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domingo, 27 de marzo de 2022

Carta No. 125: un 24 de marzo…

 

Con los ojos fijos en Él

en la realidad y la fe

Comisión ecuatoriana Justicia y Paz
carta No. 125– 27 de marzo 2022

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un 24 de marzo…

"La fuerza de la fe es la fuerza del Pueblo de Dios. Óscar Romero, repetía con fuerza que cada católico ha de ser un mártir, porque mártir quiere decir testigo, es decir, testigo del mensaje de Dios a los hombres.  Dios quiere hacerse presente en nuestras vidas, y nos llama a anunciar su mensaje de libertad a toda la humanidad.  Solo en Él podemos ser libres: libres del pecado, del mal, libres del odio en nuestros corazones –él fue víctima del odio–, libres totalmente para amar y acoger al Señor y a los hermanos." (Papa Francisco, octubre 2018).


Era lunes y a las seis de la tarde, en la capilla del hospitalito de la Divina Providencia en San Salvador, Monseñor Oscar Romero está celebrando misa acompañado de algunos parroquianos y las religiosas que atienden a los enfermos de cáncer.  El día anterior, Mons. Romero se dirigió al Ejército y la Guardia Nacional: "¡Hermanos! ¡Son de nuestro pueblo! ¡Matan a nuestros hermanos campesinos! Y ante una orden de matar que dé un hombre debe prevalecer la ley de Dios que dice: ¡No matar!", además, habla de los derechos y la dignidad humana y concluye expresando que "en nombre de este sufrido pueblo, cuyos lamentos suben hasta el cielo cada día más tumultuosos, les suplico, les ruego, ¡les ordeno! en nombre de Dios: ¡Cese la represión!”  (Homilía, 23/3/1980).

Cuarenta y dos años después, la imagen, la palabra y el testimonio de San Romero de América siguen vivas, vigentes y presentes.  Centroamérica y el resto del continente viven situaciones difíciles, complejas y en muchos casos, injustas y violentas.  Si, en los años setenta y ochenta, el problema principal de El Salvador fue la guerra civil, resultado de crueles dictaduras, actualmente viven en medio de la corrupción y la violencia social generada por las maras (pandillas), además de gobiernos elitistas y desprestigiados, marcados por la impunidad.

Mons. Romero mira las realidades de su época, las palpa desde sacerdote, pero no se implica.  Fue nombrado obispo de San Salvador, justamente por su timidez y su aparente alineación a lo establecido y su cercanía a las élites sociales y políticas, en concreto porque… "no causará problemas".  Pero el Espíritu sopla a su manera y Romero, por su misma sencillez y coherencia con el Evangelio, empezó a caminar con el pueblo y poco a poco padeció en carne propia el dolor de los desaparecidos y asesinados por la dictadura.

Abrió las puertas del obispado para que la gente le cuente sus penas y dolores, se sentó con ellos y los escuchó.  Pobladores de diferentes partes del país llegaban con fotografías de sus familiares desaparecidos o asesinados.  Buscaban atención y monseñor Romero los acogió.  Fue convirtiéndose en un "pastor que huele a oveja".  Estuvo junto a su pueblo sufrido y doliente, para "ser la voz de los que no tienen voz".

Cada domingo celebra una única misa desde la Catedral que se transmitía por radio para todo el país. En sus homilías dedicaba tiempo para hacer un repaso de la situación de los derechos humanos y denunciar abiertamente los abusos e injusticias del poder.  El asesinato de su amigo, el P. Rutilio Grande y de quienes viajaban con él, así como de otros tantos conocidos, generó en él su radicalidad por el Evangelio y valentía para enfrentar al gobierno, al Ejército y a la Guardia Civil.

Por esta "conversión" muchos de sus cohermanos obispos le dieron las espaldas y lo tacharon de agitador y "rojo"… en respuesta, monseñor Romero salió a visitar los sectores más pobres y golpeados por los diferentes bandos de la guerra civil, no asumió partido, pero sí denunció con más fuerza los abusos, las injusticias y los atropellos a los derechos humanos. En los tres años de obispo de San Salvador fue amenazado de muerte por sus denuncias y reconocido, en dos ocasiones, con doctorados honoris causa y nominado al Premio Nobel de la Paz.

