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domingo, 31 de mayo de 2020

Carta No. 30: Cuidarme, para cuidar a los demás



Con los ojos fijos en El
en la realidad y la fe


Comisión ecuatoriana Justicia y Paz
carta No. 30 - 31 mayo 2020
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Es nuestra responsabilidad salir al encuentro del prójimo con el distanciamiento recomendado, ser cercanos desde la lejanía, abrazar con inmenso afecto desde la separación, compartir desde el acompañamiento virtual, cumplir con todos los protocolos de bioseguridad por amor a los demás y a nosotros mismos.  Nada es exagerado, todo es necesario.

Cuidarme, para cuidar a los demás
“Cada uno de nosotros rendirá cuenta de sí mismo a Dios” (Rm 14,12)
Las medidas de confinamiento y las restricciones impuestas por el gobierno para frenar los contagios, la saturación del sistema sanitario y la muerte causada por la pandemia del coravirus, han sido flexibilizadas por el COE Nacional después de aproximadamente 80 días de cuarentena.

Ahora casi toda la responsabilidad del cuidado y de la práctica de los protocolos de bioseguridad están en nuestra manos y depende de cada uno el ponerlas en práctica o ignorarlas.  Discernir apropiadamente, sopesar los pro y los contras en su real magnitud requiere y demanda un compromiso personal basado en el manejo de información adecuada, del conocimiento a carta cabal de la magnitud de la pandemia y de su impacto sobre nuestra salud, familia, amistades y sociedad en general.  Debe quedar sin espacio al error o la omisión de las recomendaciones y norma que se han establecido.  Un descuido puede costarnos el contagio e incluso la vida.

Tomar la mejor decisión es el reto cotidiano, movidos por la responsabilidad, la disciplina y el respeto a nuestra vida, a la que debemos cuidar y proteger de cualquier adversidad o peligro, evitando, al máximo, ponerla en riesgo innecesario.

El camino a seguir está claramente definido, los senderos están establecidos, las señaléticas son claras y precisas, imposible 'lavarnos las manos como Poncio Pilatos' y hacernos los desentendidos de la realidad en la que estamos sumergidos.  Conocemos lo que debemos hacer para protegernos y proteger a los demás en este tiempo de pandemia.  Hemos oído y escuchado lo que ha pasado en estos meses de confinamiento, los noticieros han relatado la crueldad y letalidad de esta enfermedad, sabemos de antemano que el coronavirus estará entre nosotros por un buen tiempo y que tenemos que aprender a convivir con esta nueva realidad que llegó de improviso, sin avisar ni pedir permiso a nadie, pero que ya está instalada y apropiada en el mundo entero.

Ahí está, esperando un error suyo o mío para entrar a visitarnos y causar todo el daño que esté a su alcance.  Ventajosamente los investigadores se mantienen en constante estudio y experimentación, y gracias a esa información, ya sabemos cómo tratarlo, enfrentarlo y combatirlo, sabemos cómo cerrarle el ingreso a nuestro organismo y nuestra vida.
Claro que es tedioso, molestoso y hasta agobiante implementar y ejecutar el protocolo de bioseguridad, sin embargo, debemos cumplir al pie de la letra con el lavado de manos, el uso de mascarilla, el distanciamiento social y demás normas relativas y acostumbrarnos a la 'nueva normalidad'.  El cuidarme para cuidar a los demás, se vuelve un imperativo y una exigencia de vida.
En éste partido contra el covid 19 estamos todos, somos un equipo y cada uno debemos cumplir lo que nos corresponde.  ·  #ComuniquemosEsperanza


Con los ojos fijos en El, en la realidad y la fe es una publicación de la Comisión ecuatoriana Justicia y Paz, resultado de los Observatorios de Política y Eclesial, que reúnen periódicamente a los miembros de la Comisión para analizar, reflexionar y proponer alternativas, a través de estas cartas.

domingo, 24 de mayo de 2020

Carta No. 29: ¿Dónde está tu hermano?


