Con los ojos fijos en Él
en la realidad y
la fe
Comisión
ecuatoriana Justicia y Paz
carta No. 125– 27 de marzo 2022
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un
24 de marzo…
"La fuerza de la fe es la fuerza del Pueblo de Dios.
Óscar Romero, repetía con fuerza que cada católico ha de ser un mártir, porque
mártir quiere decir testigo, es decir, testigo del mensaje de Dios a los
hombres. Dios quiere hacerse presente en
nuestras vidas, y nos llama a anunciar su mensaje de libertad a toda la
humanidad. Solo en Él podemos ser
libres: libres del pecado, del mal, libres del odio en nuestros corazones –él
fue víctima del odio–, libres totalmente para amar y acoger al Señor y a los
hermanos." (Papa
Francisco, octubre 2018).
Cuarenta y dos
años después, la imagen, la palabra y el testimonio de San Romero de América
siguen vivas, vigentes y presentes. Centroamérica
y el resto del continente viven situaciones difíciles, complejas y en muchos
casos, injustas y violentas. Si, en los años
setenta y ochenta, el problema principal de El Salvador fue la guerra civil,
resultado de crueles dictaduras, actualmente viven en medio de la corrupción y
la violencia social generada por las maras (pandillas), además de gobiernos
elitistas y desprestigiados, marcados por la impunidad.
Mons. Romero mira las
realidades de su época, las palpa desde sacerdote, pero no se implica. Fue nombrado obispo de San Salvador,
justamente por su timidez y su aparente alineación a lo establecido y su
cercanía a las élites sociales y políticas, en concreto porque… "no
causará problemas". Pero el
Espíritu sopla a su manera y Romero, por su misma sencillez y coherencia con el
Evangelio, empezó a caminar con el pueblo y poco a poco padeció en carne propia
el dolor de los desaparecidos y asesinados por la dictadura.
Abrió las puertas
del obispado para que la gente le cuente sus penas y dolores, se sentó con
ellos y los escuchó. Pobladores de
diferentes partes del país llegaban con fotografías de sus familiares
desaparecidos o asesinados. Buscaban
atención y monseñor Romero los acogió. Fue
convirtiéndose en un "pastor que huele a oveja". Estuvo junto a su pueblo sufrido y doliente,
para "ser la voz de los que no tienen voz".
Cada domingo
celebra una única misa desde la Catedral que se transmitía por radio para todo
el país. En sus homilías dedicaba tiempo para hacer un repaso de la situación
de los derechos humanos y denunciar abiertamente los abusos e injusticias del
poder. El asesinato de su amigo, el P.
Rutilio Grande y de quienes viajaban con él, así como de otros tantos
conocidos, generó en él su radicalidad por el Evangelio y valentía para
enfrentar al gobierno, al Ejército y a la Guardia Civil.
Por esta
"conversión" muchos de sus cohermanos obispos le dieron las espaldas
y lo tacharon de agitador y "rojo"… en respuesta, monseñor Romero
salió a visitar los sectores más pobres y golpeados por los diferentes bandos
de la guerra civil, no asumió partido, pero sí denunció con más fuerza los
abusos, las injusticias y los atropellos a los derechos humanos. En los tres
años de obispo de San Salvador fue amenazado de muerte por sus denuncias y reconocido,
en dos ocasiones, con doctorados honoris causa y nominado al Premio
Nobel de la Paz.
Esta opción profética hizo que ese lunes 24 de marzo de
1980, mientras Monseñor Romero levantaba el cáliz, desde el fondo de la capilla
se produjera un disparo para luego escuchar sólo gritos y pedidos de ayuda… De su paso por entre el pueblo salvadoreño,
quedan los audios de sus homilías, algunas entrevistas en video, fotografías y
muchos relatos que, de voz en voz, mantienen viva su memoria en toda América y
el mundo, y su lucha por Justicia y Paz.
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#ComuniquemosEsperanza
Con los ojos fijos en El, en la realidad y la fe es una publicación de la Comisión ecuatoriana Justicia y Paz, resultado de reuniones periódicas de los miembros de la Comisión para analizar, reflexionar y proponer alternativas, a través de estas cartas.