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domingo, 26 de mayo de 2024

carta No. 238: Construir la identidad ecuatoriana

 

 

en la realidad y la fe

Comisión ecuatoriana Justicia y Paz
carta No. 238 – 26 mayo 2024
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Construir la identidad ecuatoriana

"Quisiera decirles que el amor por mi Patria sigue siendo grande e intenso…. Pido por todos ustedes, para que sean canales del bien y la belleza, para que puedan hacer su aporte en defensa de la vida y de la justicia, para que siembren paz y fraternidad, para que mejoren el mundo con su trabajo, para que cuiden a los más débiles y compartan a manos llenas todo lo que Dios les ha regalado”. Papa Francisco (carta a su patria, marzo de 2018).

La “ecuatorianidad” se construye desde la historia, desde el presente y desde el futuro. Saber qué nos hace ecuatorianos es fundamental y determinante, de ahí que recordar la Batalla de Pichincha del 24 de Mayo de 1822 es un puntal que sostiene nuestro país. Esta fecha cívica, para muchas personas, se ha convertido en un feriado para descansar o hacer turismo. Son pocas las personas, instituciones, colectivos que celebran como este acontecimiento marcó el inicio de nuestra nacionalidad.

Desde 2013, el 24 de mayo se presentan una rendición de cuentas a los mandantes desde el Estado, que generalmente es listado de sus “éxitos”; de las dificultades encontradas. Es recurrente que aquellas tareas incumplidas no las mencionen y se dibuje un Ecuador muchas veces lejos de la realidad cotidiana.

Estamos perdiendo nuestra identidad como sociedad y pueblo ecuatoriano, las fechas cívicas apenas significan algo, no nos sentimos convocados a aprender de ellas ni a aunar los esfuerzos necesarios para trabajar por el bien común y la resolución de los graves problemas que nos angustian. Problemas como la violencia, la falta de empleo, de salud, de educación y de políticas sociales para combatir la pobreza, la desnutrición infantil y la destrucción ambiental de la casa común.

El ser ecuatoriano se nutre de distintas identidades, de acuerdo con las diferentes culturas, las diversas nacionalidades y pueblos, grupos sociales con distintos enfoques de interés; es ineludible conjugar estas realidades en un proyecto nacional que reafirme nuestra identidad conjunta como país con un enfoque a la vez unitario, diverso e intercultural, como señala nuestra constitución.

Lamentablemente, en estos momentos tenemos un país polarizado, dividido por prejuicios y odios político-sociales que nos impiden avanzar juntos. Estos prejuicios obedecen a planteamientos ideológicos o, lo que aún es más grave, a la defensa de turbios intereses que se ocultan y socapan bajo aparentes valores y principios democráticos. Los discursos de odio nunca son constructivos.

Estamos en una coyuntura en la que se ejerce un maniqueísmo político, económico, social y cultural, en un contraste absoluto entre los buenos (nosotros) y los malos (los otros). Se sostiene que nuestro grupo tiene la verdad absoluta y se descalifica a los adversarios, acusándolos de todos los males, habidos y por haber, con la imposibilidad de establecer un diálogo constructivo. Esta realidad no obedece a la forma de ser y actuar del pueblo ecuatoriano, nos imponen desde el poder con un relato de confrontación permanente.

No se trata de llamar a una unidad romántica o como un subterfugio para mantener el estatus quo, el esfuerzo debe dirigirse a establecer consensos básicos y mínimos en aspectos esenciales, que cuenten con propuestas concretas y consensuadas para superar las enormes dificultades actuales y enrumbar al país hacia un futuro más promisorio. Es necesario autoconvocarnos y convocar a toda la ciudadanía a colaborar y trabajar en este esfuerzo común, que será posible y viable si comprendemos y asumimos que debemos crear un país con un horizonte realizable, con esperanza y dignidad para todos.