Con los ojos fijos en El
en la realidad y la fe


Comisión ecuatoriana Justicia y Paz
carta No. 29 - 24 mayo 2020
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Nuestro papel como ciudadanos es trascendental e indelegable, debemos cumplir las normas dictadas al pie de la letra, esforzarnos para cooperar directamente con la solución de esta complejísima crisis.  El “dónde está tu hermano” debe retumbar en nuestra mente y corazón.  Debemos dar cuenta del otro, esa es la actitud responsable de cada persona, de usted y mía, de todos.


¿Dónde está tu hermano?

“El Señor dijo a Caín: ¿Dónde está tu hermano Abel?  Contestó: No sé, ¿soy yo, acaso, el guardián de mi hermano?  Pero el Señor replicó: ¿Qué has hecho?  La voz de la sangre de tu hermano clama a mí desde la tierra.”  (Génesis 4, 9-10)

Un mandato: somos responsables de nuestros hermanos!  No podemos desentendernos del entorno, de la salud, de la situación social, cultural y económica, desde el puesto que ocupemos, sea como autoridades, educadores, comunicadores o ciudadanos.  Todos somos corresponsables de todos.
¿Qué es la corresponsabilidad social?  Es la actitud responsable de cada uno con los demás frente a una situación compleja que demanda nuestro compromiso para enfrenarla y salir adelante.  La crisis integral que experimenta el país a nivel sanitario, económico y social hace impostergable que prime la corresponsabilidad social como una alternativa para enfrentarlas.  Esta es una tarea conjunta, aquí nadie se queda fuera ni hay descartables.  Todos estamos inmersos en esta realidad.  Salir adelante, construir un futuro seguro, justo, solidario, equitativo es nuestra tarea, desde nuestras capacidades.
El todos nos implica: a los ciudadanos de a pie, a las familias, a los trabajadores, a los empresarios, a los medios de comunicación, a los partidos y líderes políticos, a las instituciones religiosas, educativas, culturales, a las organizaciones sociales, a los sindicatos, a los gobiernos en sus diferentes niveles, cada uno en su lugar y de acuerdo con sus funciones y posibilidades.  Nadie se queda fuera.
En la cotidianidad, en estos momentos que el covid 19 ataca implacablemente, llenándolo de enfermos, de muertos y de dolor, las autoridades tienen la responsabilidad impostergable de cumplir su tarea de manera eficiente, efectiva, eficaz, transparente, honrada, sin falla alguna; ellos deben dar cuentas al detalle de las diferentes acciones emprendidas para enfrentar este desafío en el que están inmiscuidas cientos de miles de vidas ecuatorianas.
Cada ciudadano es 'guardián' de sus hermanos y como tal debe desarrollar una auténtica conciencia social, esa capacidad que cada uno tiene respecto de la situación de los demás, ella supone que entendemos las necesidades de nuestro prójimo y cooperamos para solventarlas, al menos en algo.  El estar pendiente del bienestar del otro, especialmente del más sencillo y vulnerable, parece que se ha perdido porque nos hemos sumergido en un mundo egoísta y consumista, en donde el otro a nadie le importa.
La corresponsabilidad social nos permite fortalecer la conciencia de que somos una sola familia humana, capaces de sentir compasión por los otros, por sus dramas, preocupándonos por ellos, como si fuera algo propio.  La corresponsabilidad nos manda a compartir, a entender a los otros, a cuidarnos mutuamente, a respetar y cumplir las normas de higiene, protección y distanciamiento en estos momentos de coronavirus y a ser mejores seres humanos en todas las situaciones de la vida en comunidad.
“¿Dónde está tu hermano?”, esa es la pregunta que debemos contestarnos aquí y ahora.  ·  #ComuniquemosEsperanza

