Con los ojos fijos en El
en la realidad y la fe
en la realidad y la fe
carta No.5
diciembre 2017
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La Comisión ecuatoriana Justicia y Paz acompaña el acontecer nacional, con esta carta de reflexión ante temas tan delicados como la violencia contra la mujer y el abuso sexual a la niñez y adolescencia, con la mirada firme en Cristo Resucitado que dio su vida para que el mal, el dolor, el pecado y la muerte no tengan la última palabra en la vida de mujeres y hombres de nuestro tiempo.
Erradicar la
violencia contra la mujer, un anhelo de Justicia y Paz
Asistimos hoy, atónitos y preocupados,
al dramático "crecimiento" de todo tipo de violencia; no sólo
individuos aislados, sino grupos enteros parecen haber perdido toda forma de
respeto a la vida humana. Las mujeres e incluso los niños están,
desgraciadamente, entre las víctimas más frecuentes de esta violencia ciega. Se
trata de formas execrables de barbarie que repugnan profundamente a la
conciencia humana. (Juan Pablo II, 1995)
Estas palabras llegan hasta
nuestros días como un eco que traspasa el tiempo y retumba con fuerza en la
sociedad ecuatoriana en pleno siglo XXI.
En este afán por dar respuesta
a una problemática de tal magnitud, el Ecuador ha sido testigo de un proceso
vertiginoso por entregar la nueva 'Ley Orgánica Integral para prevenir y
erradicar la violencia de género contra las Mujeres', que remplaza la 'Ley de
erradicación de la violencia contra la Mujer y la Familia' de 1998.
El interés suscitado convocó
a numerosos grupos de diversos puntos de vista a presentar observaciones y
sugerencias ante la Asamblea Nacional. También en las calles, se expresaron de
manera multitudinaria más de un millón y medio de ciudadanos, exigiendo que la
ley incluyera expresamente el derecho constitucional a la vida, desde la
concepción, como primer derecho que garantiza la no violencia; acción
afirmativa de respeto máximo a la dignidad de toda persona sin exclusión, y el
derecho de los padres de familia como primeros educadores frente al Estado.
Luego de un proceso poco
claro de cambios y reconsideraciones, a través de la noble causa de la mujer,
se impusieron postulados en temas de ideología de género, aborto y exclusión de
los padres de familia en los procesos educativos y formativos de los hijos.
Motivo por el cual finalmente la ley no contó con la aprobación unánime de los
legisladores, que inicialmente había tenido.
“Suprimir la libertad, borrar
la memoria, adoctrinar a los jóvenes: son los tres indicadores de las
colonizaciones culturales e ideológicas de todos los tiempos”, ha anunciado el
Papa Francisco… palabras claras que definen lo sucedido.
Queda aún mucho por hacer,
para que la socialización de las leyes sea un auténtico ejercicio de escucha
generadora de una sólida cultura de encuentro y reconciliación, base
fundamental para erradicar la violencia. Sólo en la valorización del otro y el
“reconocimiento de las legítimas diferencias y opiniones de los demás” se abre
un diálogo respetuoso forjador de grandes soluciones, pues “el diálogo es
necesario, es fundamental para llegar a la verdad, que no puede ser impuesta,
sino buscada con sinceridad y espíritu crítico” señala el Papa Francisco.
La violencia contra la mujer
se evidencia donde “persiste una mentalidad machista, que ignora la novedad del
cristianismo, el cual reconoce y proclama la igual dignidad y responsabilidad
de la mujer con respecto al hombre” en palabras del papa emérito Benedicto XVI.
Violencia que también se pone de manifiesto en la ruptura del núcleo familiar,
el empobrecimiento creciente de amplias mayorías y el asedio por la pandemia
del alcoholismo y las drogas, fuentes directas de la violencia, que no
afrontamos con la urgencia y responsabilidad que requieren.