Siguen siendo válidas las palabras del Señor: “por sus frutos los conocerán” (Mt. 7, 15-20), los frutos que nuestro Ecuador demanda y anhela: un país inclusivo y equitativo con trabajo para todas y todos, con educación de calidad, con salud, que nos permita construir la patria hermosa y digna que nos legaron nuestros mayores y que tenemos la tarea de transmitirla a las futuras generaciones: más fraterna, fuerte, justa y en paz.  #ComuniquemosEsperanza

 

Con los ojos fijos en El, en la realidad y la fe" es una publicación de la Comisión ecuatoriana Justicia y Paz, resultado de reuniones periódicas de los miembros de la Comisión para analizar, reflexionar y proponer alternativas, a través de estas cartas.

domingo, 19 de mayo de 2024

carta No. 237: Cultivar los valores y virtudes

 

Con los ojos fijos en Él

en la realidad y la fe

Comisión ecuatoriana Justicia y Paz
carta No. 237 – 19 mayo 2024
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Cultivar los valores y virtudes

“Hace falta volver a sentir que nos necesitamos unos a otros, que tenemos una responsabilidad por los demás y por el mundo, que vale la pena ser buenos y honestos. Ya hemos tenido mucho tiempo de degradación moral, burlándonos de la ética, de la bondad, de la fe, de la honestidad, y llegó la hora de advertir que esa alegre superficialidad nos ha servido de poco.”  Papa Francisco (LS 229).

Seguir de cerca el acontecer nacional y mundial resulta un acto frustrante y desalentador. Corrupción, impunidad, “metástasis” social, política y económica, desempleo, catástrofes ambientales, racismo, violencia generalizada, entre otros males, cubren la mayor parte de los noticieros y páginas de los informativos, especialmente, digitales.

Al redirigir nuestra mirada, nos encontramos con otra cara de la moneda: una realidad distópica, inundada de imágenes ficticias, juegos, aplicaciones, videos y otras pantallas que alteran la percepción de lo que sucede a nuestro alrededor, sumergiéndonos en un espejismo que seduce y engaña, sobre todo a los más jóvenes, quienes prefieren destinar su tiempo a refugiarse en un mundo alterno para evadir el presente.

Por un lado, programas que se enfocan en presentar el lado oscuro de la sociedad, el que es más cercano y tangible para las víctimas de un orden que descarta y desecha a los más débiles y vulnerables -entre ellos la naturaleza-; que promueve el consumismo, el dinero fácil, las mafias, el crimen y la impunidad, especialmente en un país en el que la memoria colectiva es frágil y selectiva, quizás por el hastío y el cansancio de saber que tras las figuras visibles hay poderes que son sumamente difíciles de desenmascarar y enfrentar.

Por otro lado, una burbuja virtual que cautiva y engendra ciudadanos hundidos en la superficialidad del entretenimiento, un universo paralelo que paraliza y produce generaciones que desprecian la disciplina, el esfuerzo, el compromiso y, en lugar de interesarse en cultivarse, prefieren la monetización de su imagen para convertirse en youtubers, influencers o cualquier nueva denominación que genere popularidad, además de réditos altos y a corto plazo. La “mentalidad de éxito” sobrepasa la capacidad innata del ser humano de generar pensamiento crítico y conocimiento, olvidando que, sin ello, la humanidad no hubiese alcanzado los logros científicos que nos permiten gozar del avance tecnológico actual en todas las áreas.

Sin embargo, este mismo terreno áspero y pedregoso es el terreno que elige la vida para defenderse y florecer a la luz del Espíritu, que nos ilumina y nos llena de ánimo y fortaleza para rechazar desde nuestro propio lugar histórico todo aquello que deshumaniza y degrada, todo aquello que nos roba la dignidad. Como hace casi dos mil años, ante un escenario adverso se desarrolla nuestra capacidad de liberarnos y optar por el bien, por la esperanza, por el amor que vence todo y nos mueve a crear y promover espacios donde todos podamos darnos la mano y reconocernos en el otro, sabiendo que la diversidad compone los más sublimes paisajes.

