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sábado, 1 de septiembre de 2018

Carta abierta de adhesión al Papa Francisco


“las puertas del infierno no prevalecerán contra ella”
Mt 16,18
Querido Papa Francisco:
Quienes suscribimos esta carta somos ciudadanos del Ecuador, país al que diste prueba de tu afecto al visitarlo hace dos años.  Durante tu estancia en nuestro país, sentimos la trascendencia de tu magisterio y la bondad de tu corazón, que a todos los seres humanos considera y ama por igual y, al mismo tiempo, fuimos testigos de tu justificada predilección por los pobres y necesitados.  Nos anunciaste entonces que “el mejor vino está por venir”, y quedamos contentos.  Y llenamos calles y plazas, para oír tu mensaje, en Quito, Guayaquil, el Quinche, la Universidad Católica…
Y quedamos soñando con la inspiración espiritual que nos dieron tus palabras de sabiduría y bondad, con las que describiste un mundo mejor en el que los más pequeños, los refugiados, los migrantes, los que poco y nada significan para las sociedades materialistas, puedan tener una vida más humana, justa y solidaria.
Tus palabras de trascendencia espiritual y de humana justicia no han sido comprendidas por todos y se han puesto de manifiesto en críticas tan injustas como desmedidas.  Pero nada de eso modifica el valor y la importancia de la prédica evangélica que, reconociendo las imperfecciones del ser humano, siempre se ha orientado a propiciar un mundo de fraternidad y justicia.
Las falencias propias de la naturaleza humana nos afectan a todos y son tanto más graves cuando sus protagonistas son aquellos precisamente llamados a dar ejemplo de rectitud, y sus víctimas los indefensos.  Tú has tenido el coraje de pedir perdón a la humanidad por los delitos cometidos por algunos miembros del sacerdocio, cuya censurable conducta, sin embargo, no puede ser utilizada para responsabilizar y condenar a la Iglesia ni menos aún, para caracterizarla.  Estamos seguros, Papa Francisco, que seguirás tomando las medidas más apropiadas para afrontar y resolver este grave problema.
Querido Francisco: somos cristianos de diversas Iglesias, denominaciones y doctrinas, algunos incluso no practicamos ningún credo religioso, pero todos observamos indignados los intentos de quienes quieren acallar tu voz profética y tu mensaje de fraternidad, sin percatarse de que sus insensatas generalizaciones afectan la autoridad moral de una institución que ha desafiado las tormentas de la historia para representar, desde siempre, el referente al que vuelve sus ojos la humanidad para guiar sus pasos por el mundo terrenal, con los ojos puestos en la eternidad: la Iglesia Católica.
Quedamos pues, como siempre nos pides, en oración y acción diaria para acompañar tu pontificado hacia una Iglesia solidaria y abierta para todos.