Con los ojos fijos en El, en la realidad y la fe es una publicación de la Comisión ecuatoriana Justicia y Paz, resultado de los Observatorios de Política y Eclesial, que reúnen periódicamente a los miembros de la Comisión para analizar, reflexionar y proponer alternativas, a través de estas cartas.


viernes, 15 de mayo de 2020

Carta No. 28: La Corrupción: Flagelo que quema la vida del pueblo

Con los ojos fijos en El
en la realidad y la fe


Comisión ecuatoriana Justicia y Paz
carta No. 28 - 15 mayo 2020
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La corrupción es un pecado que va en contra de la voluntad de Dios porque atenta directamente a los derechos del prójimo y al bien común, echa a perder un país, destruye el orden social y desintegra la administración pública y las instituciones privadas y, lo que es peor, pervierte las conciencias de las personas, siendo los jóvenes y niños los más afectados.

La Corrupción: Flagelo que quema la vida del pueblo

El fraude, el soborno, el cohecho, los sobreprecios desangran y crucifican al pueblo, estos actos de corrupción que venimos experimentando no son esporádicos, sino, al parecer, son crímenes estructurados, organizados y sistemáticos que han sido planificados y se han ejecutado con ignominia, con el fin de alcanzar el beneficio propio y de unos cuantos sin que les importe perjudicar a otros, los más afectados son siempre los más débiles.
La corrupción para el Papa Francisco “es una de las heridas más lacerantes del tejido social, porque lo perjudica gravemente tanto desde un punto de vista ético como económico: con la ilusión de ganancias rápidas y fáciles… en realidad empobrece a todos, menoscabando la confianza, la transparencia y la fiabilidad de todo el sistema.  La corrupción degrada la dignidad de la persona y destruye los ideales buenos y hermosos.  La sociedad está llamada a comprometerse concretamente para combatir el cáncer de la corrupción que, con la ilusión de ganancias rápidas y fáciles, en realidad empobrece a todos”.  Por ello, Francisco invita “a la sociedad en su conjunto a comprometerse concretamente en combatir el cáncer de corrupción en sus diversas formas” (2019).
Es una tarea impostergable y una responsabilidad ineludible de todos los cristianos luchar, denunciar, combatir, rechazar este flagelo que “se ha vuelto natural, al punto de llegar a constituir un estado personal y social ligado a la costumbre, una práctica habitual en las transacciones comerciales y financieras, en las contrataciones públicas, en cada negociación que implica a agentes del Estado” (Papa Francisco, 2017).

En esta época de pandemia en que miles de personas han fallecido, millones carecen del alimento diario y salen a la calle desafiando a la muerte para buscar el pan del día, que haya personas en instituciones públicas que, con la complicidad de algún empresario y de grupos políticos, planifiquen y ejecuten acciones de corrupción es inaudito.  Son delitos que exigen investigaciones inmediatas y objetivas, enjuiciamiento y sanción ejemplar a los culpables.
La impunidad en todos los casos de corrupción pública, es un doble crimen social, porque se permite el cometimiento de un delito que afecta a todos, y además no se lo sanciona, dejando que, culturalmente, aparezca lo execrable como bueno y digno de imitarse.
Es nuestra obligación, como católicos, combatirla frontalmente, sin tregua; el callar es una forma de permitir y colaborar con el crimen, convirtiéndonos con nuestro silencio en cómplices.  No basta en sabernos honrados, el ser honestos en nuestra vida es condición para denunciar y señalar la corrupción y a los que la cometen, como el más grave atentado al bienestar de nuestro pueblo.
La corrupción jamás podrá contra la esperanza, por ello nuestra porfiada lucha contra esta pandemia que desarticula y corroe el tejido social debe ser permanente.  Sabemos que no podremos vencer este mal en nuestra Patria sino hay una conciencia y responsabilidad en enfrentarla, en todos, pero particularmente en los que nos decimos seguidores de Jesús, que dio su vida, para que todos “tengamos vida y vida en abundancia”.  (Jn 10,10). 