Es urgente que recuperemos la profundidad de seres senti-pensantes, que hemos caminado sobre el planeta desde hace millones de años, permitiéndonos descubrir la belleza que se encuentra tanto en las estrellas como en el vuelo de las aves y que, habiéndolas contemplado, despertaron la llama en nuestro interior ante la maravilla del universo y la naturaleza, llegando a visitar la luna y las estrellas tras construir naves que surcan, como pájaros, la atmosfera a grandes velocidades. Somos seres en camino.

Si cada uno de los que soñamos con un mundo mejor asumiéramos la tarea de construirlo desde nuestro espacio (familia, trabajo, barrio, etc.), reivindicaríamos, cultivaríamos y practicaríamos los valores que nos distinguen como especie con conciencia y creatividad, lograríamos cambios radicales en beneficio de los más pobres y vulnerables. La educación, en casa y en la escuela, tiene un reto enorme:  fomentar y cultivar las virtudes y el carácter que nos faculten elegir siempre el bien, especialmente el bien común por encima del egoísmo y la maldad para convertirlo en acciones concretas, como una demostración de que fuimos concebidos para la bondad y el amor. “En todo Amar y servir”. #ComuniquemosEsperanza

 

Con los ojos fijos en El, en la realidad y la fe" es una publicación de la Comisión ecuatoriana Justicia y Paz, resultado de reuniones periódicas de los miembros de la Comisión para analizar, reflexionar y proponer alternativas, a través de estas cartas.

 

domingo, 12 de mayo de 2024

carta No. 236: ¡Vino nuevo en odres nuevos!

Con los ojos fijos en Él

en la realidad y la fe

Comisión ecuatoriana Justicia y Paz
carta No. 236 – 12 mayo 2024
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¡Vino nuevo en odres nuevos!

“Ciertamente que, en la vida, como en sus diferentes configuraciones y estructuraciones, hay mucho que mantener, por esa ley humana de la estabilidad y continuidad que le da sentido a la armonía básica de todo crecimiento, pero no es menos cierto que la auténtica humanidad crece y se desarrolla, como tal, por osados saltos de novedad, por el bienaventurarse detrás de alternativas inéditas”. Papa Francisco.

El presente tiene raíces en el pasado, el no tener conciencia de los errores pone en riesgo volverlos a cometer. Así también, los esfuerzos y logros del pasado explican muchos de los aciertos del presente. La historia de nuestros pueblos y naciones es como un cordel de muchos colores, con nudos, quiebres vueltos a unir, a veces figuras desconocidas y otras muchas que vienen desde siempre. Una constante en la historia es el afán de la mayoría de construir días mejores para todos. Es común, por ejemplo, escuchar a personas que dicen “yo hago cualquier cosa, con tal que mis hijos no tengan que pasar por lo que yo he pasado”. Esta frase parece ser la semilla del desarrollo.

Lo más importante de este proceso es coincidir todos, o al menos la mayoría, a una visión común de a dónde queremos llegar. Esto se conoce como una “visión de futuro”.

Hay formas distintas de ver el futuro. Para los cristianos, el futuro compromete la realidad del aquí y ahora, así como la esperanza de creer firmemente en lo que construimos cotidianamente de manera colectiva y solidaria para hacer realidad el Reino de Dios. La visión de futuro debe ser formulada y aprobada mediante el diálogo, el debate, la inclusión sin exclusiones de ningún tipo. Tampoco caben los mesianismos, ni los populismos de derechas ni de izquierdas.

