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lunes, 14 de mayo de 2018

carta No.12 - Ante una Nueva y Diferente Guerra


Con los ojos fijos en El 
en la realidad y la fe

carta No. 12
mayo 2018
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Ante una Nueva y Diferente Guerra

Si hay una pregunta que circula en la actualidad es aquella de ¿por qué la frontera norte del Ecuador es una zona vulnerable?  Esa pregunta se complementa con otra ¿están nuestras Fuerzas Amadas en capacidad de enfrentar aquella vulnerabilidad?

Para responderlas tenemos que hacer un recuento de lo que ha pasado en los meses y años anteriores.  Ya un Presidente ecuatoriano dijo que el Ecuador no limitaba al norte con Colombia sino con las FARC.  El tiempo le ha dado razón.  La frontera norte limita ahora con una zona que fue entregada por el estado vecino a los llamados ‘disidentes’.  Es decir a aquellos que no recibieron los privilegios de un acuerdo de paz que dejó a muchos en condiciones precarias ante lo cual –como se advirtió a tiempo– se dedicarían a lo único para lo cual estaban preparados: el narcotráfico.

La frontera, entonces, tiene un enemigo ahora vinculado a las grandes mafias internacionales.  Guerrilleros, o mejor dicho terroristas que actúan con violencia, con crueldad, como dice el dicho popular, ‘sin Dios ni ley’.

En paralelo con lo que sucedía en Colombia, en el Ecuador se debilitó a las Fuerzas Armadas afectando a la disciplina interna con decretos demagógicos; limitando sus recursos humanos y materiales; adquiriendo aviones, helicópteros y radares de la peor calidad en razón de negocios no muy transparentes.  Y la lista podía seguir y por ahí saldría también el caso de la Base de Manta y otros elementos que nos permiten llegar a la respuesta: las Fuerzas Armadas ecuatorianas no están equipadas ni preparadas para enfrentar una guerra distinta, ya que no es la guerra aquella del heroísmo humano, del hombre contra hombre, ni siquiera de la tecnología a distancia.

Estamos ante una guerra de guerrillas, de miedo, de delito, de secuestro y asesinato de inocentes.  Una nueva versión de la guerra en la cual no se respetan protocolos ni la presencia de organismos de socorro como la Cruz Roja, como si se lo hacía en las últimas conflagraciones mundiales.  No olvidemos la triste experiencia norteamericana en Viet Nam y el estrepitoso fracaso de su poderoso ejército.

Y lo que agrava la situación es la herencia del gobierno anterior en ministros con compromisos ideológicos, sin preparación para las carteras que están ocupando y con una cúpula militar que “no tienen la calidad de liderazgo necesarias” en palabras de un especialista que las analiza y conoce a fondo.

Ante esta situación, esta Comisión hace un llamado a la unidad nacional, al compromiso ciudadano y gubernamental de corregir errores, al costo que sea y para mantenernos firmes ante la maldad importada desde el espacio vecino que no representa al hermano pueblo de Colombia sino a la criminal organización del terrorismo y sus compromisos con el narcotráfico internacional.

Esta unidad férrea, este convencimiento de que no podemos someternos a los intereses de la droga y su negocio, será la mejor forma rendir homenaje a los tres, a los siete, a los nueve, a todas las víctimas de secuestros y muerte.

Para ello, como lo ha manifestado la Conferencia Episcopal: “Tengamos presente que es obligación de todos velar para que no se pierda la tranquilidad y el bienestar de la ciudadanía, que se consolide en términos de amor, justicia, equidad y solidaridad.  Les invitamos a no desfallecer en la oración por la paz de nuestro país y de todos.”

Con los ojos fijos en El, en la realidad y la fe es una publicación de la Comisión ecuatoriana Justicia y Paz, resultado de los Observatorios de Política y Eclesial, que reúnen periódicamente a los miembros de la Comisión para analizar, reflexionar y proponer alternativas, a través de estas cartas.