Con los ojos fijos en Él
en la realidad y la fe
Comisión
ecuatoriana Justicia y Paz
carta No. 291– 1 de junio 2025
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¡Vivir plenamente
nuestra fe!
“El ambiente humano y el
ambiente natural se degradan juntos, y no podremos afrontar adecuadamente la
degradación ambiental si no prestamos atención a causas que tienen que ver con
la degradación humana y social. De hecho, el deterioro del ambiente y el de la
sociedad afectan de un modo especial a los más débiles del planeta…Los más
graves efectos de todas las agresiones ambientales los sufre la gente más
pobre. (Papa Francisco, Laudato si n.48).
Esta declaración coincide providencialmente con
los diez años de la encíclica Laudato si’ del Papa Francisco, publicada
el 24 de mayo de 2015. Un hito clave para la Iglesia contemporánea, dedicada al
cuidado de la “casa común” y de los más pobres y excluidos, como los pueblos en
aislamiento. En ella, Francisco se inspira en San Francisco de Asís. Al igual
que él, Alejandro e Inés fueron franciscanos: él capuchino, ella terciaria
capuchina.
Ambos entregaron su vida en la Amazonía
ecuatoriana, defendiendo a pueblos aislados considerados un obstáculo para el
desarrollo. Su compromiso fue total, como expresó Mons. Alejandro: “Si no vamos
nosotros, los matan a ellos”. Esta convicción los llevó al martirio el 21 de
julio de 1987.
No fue un hecho aislado. Toda su vida fue
coherente con esa entrega. Alejandro dedicó buena parte de su misión pastoral a
la defensa de los derechos de los pueblos indígenas de la Amazonía; Inés asumió
con firmeza esos mismos valores desde su incorporación al Vicariato en 1977.
Ambos veían en la cultura y la cosmovisión ancestral de esos pueblos las
“semillas del Verbo” que Dios sembró desde el origen. Promovieron una
evangelización profunda y respetuosa, articulada con la defensa del territorio
y de la vida, como lo han hecho tantos otros misioneros y laicos comprometidos
en Aguarico.
Vivieron una fe encarnada, uniendo el amor a las
personas con el respeto profundo a la naturaleza esplendorosa de la selva.
Porque, como recuerda Laudato si’, “no puede ser real un sentimiento de
íntima unión con los demás seres de la naturaleza si al mismo tiempo en el
corazón no hay ternura, compasión y preocupación por los seres humanos… Se
requiere una preocupación por el ambiente unida al amor sincero hacia los seres
humanos y a un constante compromiso ante los problemas de la sociedad” (n.
91).
En honor a su memoria, la Iglesia del Vicariato
de Aguarico realiza cada año en julio una peregrinación/caminata que parte
desde Quito y otros lugares de la Amazonía hasta llegar a El Coca, donde
descansan sus cuerpos. No es solo un acto de recuerdo, sino un verdadero
compromiso con la vida, los derechos de los pueblos y la defensa de la casa
común. Es admirable la cantidad de jóvenes y personas adultas que se suman cada
año a esta expresión viva de una Iglesia que camina, que sueña, que lucha y que
se abre a todos.
Alejandro
e Inés, ahora venerables, nos siguen convocando. Su testimonio nos llama a
vivir una fe coherente, profunda, comprometida. Una fe que no se conforma con
palabras, sino que se convierte en entrega, en riesgo, en amor radical. Porque
“no hay mayor amor que dar la vida por los amigos” (Juan 15,13). #ComuniquemosEsperanza
Con los ojos fijos en El, en la realidad y la
fe" es una publicación de la Comisión ecuatoriana Justicia y Paz,
resultado de reuniones periódicas de los miembros de la Comisión para analizar,
reflexionar y proponer alternativas, a través de estas cartas.