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domingo, 25 de julio de 2021

Carta No. 90: "Ama killa, Ama llulla, Ama shwa" No ser ocioso, No mentir, No robar

Con los ojos fijos en Él
en la realidad y la fe

Comisión ecuatoriana Justicia y Paz
carta No. 90 – 25 de julio 2021
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"Ama killa, Ama llulla, Ama shwa"
No ser ocioso, No mentir, No robar

"Hoy reflexionamos sobre el séptimo mandamiento del decálogo: «No robarás» Lo primero que nos viene a la mente es el tema de la sustracción o retención ilícita de los bienes ajenos, y el debido respeto a la propiedad de los demás. En toda cultura, robar es inaceptable, pues todas defienden el derecho a poseer bienes".  Papa Francisco: catequesis, 7 noviembre 2018.

En Ecuador carecemos de tiempo para reponernos de un escándalo, cuando ya enfrentamos otro. Es impresionante la cantidad de denuncias que salen a la luz y se las identifica en cualquier ámbito y lugar; su magnitud puede ser desde lo sencillo y cotidiano hasta los más grandes actos de corrupción. El ruido de estas acciones que involucra a todas las clases sociales ensordece al país y lacera la dignidad nacional.

El abuso y sobreabuso del poder ha delineado un comportamiento social que fractura la ética nacional.  Los enloquecidos por el dinero se han metido en el centro del poder y han tejido verdaderas redes y mafias que superan las barreras legales, mientras someten y sobornan a jueces y fiscales, quienes les permiten salir airosos de los escándalos y de alguno que otro juicio.

Contrario a este holocausto ético, hay una máxima que desde tiempos inmemorales los pueblos ancestrales la han inculcado y vivido intensamente: el "Ama killa, Ama llulla, Ama shwa", que significa, No ser ocioso, No mentir, No robar.  Frase incluida en la Constitución de 1998.

Una norma de vida simple y sencilla, pero con un contenido profundo, que representan un conjunto de valores ancestrales y principios éticos que fortalecen los compromisos individuales y colectivos y permiten mejorar la convivencia social y comunitaria, optimizar la eficiencia y transparencia de la administración pública, promover el desarrollo integral y sostenible y mantener un comportamiento moral y coherente. Es un llamado para que las instituciones, los servicios y los servidores públicos sean eficientes, responsables, efectivos, inclusivos, ambientalmente responsables y transparentes en todas las acciones que ejecuten sin favoritismos ni proteger nada que esté en contra de la ley y la ética.

Dejar de ser ociosos y trabajar, dejar de mentir y decir la verdad, dejar de robar y ser honrados, son exigencias impostergables para todo ciudadano. Si lo hacemos realidad como país y sociedad gestaríamos una revolución de proporciones inimaginables puesto que quedaría atrás toda forma de acumulación indebida, toda ambición ilegítima de poder y se desterraría toda forma de corrupción. Los compadrazgos y palanqueos se archivarían, los ecuatorianos cumpliríamos con la Constitución y las leyes y, en consecuencia romperíamos el círculo vicioso de la pobreza, la marginación, la explotación, la injusticia, la corrupción, la impunidad.

"Cuando el capital se convierte en ídolo y dirige las opciones de los seres humanos, cuando la avidez por el dinero tutela todo el sistema socioeconómico, arruina la sociedad, condena al hombre, lo convierte en esclavo, destruye la fraternidad interhumana, enfrenta pueblo contra pueblo y, como vemos, incluso pone en riesgo esta nuestra casa común, la hermana y madre tierra" señaló del Papa Francisco en el II Encuentro Mundial de los Movimientos Populares (Bolivia, 2015).

Para salir de esta degradación ética, moral y de la crisis económica, política, cultural, ambiental en la que estamos sumergidos, sin dudar, debemos rechazar todo llamado al delito, venga de donde viniere y hacer nuestra norma de vida aquel "Ama killa, Ama llulla, Ama shwa".  ·  #ComuniquemosEsperanza

 

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Con los ojos fijos en El, en la realidad y la fe es una publicación de la Comisión ecuatoriana Justicia y Paz, resultado de reuniones periódicas de los miembros de la Comisión para analizar, reflexionar y proponer alternativas, a través de estas cartas.

