a los políticos a salir del cinismo”
NICOLAS SENÈZE,
ENTREVISTA. El lunes 23 de octubre,
ante la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y
la Agricultura (FAO), el papa Francisco llamó a “introducir en el
lenguaje de la cooperación internacional la categoría del amor”.
Para Marco Impagliazzo, presidente de la Comunidad de Sant’Egidio,
este mensaje, muy vinculado al del Papa sobre los migrantes, se
dirige más a los políticos que a los Estados.
La Croix: ¿Cómo comprender la
llamada del papa Francisco a “introducir en el lenguaje de la
cooperación internacional la categoría del amor”?
Pero aquí, Francisco da un salto
lógico. Destaca que no podemos quedarnos en la política y que, para
comprender a los migrantes, hay que ponerse a su lado. El Papa no
hace distinción entre refugiados y migrantes, entre refugiados
económicos y refugiados de guerra, entre cristianos y musulmanes. En
lo que él se fija, es en el hombre y en el sufrimiento que le
afecta.
¿De dónde viene su fuerte denuncia
a los “sofismos lingüísticos tras los que nos atrincheramos “para
justificar los egoísmos y la inactividad”?
M.I.: Francisco entiende los
discursos en Francia sobre la diferencia entre migrantes económicos
y refugiados o, en el Este, donde se busca cualquier excusa para
cerrar las fronteras.
Ve demasiada frialdad y obstáculos
entre los políticos. En ese sentido, el tema del amor no es tanto
una llamada a los Estados como a los políticos a salir del cinismo.
No habla aquí como jefe político, sino como sacerdote, como obispo,
como cristiano…
¿Será escuchado?
M.I: Ese es el problema.
Mientras que hay una gran continuidad en el discurso papal sobre las
migraciones, se retienen más fácilmente las palabras de sus viajes
a Suecia o a Colombia, donde, exagerando un poco, parece que abre los
límites a la acogida. Pero es un poco fácil apoyarse en la
experiencia de Suecia, el país que acoge el mayor número de
refugiados, ¡para justificar el hecho de no acoger a ninguno!
Hay algunas opiniones diferentes en
la Curia, donde todo el mundo no está en la misma línea de apertura
del Papa. En la Secretaría de Estado, algunos pretenden ser más
“realistas” y compartir la visión de muchos ciudadanos asustados
por la inmigración. Pero no entienden que un discurso alarmista solo
puede generar más miedo. Al contrario, hay que tranquilizar.
¿Pero cómo tranquilizar?
M.I: En Italia, como en Grecia,
hemos hecho mucho por la acogida. Pero nuestra política de
integración sigue siendo demasiado débil. La gente ve a los
migrantes en nuestras ciudades y tienen la impresión de que son muy
numerosos, cuando eso no es verdad. Frente a esta percepción falsa
del fenómeno migratorio, se necesita mucha información para hacer
comprender que la inmigración no es una amenaza.
Un ejemplo: la semana pasada, la
Fundación Leone Moressa, destacó en un informe que los 2,4 millones
de trabajadores regulares presentes en Italia producían 131 millones
de euros, es decir, un 9% del PIB italiano, y pagaban 7 millones de
euros de impuesto sobre la renta y 11 millones de contribuciones
sociales.
¿Por qué todo eso no trasciende?
M.I: Estamos dando a luz un
mundo nuevo y muy pocos poseen los instrumentos culturales para
comprenderlo. La Iglesia debe, más que nunca, trabajar en la
cultura, como recordaba el cardenal Vingt-Trois en su reciente
entrevista a La Croix, donde llamaba a “encontrar los medios
culturales para llegar a aquellos que tienen menos facilidades para
entrar en contacto con el Evangelio”.
Lo constaté el otro día yendo a
Bolonia. Al subir al taxi, la conductora, una mujer de entre 25 y 30
años, se indignaba porque lo primero que iba a hacer el Papa era
reunirse con los migrantes.
Es, sin duda, uno de los problemas
del pontificado actual. Francisco quiere dirigirse directamente a la
gente, en función de su visión del “pueblo fiel”. Pero el
pueblo ya no es el de los años 70-80. Hay que encontrar un nuevo
lenguaje para aquellos que solo comprenden el mensaje fácil de
las fake news.
¿Cómo encontrar ese lenguaje?
M.I: En Sant’Egidio,
encontramos mucha ayuda en el encuentro diario que tenemos con los
pobres. Lo que nos ayuda, es el testimonio, porque hay una
evangelización que precede incluso al discurso. Este testimonio
diario es ese “lenguaje del amor” del que habla el papa
Francisco.
No hay comentarios:
Publicar un comentario