Esta opción profética hizo que ese lunes 24 de marzo de 1980, mientras Monseñor Romero levantaba el cáliz, desde el fondo de la capilla se produjera un disparo para luego escuchar sólo gritos y pedidos de ayuda…  De su paso por entre el pueblo salvadoreño, quedan los audios de sus homilías, algunas entrevistas en video, fotografías y muchos relatos que, de voz en voz, mantienen viva su memoria en toda América y el mundo, y su lucha por Justicia y Paz.  · #ComuniquemosEsperanza

 

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Con los ojos fijos en El, en la realidad y la fe es una publicación de la Comisión ecuatoriana Justicia y Paz, resultado de reuniones periódicas de los miembros de la Comisión para analizar, reflexionar y proponer alternativas, a través de estas cartas.

domingo, 20 de marzo de 2022

Carta No. 124: "¡El Bien, hay que hacerlo bien!"

 

Con los ojos fijos en Él

en la realidad y la fe

Comisión ecuatoriana Justicia y Paz
carta No. 124– 20 de marzo 2022

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"¡El Bien, hay que hacerlo bien!"

Hoy quisiera que nuestro diálogo no mire sólo al pasado, sino que se dirija sobre todo hacia adelante: a las nuevas perspectivas, a las nuevas responsabilidades, a las nuevas formas de iniciativa de las empresas cooperativas.  Es una autentica misión que nos pide fantasía creativa para encontrar formas, métodos, actitudes e instrumentos, para combatir la «cultura del descarte», la que hoy vivimos, la «cultura del descarte» cultivada por los poderes que rigen las políticas económico-financieras del mundo globalizado, donde en el centro está el dios dinero. (Papa Francisco, 2015)


Llegó hace 52 años desde Venecia a Salinas de Guaranda, un pueblito en el centro del Ecuador y en el que, a través del trabajo, la organización, la solidaridad, el emprendimiento y la economía solidaria, encontró razones para soñar en construir el Reino de Dios, con amor, justicia y paz… el P. Antonio Polo, sacerdote y misionero salesiano recoge todas estas experiencias en su libro la "Laguna de los Sueños".

Oír y escuchar, de primera mano, sobre su caminar, sus sueños hechos realidad y los que aún busca conquistar, realmente edifica, motiva, cuestiona y siembra de esperanza los caminos de la vida cotidiana.  Salinas de Guaranda es un proyecto de vidas y de sueños conjuntos traducidos en una realidad comunitaria.

El desarrollo comunitario integral de Salinas se evidencia en la vida y el testimonio del P. Antonio, con sencillez y humildad.  La pedagogía del "Padre Nuestro" inspiró e inspira aún la tarea evangelizadora y la promoción humana para alcanzar un logro comunitario con base a trabajo, esfuerzo, dedicación, honradez, sencillez, colaboración, servicio, motivación, perseverancia, educación, capacitación...

Evoca a Mons. Cándido Rada, primer obispo de Guaranda, que en 1970 invitó a los jóvenes de la Operación Matto Groso al Ecuador, a trabajar en los pueblitos más olvidados y alejados: Salinas, Simiatug, Facundo Vela.  Al tiempo que recordó sus frases vivenciales "el bien hay que hacerlo bien" y “en el camino se ajusta la carga", que influyeron en gran parte de su quehacer diario.

La imagen del colibrí está presente en los sueños (corazón), en la inspiración (cabeza), en la motivación y el servicio (alas) y en la comunicación (pico).  En este proceso de más de cincuenta años, se ha asumido que los medios de producción son propiedad de la comunidad.  Que el servicio está en atender las necesidades básicas y crear fuentes de trabajo en el contexto de la economía solidaria, para vivir mejor.  "Dios nos ha inspirado en lo chiquito.  Hay que fortalecer las vinculaciones académicas y las redes.  Entonces surge la laguna de los sueños.  ¡Si vemos algo bueno en la vida nos queda un compromiso, el de ver si podemos seguir la pista, en lugar de decir: ¡Ummmm!  ¿Esto cuánto durará?  Esto, algún día se acaba…  Tenemos que decir 'pongo mi granito de arena, pongo mi corazón'."

Bepi Tonello, amigo y compañero del P. Antonio, expresa que Salinas de Guaranda no es ni un modelo ni un proyecto acabado, es un proceso de crecimiento, es una propuesta, una fuente de inspiración, es la demostración de que cambiar se puede, de que cada persona debería trabajar por el amor, la felicidad y la paz.

Los lemas "trabajo más ahorro igual adelanto" y "vence la pobreza quien produce más de lo que consume", guían las tareas comunitarias que han mejorado la calidad de vida de esa población a través de alternativas basadas en la economía social y comunitaria.

En Salinas de Guaranda se constata que, con el trabajo y la participación decidida de toda la población, voluntarios y cooperantes, se ha logrado vencer a la pobreza con la organización comunitaria, la capacitación, el trabajo inteligente y honesto, con el ahorro, con responsabilidad, con ética, con honestidad, con el cuidado de los recursos naturales…  A la pobreza se la vence juntos.

