es parte, con su práctica, se adelantó a las enseñanzas del Concilio Vaticano II, que reclama una valorización de los laicos acorde con la naturaleza secular de la propia Iglesia, cuya razón de ser, no es ella misma sino el mundo que espera ser salvado. Misión que ha sido obscurecida y a veces confundida por un clericalismo auto referenciado, impidiendo a veces que hombres y mujeres, asumamos desde la fe, la responsabilidad que tenemos en la construcción de un mundo más justo y fraterno.
Feliz usted, Doctora Robalino, que ha sabido a lo largo de su vida, ser una luchadora coherente desde la fe en Jesucristo, con valores trascendentes como la verdad, la justicia, la libertad y la solidaridad. Confiamos sea un referente de compromiso cristiano para las presentes y futuras generaciones.

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