 

  

domingo, 18 de julio de 2021

Carta No. 89: Delincuencia y miedo social

 

Con los ojos fijos en Él
en la realidad y la fe

Comisión ecuatoriana Justicia y Paz
carta No. 89 – 18 de julio 2021
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Delincuencia y miedo social

“En cualquier caso, esta violencia que se comete «por partes», en modos y niveles diversos, provoca un enorme sufrimiento que conocemos bien: guerras en diferentes países y continentes; terrorismo, criminalidad y ataques armados impredecibles; abusos contra los emigrantes y las víctimas de la trata; devastación del medio ambiente”.  Papa Francisco, 50 Jornada Mundial de la Paz, 1 de enero de 2017.

Los medios de comunicación presentan cotidianamente un panorama de miedo debido al incremento constante de la delincuencia. En los últimos cinco años, según datos del Instituto Nacional de Estadística y Censos - INEC, los homicidios por año crecieron: 2017: 972 casos; 2018: 994 casos; 2019: 1188 casos; 2020: 1372 casos; 2021 (hasta mayo): 860 casos.

Los asaltos a personas, sea en casas, calles, plazas, parques, vehículos o locales comerciales son cotidianos, cada vez con más peligrosidad y alevosía. Ya no solo amenazan y someten con arma blanca o de fuego, ahora los delincuentes utilizan otros elementos tan o más peligrosos, como rosear gasolina a la víctima o a quien pretenda defenderlo.

La delincuencia llena de miedo a la sociedad y paraliza cualquier acción de la ciudadanía. Los asaltantes son hombres, mujeres y ahora también niños. Sí, niños, a quienes los padres o quienes los manejan, les enseñan mecanismos para robar, asaltar, agredir y hasta matar. Estas escuelas del delito callejero abren un itinerario de perfeccionamiento hacia el crimen mayor. Algunos adolescentes y jóvenes, convertidos en sicarios, cometen asesinatos violentos a cambio de dinero.

Es necesario aclarar que no se es criminal debido a la pobreza. No confundamos pobre con delincuente, el pobre trabaja para ganar su sustento y el de su familia, en cambio el delincuente perjudica y daña de forma premeditada y violenta a otros. El malhechor olvida el valor de la vida y ataca a mansalva, sin medir consecuencias. La pobreza o desigualdad jamás justifica el robo, asalto, secuestro o asesinato.

La ganancia rápida y fácil se ha convertido en el objetivo principal para muchos, de allí que el narcotráfico, sin importar el daño y muerte que genere, tiene muchos adeptos y tentáculos. La prueba está en la actuación de las mafias que dominan y asesinan a quienes se les oponen, dentro o fuera de los recintos carcelarios.

La corrupción en la política es otra forma de delinquir y es el termómetro para la delincuencia común, ante lo cual, cualquier ciudadano puede pensar que, si los líderes roban y se aprovechan –hasta de la pandemia– para enriquecerse, por qué no hacerlo, aunque sean pequeños objetos como un celular o una billetera.

También vemos como en la protesta social, que es justa y necesaria, se infiltran quienes distorsionan su propósito original y realizan acciones de vandalismo, saqueo, destrucción y hasta crimen. Los casos son más que conocidos en nuestro país, en América Latina y el mundo.

Es imperativa una justicia seria que cumpla con sus deberes y facilite las causas, en lugar de complicarlas y hacerlas impracticables, ya que "a ustedes, jueces, corresponde hacer justicia, y les pido una especial atención en hacer justicia en el campo de la trata y del tráfico de personas y, frente a esto y al crimen organizado, les pido que se defiendan de caer en la telaraña de las corrupciones", señaló el Papa Francisco a la Cumbre internacional de jueces y magistrados contra el tráfico de personas y el crimen organizado, en el 2016.

