En la fiesta de San Pedro y San Pablo
La Palabra de Dios de esta liturgia
contiene un binomio central: cierre – apertura. A esta imagen
podemos unir el símbolo de las llaves, que Jesús promete a Simón
Pedro para que pueda abrir la entrada al Reino de los cielos, y no
cerrarlo para la gente, como hacían algunos escribas y fariseos
hipócritas a los que Jesús reprende (cf. Mt 23, 13).
La lectura de los Hechos de los
Apóstoles (12,1-11) nos presenta tres encierros: el de Pedro en la
cárcel; el de la comunidad reunida en oración; y ‒en el contexto
cercano de nuestro pasaje‒ el de la casa de María, madre de Juan,
por sobrenombre Marcos, donde Pedro va a llamar después de haber
sido liberado.