Con los ojos fijos en El, en la realidad y la fe es una publicación de la Comisión ecuatoriana Justicia y Paz, resultado de los Observatorios de Política y Eclesial, que reúnen periódicamente a los miembros de la Comisión para analizar, reflexionar y proponer alternativas, a través de estas cartas.

domingo, 10 de mayo de 2020

carta No.27: Mujer - Madre


Con los ojos fijos en El
en la realidad y la fe


Comisión ecuatoriana Justicia y Paz
carta No. 27 - 10 mayo 2020
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Justicia y Paz hace un homenaje especial a la mujer en su dimensión maternal, que en su rol de esposa, hija, compañera y amiga, sigue fortaleciendo con valentía los hogares, aún más en la actual crisis sanitaria que vive Ecuador y el mundo.

Mujer - Madre
Esta cuarentena y el “quedarse en casa”, han cambiado los hábitos y acciones dentro y fuera de los hogares.  Esta experiencia nos está dejando muchas lecciones, especialmente cuando recuperamos aquello que es compartir entre padres e hijos, ancianos y jóvenes, hombres y mujeres, dando sentido y valor a la familia.
Para el Papa Francisco «la familia es un tesoro precioso (que) hay que sostener y proteger siempre», que hay que cuidar y fortalecer desde el amor, a la luz y testimonio de Jesús, quien nos llama a querernos unos con otros, donde prime la comunicación, la paz, el respeto y el amor.
En varias ocasiones, el Papa, ha destacado que la fe es principalmente transmitida por las mujeres al calor del hogar, mujeres que con su testimonio siembran las raíces “a través de los gestos, miradas, caricias, como la de nuestras madres, abuelas; con el sabor a las cosas que aprendimos en el hogar, de manera simple y auténtica” (junio 2019).
En la actual crisis que vivimos se evidencia el papel que cumple la mujer: se proyecta, cada vez con más intensidad, al cumplimiento de diversas responsabilidades, en el ámbito profesional en diversas ramas.  Como protagonista de primer orden en la política y en la ciencia o como deportista, funcionaria o servidora de la comunidad.  De tal manera que cuando nos referimos a la mujer en la sociedad actual, debemos revalorizar a la mujer que, además de ser madre, esposa, hija, compañera, también desempeña un papel de gran trascendencia en el mundo exterior.
La permanencia en casa, durante la cuarentena, permite visibilizar el esfuerzo de tantas mujeres que deben conjugar en lo cotidiano sus labores profesionales con las tareas domésticas.  El sacrificio de aquellas que diariamente se despiden de su familia para ir a cumplir su trabajo en hospitales, centros de salud, albergues; o son parte de las fuerzas de seguridad, o atienden en un supermercado o recogen la basura...  o las mujeres del campo que luego de cultivar la tierra, para los alimentos lleguen a nuestra mesa, retornan a preparar la comida para los suyos, con cansancio, pero con responsabilidad y amor.
Por tanto, hoy ser mujer y madre implica una variada gama de roles, sentimientos y emociones, actividades y responsabilidades, reflejados desde el servicio y la entrega, al igual que lo hizo María con su hijo Jesús al amar y acompañar a la gente, la comunidad, el pueblo.
La madre es el pilar emocional de la familia, además de la administradora y educadora, por lo que es momento de reconocer y valorar la gran labor que realizan las mujeres en los hogares y en la sociedad en general.
La Comisión ecuatoriana Justicia y Paz expresa su respeto y admiración para la mujer-madre, que desempeña el incomparable papel de dadora de vida y lo hace con entrega, sacrificio y amor, como sólo la mujer es capaz de dar. ·  #ComuniquemosEsperanza.

Con los ojos fijos en El, en la realidad y la fe es una publicación de la Comisión ecuatoriana Justicia y Paz, resultado de los Observatorios de Política y Eclesial, que reúnen periódicamente a los miembros de la Comisión para analizar, reflexionar y proponer alternativas, a través de estas cartas.