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viernes, 23 de marzo de 2018

carta No.10 - Migrar: Huir para Vivir y Soñar


Con los ojos fijos en El 
en la realidad y la fe

carta No.10
marzo 2018
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Migrar: Huir para Vivir y Soñar

Desde siempre la humanidad ha estado en camino, en movimiento.  El ser humano siempre ha buscado y busca salir al encuentro de mejores días.

Hoy en día, millones de personas alrededor del mundo migran por múltiples razones, unos porque salen a estudiar, otros porque buscan mejores días para sus familias y para ellos, pero otros salen forzados por la violencia, el hambre, la pobreza, otros huyen “de «una interminable y horrenda serie de guerras, conflictos, genocidios, “limpiezas étnicas”», que habían marcado el siglo XX.  En el nuevo siglo no se ha producido aún un cambio profundo de sentido: los conflictos armados y otras formas de violencia organizada siguen provocando el desplazamiento de la población dentro y fuera de las fronteras nacionales -señala el Papa Francisco-.  También huyen de la desesperación de un futuro imposible de construir, «es trágico el aumento de los migrantes huyendo de la miseria empeorada por la degradación ambiental» expresa el Papa Francisco en el Mensaje de la Jornada Mundial de la Paz 2018.

La gran mayoría de migrantes salen en estado de desesperación y llegan en el mismo estado a una tierra en la que están solos, sin saber por dónde apuntar, en total incertidumbre y sometidos al vaivén de la sorpresa.  Francisco, ante esta realidad propone que “para ofrecer a los solicitantes de asilo, a los refugiados, a los inmigrantes y a las víctimas de la trata de seres humanos una posibilidad de encontrar la paz que buscan, se requiere una estrategia que conjugue cuatro acciones: acoger, proteger, promover e integrar”.

La Biblia cuenta que el mismo Abraham, el padre de la fe, fue un extranjero perpetuo, carente de tierra propia y establecido de por vida en una sociedad a la que no pertenecía (Gn 23,4).  Su historia es la de alguien en apariencia desposeído de sus derechos, pero en la realidad portador de una bendición.

El pueblo de Israel descubrió, a su vez, que la tierra es un don de Dios, que no tiene domino exclusivo sobre ella sino que debe compartirla con otras gentes hacia las que son prescritas unas actitudes éticas concretas, que bien debemos los ecuatorianos retomar y aplicar en la actualidad:

“No vejarás al migrante” Ex 23,9
“No lo oprimirás” Lev 19,34
“No lo explotaréis” Dt 23,16
“No defraudarás el derecho del migrante” Dt 24,17
“Maldito quien defrauda de sus derechos al migrante” Dt 27,19

Los evangelios relatan como Jesús fue sometido a una situación de migración forzosa.  El Evangelio de Mateo presenta la infancia de Jesús bajo la experiencia dramática de una emigración forzosa (Mt 2,14-15) y el de Lucas narra su nacimiento fuera de la ciudad “porque no había sitio para ellos en la posada” (Lc 2,7).  Su vida estará marcada por el rechazo de los suyos que “no le recibieron” (Jn 1,12), pasó su vida pública como itinerante, recorriendo "pueblos y aldeas" (cfr. Lc 13,22; Mt 9,35), su muerte “fuera de los muros de la ciudad” (Heb 13,12).  Jesús estuvo siempre en camino, su vida es testimonio de amor hasta el fin e identificación solidaria con los excluidos y rechazados de este mundo.  Los cristianos debemos seguir, pues, las huellas de Jesús, el viandante que "no tiene donde reclinar la cabeza” (Mt 8,20; Lc 9,58).

Jesús concentró su actividad pública alrededor de las ciudades del lago de Galilea y sobre todo en torno a Cafarnaúm.  Pero Jesús se desplaza por el Norte y Oeste a Tiro y Sidón (Mt 15, 21; Mc 7, 24-31), por el Este a las ciudades confederadas, la Decápolis (Mt 4, 25), por el Sur de Palestina a Samaría (Mc 10, 32; 11, 1; Lc 9, 51-53) y más allá del Jordán a la zona de Perea (Mc 10, 1; Mt 19, 1; Jn 10, 40).