El país demanda seguridad para desterrar el miedo, tarea prioritaria de las autoridades pertinentes. También es hora para que, desde la educación, recuperemos los valores familiares para construir una sociedad justa, solidaria, inclusiva y equitativa.  ·  #ComuniquemosEsperanza

 

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domingo, 11 de julio de 2021

Carta No. 88: Vivienda digna: un sueño esquivo

 

Con los ojos fijos en Él
en la realidad y la fe

Comisión ecuatoriana Justicia y Paz
carta No. 88 – 11 de julio 2021
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Vivienda digna: un sueño esquivo

En estos últimos años, el problema de la casa se ha vuelto extraordinaria-mente más agudo, a causa, sea del crecimiento de la población, sobre todo en las ciudades, sea de los traslados por motivos de trabajo, sea también por la búsqueda de mejores condiciones de vida. Los efectos saltan a la vista: creación de megalópolis, surgimiento de cinturones periféricos con condiciones de vida sub-humanas, marginación, miseria. Juan Pablo II, 1987.

En Ecuador hay conjuntos privados amurallados, con casas lujosas, con todas las comodidades, servicios, guardianía; y también barrios marginales, con "casitas" que apenas tienen cuatro paredes, carentes de comodidades, sin servicios básicos, sumergidos en la inseguridad, sin vías de comunicación ni transporte. Estos dos extremos conviven a consecuencia de la iniquidad, injusticia, concentración de la riqueza, corrupción, impunidad, entre otras causas.

El Banco Mundial (BM) señala que en Latinoamérica dos de cada tres familias necesitan una mejor vivienda, no una nueva. Mientras que el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), indica que más de dos millones de hogares ecuatorianos sufren déficit habitacional, de los cuales, 1,2 millones están en áreas urbanas (21% con déficit cualitativo, es decir, que deben ser mejoradas en sus materiales, espacio y servicios básicos) y 850 mil en áreas rurales (38% de déficit cualitativo). A pesar de que muchas familias pobres han conseguido un lote a través de traficantes de tierras, se registra un déficit aproximado de 500 mil viviendas lo que evidencia la gravísima problemática habitacional, que los gobiernos de turno, en sus campañas electorales, han ofrecido solucionar y no han logrado cumplir.

La Constitución establece que “las personas tienen derecho a un hábitat seguro y saludable, y a una vivienda adecuada y digna, con independencia de su situación social y económica”, sin embargo, ese derecho se ha convertido en un sueño muy lejano para familias que trabajan toda su vida para alcanzar un techo propio, sin lograrlo por los precios altos y los sueldos bajos, que impiden tener algún ahorro.

Según el Instituto Ecuatoriano de Estadística y Censos (INEC), aproximadamente 2,7 millones viven en inmuebles alquilados y hasta el 2018 el déficit de vivienda llegaba al 12,4% a nivel nacional. Esto representa que más de 573 mil familias no cuentan con casa propia y cada año se incrementa la demanda en alrededor de 60 mil nuevas viviendas. Si no se logra establecer una política estatal decisiva, este problema se acrecentará y cada vez serán más hogares los que requieran vivienda digna para crecer como personas y ejercer su derecho al empleo, a la educación, la participación, la salud, la protección social, ya que "es necesario que los gobiernos pongan todo su empeño para que el desarrollo económico y el progreso social avancen al mismo tiempo y para que, a medida que se desarrolla la productividad de los sistemas económicos, se desenvuelvan también los servicios esenciales, como son, por ejemplo carreteras, transportes, comercio, agua potable, vivienda, asistencia sanitaria...” resaltó el papa Juan XXIII (Pacem in Terris, 1963).