La mayoría de las personas están convencidas que la visión de futuro está asociada al poder, al tener y al aparecer. Socialmente nos hemos olvidado del servicio, del compartir y de ser auténticos. Queremos que cambie el tejido social sin iniciar con un cambio personal. Seguimos colocando porfiadamente el vino nuevo en odres viejos, y el vino nuevo revienta los odres viejos. Para construir el futuro “no debemos tener miedo de dejar los "odres viejos": es decir, de renovar los hábitos y las estructuras… que ya no responden a lo que Dios nos pide hoy para que su Reino avance en el mundo…" (Papa Francisco).

Los partidos políticos y las instituciones gubernamentales son esos odres viejos que evitan renovarse. Están fatigados, desconectados, por eso son incapaces de sintonizar y procesar la realidad socioeconómica, política, cultural, que es el vino nuevo, por ello no proponen, ni impulsan, ni garantizan procesos que respondan a la gravísima situación en la que viven las personas más pobres y vulnerables. La visión de futuro que tienen es pacata, excluyente y al margen de los intereses colectivos.

El Ecuador está todavía lejos de vivir una democracia real; los partidos políticos no practican la democracia que dicen propugnar, se han convertido en tiendas electoreras, no presentan proyectos políticos, les interesa el triunfo de sus candidatos, allegados al cacique del grupo, muchos sin identificación partidaria y peor aún, sin cualificación moral y administrativa. Los gobiernos elegidos en este sistema irregular y tramposo llegan a apoderarse del poder como que les perteneciera en propiedad, olvidando a sus mandantes y ejerciendo las diversas funciones del Estado a su capricho y beneficio. La consecuencia ha sido una dramática situación de corrupción e impunidad.

Es inminente construir y consolidar una visión de futuro, saber qué queremos para nosotros y para nuestros hijos. Hay numerosas experiencias exitosas de autogestión, sobre todo en sectores rurales y urbano marginales que son ejemplo de productividad, cooperación, eco-calidad, cuidado del medio ambiente, ocupación de mano de obra, abaratamiento de costos de producción, empleo de energías alternativas, valoración e igualdad de oportunidades para hombres y mujeres. Allí están las semillas de futuro que buscamos. Vino nuevo en odres nuevos. #ComuniquemosEsperanza

 

Con los ojos fijos en El, en la realidad y la fe" es una publicación de la Comisión ecuatoriana Justicia y Paz, resultado de reuniones periódicas de los miembros de la Comisión para analizar, reflexionar y proponer alternativas, a través de estas cartas.

  

domingo, 5 de mayo de 2024

carta No. 235: Trabajo digno y justo para todos

 

Con los ojos fijos en Él

en la realidad y la fe

Comisión ecuatoriana Justicia y Paz
carta No. 235 – 5 mayo 2024
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Trabajo digno y justo para todos

“El trabajo es una expresión de nuestra   dignidad y una contribución al bien común. En términos espirituales, el trabajo es una manera de participar en la continua obra divina de la creación.” (San Juan Pablo II).

“Los trabajadores deben ser empoderados y dotados de garantías y apoyo, protegiéndolos del "juego" de la desregulación…Las normas legales deberían estar orientadas hacia el crecimiento del empleo, el trabajo decente y los derechos de las personas.” (Papa Francisco).

En recuerdo de la huelga que se inició un 1 de mayo de 1886 en Chicago (USA) y que, reivindicando la jornada de 8 horas, provocó una masacre de trabajadores y la ejecución de 8 líderes, en 1889 en París, el Congreso Obrero Socialista, proclamó el 1 de mayo como el día del trabajo. Actualmente se conmemora en la mayoría de los países, salvo en los Estados Unidos, Canadá y otros.