"Sigue soñando P. Antonio, con la certeza de que tus sueños contagian a los salineros y salineras y a todos quienes admiramos tu vida y quisiéramos que haya un P. Antonio en cada parroquia del Ecuador".  · #ComuniquemosEsperanza

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Con los ojos fijos en El, en la realidad y la fe es una publicación de la Comisión ecuatoriana Justicia y Paz, resultado de reuniones periódicas de los miembros de la Comisión para analizar, reflexionar y proponer alternativas, a través de estas cartas.

domingo, 13 de marzo de 2022

Carta No. 123: Los rostros desfigurados por la guerra

 

Con los ojos fijos en Él

en la realidad y la fe

Comisión ecuatoriana Justicia y Paz
carta No. 123– 13 de marzo 2022

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Los rostros desfigurados por la guerra

“Vemos a Jesús en los rostros de los niños sirios marcados aún por la guerra”, “en los niños de Irak, que todavía sigue herido y dividido por las hostilidades que lo han golpeado en los últimos quince años”; “en los niños de Yemen, donde existe un conflicto olvidado”; en los niños de África, “especialmente en los que sufren en Sudán del Sur, en Somalia, en Burundi, en la República Democrática del Congo, en la República Centroafricana y en Nigeria”.  (Papa Francisco, 2017).


 

Las guerras desfiguran el rostro de la humanidad. Ancianos, hombres, mujeres, niños y bebés, que, además de vivir en la pobreza y alejados de cualquier privilegio, son golpeados sin clemencia por la barbarie de la guerra. Esos rostros inocentes solo sufren la cruenta violencia que frustra y mutila sus vidas, fractura su cotidianidad, despoja de su dignidad, anula el presente y confisca el futuro. La guerra les deja sin posibilidad de vivir su vida y desarrollarse como personas.

Rostros desfigurados por el miedo a morir bajo un bombardeo inmisericorde, una incursión a mansalva, el estallido de un misil de racimo, la explosión de una mina o simplemente por estar en el lugar y en el momento equivocados.

Rostros desfigurados por la urgencia de abandonar su casa y ciudad, de renunciar a su pasado, perder su presente y futuro. Dejar atrás amigos, conocidos y allegados, su cultura, su historia, sus costumbres, su entorno… para salir despavoridos con una mochila o maleta llenada al apuro, solo huyendo de una "tormenta bélica", sin rumbo ni lugar a donde ir o llegar. Solo se sabe que hay que tomar a los niños al resto de la familia y salir, huir, partir a toda prisa… para paliar esa cruenta guerra que llegó impuesta por un sinfín de intereses de poderes mundiales. Pasan a vivir una vida a riesgo de caer en trata de personas -en especial mujeres y niños-, de la vulneración sistemática de los derechos humanos, de xenofobia...

Rostros desfigurados por la muerte, las heridas, las mutilaciones, las masacres, las fracturas, las balas perdidas… que golpean sin tregua a millones de familias en países, ciudades, pueblos, caminos y senderos. Para evitar ser alcanzados por esa "hoguera bárbara" caminan desorientados, corren sin sentido, deambulan por doquier y se pierden lejos de su hogar, simplemente huyen de todo aquello que huele a muerte, con el único fin de salvar su vida y la de sus familias.

Rostros desfigurados por la pena y el dolor de perder a sus seres queridos, dejar a los abuelos, salir sin tener tiempo para abrazarse y despedirse. Rostros desfigurados por la incertidumbre y la duda de no saber que hay más allá de ese momento. Desconocen su presente inmediato y están dispuestos a lo que venga. Salen sin ninguna seguridad, esperando encontrar un lugar seguro y algo de tranquilidad que acalle el ruido de su alterada realidad y aplaque sus emociones alborotadas. La migración forzada les enfrenta a la ¡horrible y terrible! miseria, pobreza… y otras tantas catástrofes y abusos.

Esos rostros, desfigurados por la guerra, golpean con fuerza y en silencio la conciencia de la humanidad, para que nadie quedemos indiferentes ni miremos hacia otro lado. Están allí en medio de esa realidad macabra de escombros y explosiones, mirando a los fabricantes de guerra, productores y vendedores de armas, a los gobiernos y políticos y militares que deciden y hacen las guerras… a los que se olvidan de amar y solo buscan enriquecerse matando las vidas y la esperanza de la casa común.