Los medios de comunicación,
la prensa escrita y en especial la televisión, están llamados a hacer un examen
particular sobre su responsabilidad directa en la difusión de modelos de
violencia y utilitarismo sexual, que finalmente debilitan el tejido familiar,
moral y social.
Allí donde no se reconoce y
promueve suficientemente el inmenso valor que la maternidad aporta a la
sociedad en su conjunto -más allá del período de parto y lactancia- se agrava
la brecha de injusticia y desigualdad. Un enfoque integral de familia puede ser
el eje dinamizador de políticas públicas en el ámbito laboral, jurídico,
económico y educativo, que sustente el desarrollo equitativo y sostenible que
tanto necesita nuestro país.
La maternidad, connatural a
toda mujer, le hace especial defensora de niñas y niños víctimas de violencia,
sin exclusión de ninguno, porque para la madre no hay lugar a las exclusiones
que la ley erróneamente se puede permitir. En estos días los ecuatorianos
también hemos sido testigos del destape de un crimen que clama al cielo: el
abuso sexual de la niñez y adolescencia.
El escándalo del abuso sexual es
verdaderamente una ruina terrible para toda la humanidad que afecta a tantos
niños, jóvenes y adultos vulnerables en todos los países y en todas las
sociedades. También para la Iglesia ha sido una experiencia muy dolorosa… El
abuso sexual es un pecado horrible, completamente opuesto y en contradicción
con lo que Cristo y la Iglesia nos enseñan… (Por este motivo) la Iglesia irrevocablemente
y a todos los niveles pretende aplicar contra el abuso sexual de menores el
principio de ‘tolerancia cero’… con la aplicación de las más firmes medidas a
todos aquellos que han traicionado su llamado y han abusado de los hijos de
Dios. (Papa Francisco, 2017)
Las palabras de Francisco
interpelan a quienes han traicionado su llamado de protección a la niñez,
especialmente en el delicado campo de la educación en sus diversas formas. La
dolorosa lección, como lo afirma el Papa, debe pasar de la denuncia a la
efectiva acción e implementación de directrices, que corrijan la complicidad
del silencio y la indiferencia que prefiere mirar para otro lado o cerrar los
ojos a aspectos tan concretos como el incremento exponencial del comercio de la
pornografía, cuyos efectos nocivos se están relativizando, a los que se suman
nuevamente las drogas y el alcohol y tantos otros factores de riesgo para la
niñez y adolescencia.
¿Qué vamos a hacer en Ecuador
para comprometernos, en las instancias públicas y privadas, pero también como
Iglesia, laicado y jerarquía, para hacer efectiva la “tolerancia cero” a la que
nos llama el Papa Francisco como un imperativo de Dios?
La presencia viva de Cristo
en la historia de los pueblos, que va más allá de la ley, es capaz de llegar al
corazón del hombre, donde verdaderamente debe ocurrir la conversión. Es por
esto que podemos afrontar llenos de esperanza y decisión estas difíciles
circunstancias.
Luchar contra la violencia,
ante todo implica promover la dignidad de la mujer, de los niños, adolescentes
y ancianos y también de manera especial, en nuestros días, urge recuperar la
dignidad del varón, acompañándole a reconocer su propia plenitud dando
cumplimiento a su vocación como esposo, padre, hijo y compañero. Sólo así será
el mejor aliado en esta lucha que requiere de su fuerza, entereza y ternura.
A la luz de la mirada de
Cristo, la justicia debe alcanzar la plenitud de la reconciliación, la unidad y
la paz, sólo así podremos mirar el futuro del Ecuador con renovada esperanza.
Coordinadora: Isabel María Salazar -
Relator: Osvaldo Fierro
Observatorio Político
Con los ojos fijos en El, en la
realidad y la fe es una publicación de la Comisión ecuatoriana Justicia
y Paz, resultado de los Observatorios de Política y Eclesial, que reúnen periódicamente
a los miembros de la Comisión para analizar, reflexionar y proponer
alternativas, a través de estas cartas.