La Biblia y la doctrina social de la iglesia hablan de la dignidad y de los derechos del trabajador (Levítico, Deuteronomio, profetas); el Génesis nos muestra a Dios trabajando por seis días para hacer las maravillas de la creación y descansando el séptimo; Jesús, también humanamente es trabajador, hijo de un carpintero, destaca el trabajo en varios pasajes como la parábola de los trabajadores de la viña (Mateo 21, 1-16); los apóstoles como Pablo, Pedro, Santiago, son ejemplo de trabajo y de defensa de los trabajadores: “El salario de los obreros que segaron sus campos y que no han pagado está gritando; y los gritos de los segadores han llegado a los oídos del Señor de los ejércitos” (Sant. 5,4). En la doctrina social siempre se ha remarcado que el trabajo es un derecho y un deber orientado hacia el bien común.

Fruto de fuertes luchas se fueron aumentando las conquistas y los derechos de los trabajadores, pensando en el descanso y el bienestar se logró la jornada semanal de 40 horas, el derecho a vacaciones, la jubilación, la seguridad social, un salario básico, los décimos sueldos, los fondos de reserva y cesantía; el reparto de utilidades, la liquidación por despido o desahucio y la jubilación patronal. Sin embargo, a raíz de la implantación de los gobiernos neoliberales no han cesado los intentos de reducción de estos derechos y de precarización del trabajo.

En Ecuador hay casi 40 modalidades de contratos laborales y sólo el contrato fijo e indefinido defiende y cumple con estos derechos. El INEC señala que menos del 30% de la población económicamente activa -PEA- tiene un trabajo digno, el 70% se encuentra en diversas situaciones de informalidad o precariedad.

La situación es aún más grave en el caso de las mujeres y los jóvenes. Aunque la Constitución y las Leyes indican que las mujeres tienen derecho a igual salario por el mismo trabajo y que se deben reconocer como trabajo las tareas de cuidado en el hogar (art. 333 y Ley Orgánica del Derecho al Cuidado Humano) no se cumplen. Lo mismo ocurre con el trabajo juvenil.

Con la Ley de Apoyo Humanitario, expedida en la Pandemia del COVID 19 (16/05/2020) que modificó las condiciones económicas de la relación laboral se provocó que más de 1.200.000 trabajadores fueran despedidos, violando los derechos a una liquidación justa. En la pregunta E del reciente referéndum (21/05/2024) se planteaba legalizar el trabajo fijo por horas, argumentando la generación de empleos, especialmente para jóvenes, pero el pueblo no aprobó, lo rechazó en 69,5 %. El gobierno anuncia nuevos intentos de reformas.

Desde una gran parte del sector privado hace tiempo que no se genera empleo digno y desde el sector público se reducen empleos alegando la crisis fiscal. Es el sector de la economía popular y solidaria, el de los micro, pequeños y medianos empresarios, el que genera casi el 70 % de trabajos, aunque una gran parte es con la modalidad de autoempleo.

Los datos revelan que en Ecuador la falta fuentes de trabajo es un problema estructural. ¿Qué hacer para solucionarlo? Este es un desafío histórico que ningún gobierno ha logrado superarlo y que demanda aunar esfuerzos para vencer el fantasma del desempleo que ha generado pobreza, migración, violencia. Los trabajadores tienen debilidades en sus organizaciones y deben fortalecerse para unirse y plantear y conservar sus derechos.

Se debe revisar el actual Código del Trabajo, no obstante, el reto sigue siendo crear fuentes de trabajo digno, lo que significa cambiar la matriz productiva del país, comprometer al sector privado tanto como al público, fortalecer los emprendimientos populares, las iniciativas asociativas y comunitarias de la economía popular y solidaria, consolidar la seguridad social, cambiar la mentalidad y recuperar la dignidad del trabajo como elemento clave para el bien común. El trabajo es un pilar para crear justicia y paz. #ComuniquemosEsperanza

 

Con los ojos fijos en El, en la realidad y la fe" es una publicación de la Comisión ecuatoriana Justicia y Paz, resultado de reuniones periódicas de los miembros de la Comisión para analizar, reflexionar y proponer alternativas, a través de estas cartas.

 

#Ecuador, #consultapopular, #Gobierno, #violencia, #narcotrafico, #empleo

 

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