¡Basta de guerras, basta de desfigurarnos los rostros sin piedad, sin misericordia! Reconozcámonos, aunque parezca difícil, que somos hermanos. Busquemos caminos de diálogo para construir la paz desde la justicia social, equidad, inclusión, venciendo la pobreza, desterrando la violencia, eliminado las armas. Con fraternidad y cooperación, trabajo y solidaridad lograremos vías de sensibilización de la humanidad para encontrar la paz, porque de acuerdo con el plan de Dios todos estamos hechos para la vida y no para la muerte.  ·  #ComuniquemosEsperanza

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domingo, 6 de marzo de 2022

Carta No. 122: Más allá del día de la Mujer: derechos y responsabilidades

 

Con los ojos fijos en Él

en la realidad y la fe

Comisión ecuatoriana Justicia y Paz
carta No. 122– 6 de marzo 2022

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Más allá del día de la Mujer:

derechos y responsabilidades

“Los dotes de delicadeza, peculiar sensibilidad y ternura, que abundantemente tiene el alma femenina, representan no sólo una genuina fuerza para la vida de las familias, para la irradiación de un clima de serenidad y de armonía, sino una realidad sin la cual la vocación humana sería irrealizable.  Esto es importante. Sin estas actitudes, sin estos dotes de la mujer, la vocación humana no puede realizarse”” (Papa Francisco, 2014).

Cada 8 de marzo celebramos el “Día Internacional de la Mujer”, que surgió de las actividades de los movimientos obreros a finales del siglo XX en América del Norte y Europa. Es un día de reivindicación, de lucha, de esperanza, cambio, reconocimiento y trascendencia. El creciente movimiento internacional de las mujeres, fortalecido por cuatro conferencias mundiales de las Naciones Unidas sobre la mujer, ha incrementado el apoyo a los derechos y a la participación de las mujeres en las esferas política, económica, cultural, ambiental...  El tema de este año es “Igualdad de género hoy para un mañana sostenible”, que reconoce la contribución de las mujeres de todo el mundo, que están liderando los esfuerzos de respuesta, mitigación y adaptación al cambio climático para construir un futuro más sostenible para todas las personas.

A lo largo de los años la mujer ha demostrado su enorme importancia y valía, enfrentando retos en diferentes espacios de la sociedad, venciendo adversidades, enfrentando el machismo, sufriendo violencia y discriminación.  Sin embargo, a pesar de su lucha constante, sus derechos siguen siendo limitados y violentados, convirtiéndose en víctima de la desigualdad, la precariedad, el empobrecimiento, la explotación, la exclusión…

El reclamo por la dura situación que viven millones de mujeres ha motivado y consolidado posiciones muy fuertes en grupos que reclaman y exigen derechos y defienden la igualdad de oportunidades.  Aunque se reconoce que hombres y mujeres somos diferentes, física y psicológicamente, y que somos complementarios, por lo que cada uno debe tener derechos, obligaciones y responsabilidades en igualdad de condiciones, la realidad presenta tremendas desigualdades.

Al 2020 Ecuador tiene una grieta de género del 72.9%, se sitúa en el puesto 48 del ranking de países con más brechas. Este índice analiza la división de los recursos y las oportunidades entre hombres y mujeres en 153 países y mide la desigualdad de género en la participación, en la economía y en el mundo laboral cualificado, en política, acceso a la educación y esperanza de vida.

La Declaración Universal de Derechos Humanos puntualiza que el término derechos humanos incluye el derecho a la vida, a la libertad, a no estar sometidos ni a esclavitud ni a torturas, a la libertad de opinión y de expresión, a la educación y al trabajo, entre otros.  Estos derechos son frecuentemente vulnerados hasta con el establecimiento de leyes, normas, costumbres, etc., que van en contra de la libertad de las personas.

Los derechos están directamente relacionados con la libertad que tiene cada persona de actuar y tomar decisiones.  Para el Papa Francisco la libertad es un don de Dios pero "también es capaz de hacer mucho mal, somos dueños de nuestras decisiones y de tomar decisiones equivocadas".

Es necesario que tanto hombres como mujeres sepamos comprender que “mis derechos son libres y puedo ejercerlos siempre y cuando no afecte o dañe a nadie, mucho menos al más débil o vulnerable”.  Frente a “mis derechos” debemos siempre anteponer “mis responsabilidades”, mirarnos a nosotros, pero mirando siempre a los demás y cuestionarnos ¿cuáles son los límites de mis derechos?

Desde la Comisión de Justicia y Paz enviamos nuestro saludo especial a todas las mujeres del país y del mundo.  Debemos trabajar conjuntamente para desterrar todo tipo de discrimen, violencia, explotación, y crear conciencia sobre los derechos, deberes e igualdad de la mujer, para promover su participación, reconocer su aporte cotidiano al desarrollo, y de esa manera gestar un cambio que genere esperanza y promueva la justicia y la paz en todo el tejido social.  ·  #ComuniquemosEsperanza

 

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