Así como Jesús, el Papa Francisco señala que “la mayoría emigra siguiendo un procedimiento regulado, mientras que otros se ven forzados a tomar otras vías, sobre todo a causa de la desesperación, cuando su patria no les ofrece seguridad y oportunidades, y toda vía legal parece imposible, bloqueada o demasiado lenta”, por lo que bien vale la pena recoger, entender y aplicar cada uno de los verbos:

El «Acoger» recuerda la exigencia de ampliar las posibilidades de entrada legal, no expulsar a los desplazados y a los inmigrantes a lugares donde les espera la persecución y la violencia, y equilibrar la preocupación por la seguridad nacional con la protección de los derechos humanos fundamentales.  La Escritura nos recuerda: «No olviden la hospitalidad; por ella algunos, sin saberlo, hospedaron a ángeles» (Hb 13,2).

El «Proteger» nos recuerda el deber de reconocer y de garantizar la dignidad inviolable de los que huyen de un peligro real en busca de asilo y seguridad, evitando su explotación.  En particular, pienso en las mujeres y en los niños expuestos a situaciones de riesgo y de abusos que llegan a convertirles en esclavos.  Dios no hace discriminación: «El Señor guarda a los peregrinos, sustenta al huérfano y a la viuda» (Sal 146,9).

«Promover» tiene que ver con apoyar el desarrollo humano integral de los migrantes y refugiados.  Entre los muchos instrumentos que pueden ayudar a esta tarea, deseo subrayar la importancia que tiene el garantizar a los niños y a los jóvenes el acceso a todos los niveles de educación: de esta manera, no sólo podrán cultivar y sacar el máximo provecho de sus capacidades, sino que también estarán más preparados para salir al encuentro del otro, cultivando un espíritu de diálogo en vez de clausura y enfrentamiento.  La Biblia nos enseña que Dios «ama al emigrante, dándole pan y vestido»; por eso nos exhorta: «Amaras al emigrante, porque emigrantes fueron en Egipto» (Dt 10,18-19).

Y por último, «Integrar» significa trabajar para que los refugiados y los migrantes participen plenamente en la vida de la sociedad que les acoge, en una dinámica de enriquecimiento mutuo y de colaboración fecunda, promoviendo el desarrollo humano integral de las comunidades locales.  Como escribe san Pablo: «Así pues, ya no son extraños ni forasteros, sino conciudadanos de los santos y familiares de Dios» (Ef 2,19)”, completa el Papa Francisco.

Coordinación: Osvaldo Fierro
Observatorio Político

Con los ojos fijos en El, en la realidad y la fe es una publicación de la Comisión ecuatoriana Justicia y Paz, resultado de los Observatorios de Política y Eclesial, que reúnen periódicamente a los miembros de la Comisión para analizar, reflexionar y proponer alternativas, a través de estas cartas.

miércoles, 14 de marzo de 2018

carta No. 9 - La Ética ciudadana en la Pos-Consulta



Con los ojos fijos en El 
en la realidad y la fe

carta No.9
marzo 2018
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La Ética ciudadana en la Pos-Consulta

El Ecuador ha protagonizado como ciudadanía un hecho histórico: La consulta popular del 4 de febrero.  Ahora, como ciudadanía nos toca, en consecuencia, aceptar nuestra responsabilidad ética y política y actuar en consecuencia.

El Consejo de Participación Ciudadana y Control Social Transitorio ha comenzado actuar y sus primeras acciones han sido recibidas con beneplácito; a futuro inmediato deberá realizar una evaluación de todas las autoridades de control para analizar su desempeño y en caso de ameritar, sustituirlas con otras personas.  La Asamblea Nacional ha iniciado un proceso organizativo que le permita ejecutar lo resuelto en la consulta, aunque también hemos presenciado bloqueos y enfrentamientos entre bandos de asambleístas.  También se han hecho graves denuncias cruzadas entre protagonistas del anterior gobierno, e incluso, por una de ellas, se ha destituido al Presidente de la Asamblea.  En medio de este panorama es necesario asumir la demanda de la ética y sus consecuencias.