"En este sentido –subrayó el papa san Juan Pablo II– los católicos que gozan de responsabilidad en la vida pública, y cuantos se interesan por el problema de la casa, particularmente las administraciones locales, son exhortados a ofrecer su contribución, a fin de disponer políticas adecuadas que puedan hacer frente a las situaciones de más urgente necesidad y a remover los obstáculos que impiden encontrar las modalidades concretas, económicas, jurídicas y sociales, aptas a poner por obra condiciones más favorables a la solución de estos problemas" (¿Qué has hecho de tu hermano sin techo?, 1987)  ·  #ComuniquemosEsperanza


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domingo, 4 de julio de 2021

Carta No. 87: El deporte: una forma práctica de trabajo en equipo

 

Con los ojos fijos en Él
en la realidad y la fe

Comisión ecuatoriana Justicia y Paz
carta No. 87 – 4 de julio 2021
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El deporte: una forma práctica
 trabajo en equipo

“Gran importancia cobra hoy la práctica del deporte, porque puede favorecer en los jóvenes la afirmación de valores importantes como la lealtad, la perseverancia, la amistad, la comunión y la solidaridad”.  Juan Pablo II: Jubileo de los Deportistas, 2000.

Coincidiendo con Juan Pablo II -el Papa deportista- como fue reconocido, el deporte es un ejemplo de unión, encuentro, solidaridad, fraternidad, diálogo, esfuerzo y trabajo colectivo e individual, de recia disciplina, sueños, utopías, triunfos y derrotas, de temple, salud, bienestar, coordinación, estrategias y tácticas, de objetivos y metas claras.

El deporte, tanto en lo físico como en lo espiritual, es una forma de vida que permite descubrir la vitalidad del trabajo en equipo, la fortaleza de la unidad, la grandeza de la colaboración mutua, la eficacia de la solidaridad y la autodisciplina.

El deporte es un formidable campo de entrenamiento en el camino diario, donde no solo se requiere capacidad técnica, sino también esfuerzo, preparación y determinación, paciencia y aceptación de las derrotas, espíritu de equipo y voluntad de trabajar con los demás.

"Hay algunos deportes que se denominan «individuales»; sin embargo, siempre ayudan a poner en contacto a las personas, a crear relaciones incluso entre personas diferentes, a menudo desconocidas, que, a pesar de proceder de entornos distintos, se unen y luchan por un objetivo común.  Son dos cosas importantes: estar unidos y tener un objetivo", señaló hace poco el Papa Francisco.

Cuando hacemos deporte en equipo, nadie se queda fuera ni excluido, cada uno cumple su función, ninguno se aprovecha de los demás ni engaña ni es prepotente ni abusa de su posición.  Todos estamos dispuestos a caminar hacia un mismo destino.  También significa tender la mano a los que han caído o sufrido una falta; no denigra a los oponentes, sino los trata con igualdad. Trabajar en equipo significa apoyo y comprender que la competencia no puede comenzar en solitario.

"¡Los grandes objetivos, en el deporte como en la vida, los logramos juntos, en equipo!", destaca el Papa Francisco, lo que se puede aplicar a todas las actividades humanas, en cualquier situación y circunstancia. Somos seres en relación, en comunidad. El individualismo nos impide desarrollarnos y somete a los pueblos a la pobreza, la injusticia, la guerra, la corrupción, la impunidad… y con prepotencia, arrogancia, egoísmo, soberbia, sólo logramos sumergirnos, como humanidad, en un círculo perverso que cada día nos inunda de muerte física y espiritual.

El deporte "es una medicina para el individualismo de nuestras sociedades, que a menudo genera un 'yo aislado y triste', haciéndonos incapaces de jugar en equipo y de cultivar la pasión por algún buen ideal", propone el Papa Francisco.

Nuestro país conoce la fatiga, el cansancio, la decepción, sin embargo, cada día vive también con la esperanza de salir adelante, vencer los miedos, reconocer los límites y luchar por una realidad más justa y solidaria.

Si caminamos juntos y unidos, eliminaremos la discriminación, la corrupción, la injusticia y quedarán atrás las agendas personales y de grupo, y serán prioridad los más desposeídos.  Que nadie pueda vivir tranquilo mientras haya un ecuatoriano sin trabajo, sin vivienda, sin educación, sin acceso a servicios básicos.  Si dejamos atrás la queja y la protesta injustificada, podremos laborar hasta alcanzar una "vida plena para todos".  Ecuador es nuestro equipo.  ·  #ComuniquemosEsperanza


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