La Ética ciudadana, nos exige generar como espacio de acción un ambiente sano y agradable, lejos de intereses personales y de grupo, buscando el bien común, donde todos seamos un equipo trabajando conjuntamente para alcanzar objetivos comunes, utilizando cada uno sus talentos y capacidades y aprendiendo unos de otros, sin egoísmos, en paz y armonía, utilizando los valores y aportes positivos de cada quien, solo así la Patria podrá crecer y enfrentar los graves desafíos que nos afectan a todos

Después de la Consulta bajo ningún punto de vista debemos ni podemos quedarnos inmovilizados por la indiferencia confiando que solamente las autoridades implementen nuestro pronunciamiento.  Los ecuatorianos por décadas hemos sido observadores lejanos a la administración de los bienes comunes, nos hemos desatendido de lo que es responsabilidad de todos, como si las autoridades, fueran las propietarias del presente y futuro de todos.  Hemos preferido olvidarnos que en una democracia los mandatarios son los ejecutores de la voluntad de los mandantes.  Y en muchos casos y en varias ocasiones los resultados han sido trágicos.  Es cuando, ante el mal producido, no nos queda otra cosa que lamentarnos y en el mejor de los casos, aunque tardíamente, revelarnos y protestar ante el desgobierno

Es que la corrupción, el abuso del poder para provecho personal o de grupo se ha dado por la apatía ciudadana que ha dejado toda la responsabilidad a los gobernantes de turno.  Si bien ha existido siempre la corrupción, en la actualidad, al parecer, es más generalizada, parece que lo importante es llegar a ser rico, aun a costo del robo y la falsedad, despojando a todos los que honradamente buscan con su trabajo, el pan de cada día.  Tenemos que reconocer, sin embargo, que no se roba exclusivamente desde el gobierno, hay también otras muchas formas de perjuicio y sinvergüencería, con un agravante, que, al parecer, estos otros tipos de robo nos parecen hasta comunes y normales.

Como ha dicho el Papa Francisco la corrupción es a los pueblos como una terrible peste que no solo empobrece y produce miseria y dolor, sino que mata.  Denunciar y luchar contra la corrupción es una obligación moral de toda persona.  Todos tenemos la obligación de cuidar de todos y todas, y una de las peores amenazas es la corrupción.

La corrupción la superaríamos cambiando las formas ciudadanas de actuar, recuperando los valores humanos y la responsabilidad social.  Responsabilidad social de los actos individuales y colectivos, todos hombres y mujeres comunes, tanto como las autoridades, debemos responder por nuestras acciones y decisiones conforme a los principios fundamentales de la ética política.

Las instituciones del Estado están obligadas a implementar y operativizar las decisiones ciudadanas expresadas en las urnas el 4 de febrero, pero también la ciudadanía debe asumir la responsabilidad que le corresponde, cumpliendo su tarea de participación y control social, solo así los gobernantes de turno no se olvidarán que la voluntad popular delegada a través del voto no es un cheque en blanco, sino una delegación de confianza y está enmarcada dentro de objetivos claros y precisos que deben ser cumplidos a raja tabla, sin desviarse de la orientación dada por el pueblo en las urnas.,

Para que esto sea realidad es necesario que la ciudadanía actúe y participe organizadamente, sin desmayar, con el fin de controlar a través de veedurías que exijan el cumplimiento de esas delegaciones confiadas tal cual como fueron concebidas.

Esta participación activa, en donde la ética ciudadana se convierte en el motor de la participación ciudadana:
  1. Da a las personas deberes, derechos y participación social.
  2. Permite cultivar y vivir virtudes como la lealtad, libertad, tolerancia y responsabilidad.
  3. La participación ciudadana organizada permite pertenecer a una comunidad y tener vida social, además se posee conciencia ciudadana.
  4. La conciencia ciudadana proyecta a la ciudadanía a otro estadio de comportamiento que implica cumplir responsabilidades y reclamar derechos.

Si nos enrumbamos en la lógica de la participación como una manifestación de nuestra ética ciudadana, los mandatarios tendrán que cumplir a raja tabla las decisiones expresadas por los mandantes en las urnas el pasado 4 de febrero, si sucede lo contrario, simplemente, pasará el fervor del momento y volveremos a lo mismo de siempre.

Coordinación: Andrés León
Observatorio Político

Con los ojos fijos en El, en la realidad y la fe es una publicación de la Comisión ecuatoriana Justicia y Paz, resultado de los Observatorios de Política y Eclesial, que reúnen periódicamente a los miembros de la Comisión para analizar, reflexionar y proponer alternativas, a través de estas cartas.