la belleza de la fe en Jesucristo, afirmó el Papa
(Radio Vaticana).- Con ocasión
del 25 aniversario de la Constitución apostólica Fidei depositum,
con la cual san Juan Pablo II promulgó el Catecismo de la Iglesia
Católica, el Papa Francisco explicó que “san Juan XXIII había
deseado y querido el Concilio en primera instancia no para condenar
los errores sino sobre todo para permitir que la iglesia llegara
finalmente a presentar con un lenguaje renovado la belleza de su fe
en Jesucristo.”
En su discurso a los participantes
del Encuentro promovido por el Consejo Pontificio para la Promoción
de la Nueva Evangelización, realizado en el Aula del Sínodo, el
Papa expreso que “custodiar” y "proseguir” es cuanto
compete a la Iglesia por su misma naturaleza, “para que la verdad
expresada en el anuncio del Evangelio, por parte de Jesús, pueda
llegar a su plenitud hasta el fin de los siglos.
Esta es la gracia
que ha sido concedida al Pueblo de Dios, pero es igualmente un
compromiso y una misión, de la que tenemos la responsabilidad, para
anunciar de modo nuevo y más completo el Evangelio de siempre a
nuestros contemporáneos, para que descubran la inagotable riqueza
que encierra la persona de Jesucristo.”
“Al presentar el Catecismo de la
Iglesia Católica, san Juan Pablo II sostenía que éste debía tener
en cuenta las explicitaciones de la doctrina que en el curso de los
tiempos el Espíritu ha sugerido a la Iglesia.”
“Este Catecismo –ha dicho el
Papa- constituye un instrumento importante no solo porque presenta a
los creyentes la enseñanza de siempre, de modo de crecer en la
compresión de la fe, sino también y sobre todo porque quiere
acercarse a nuestros contemporáneos con sus nuevas y diversas
problemáticas; a la Iglesia, comprometida en presentar la fe como
respuesta significativa para la existencia humana. Es necesario y
urgente que, frente a los nuevos desafíos y perspectivas que se
abren para la humanidad, la Iglesia pueda expresar la novedad del
Evangelio de Cristo que, encerrada en la Palabra de Dios, no han
venido todavía a la luz.”
“Conocer a Dios, como bien sabemos,
no es en primer lugar un ejercicio teórico de la razón humana, sino
un deseo inextinguible impreso en el corazón de toda persona. Es el
conocimiento que proviene del amor porque nos hemos encontrado con el
Hijo de Dios en nuestro camino… El que ama quiere conocer cada vez
más la persona amada para descubrir la riqueza que esconde en sí y
que cada día emerge como una realidad siempre nueva.”
El Papa insiste en un texto más
largo que “el catecismo se pone a la luz del amor como una
experiencia de conocimiento, de confianza y de abandono al misterio.
El Catecismo de la Iglesia Católica al delinear los puntos
estructurales de su propia composición, retoma un texto del
Catecismo Romano; lo hace suyo, proponiéndolo como clave de lectura
y de aplicación: “Toda la sustancia de la doctrina y de la
enseñanza debe ser orientada a la caridad que no tendrá fin jamás.
De hecho, sea que se expongan las verdades de la fe, o los motivos de
la esperanza, o los deberes de la actividad moral, siempre y en todo
se le da relieve al amor de nuestro Señor. De modo de hacer
comprender que cada ejercicio de perfecta virtud cristiana no puede
brotar sino del amor, como en el amor tiene su último fin.”
Varios párrafos siguientes el Papa
los dedica a la pena de muerte. “En este horizonte de pensamiento
me complace hacer referencia a un tema que debería encontrar en el
Catecismo de la Iglesia Católica un espacio más adecuado y
coherente con esta finalidad expresada. Pienso de hecho en la pena de
muerte". Entre otras cosas Francisco dice que “se debe afirmar
con fuerza que la condena a la pena de muerte es una medida inhumana
que humilla la dignidad humana, en cualquier modo que venga
ejecutada. Es en sí misma contraria al Evangelio porque se decide
voluntariamente suprimir una vida humana que es siempre sagrada a los
ojos del Creador”.
“Desgraciadamente, también en el
Estado Pontificio se ha hecho recurso a este remedio extremo y
deshumano, dejando de lado el primado de la misericordia sobre la
justicia. Asumamos la responsabilidad del pasado, y reconozcamos que
esos medios eran dictados por una mentalidad más legalista que
cristiana… permanecer hoy neutrales frente a las nuevas exigencias
para la reafirmación de la dignidad personal, nos hace más
culpables.”
Finalmente el Papa Francisco concluye
que “la Iglesia en su doctrina, en su vida y en su culto perpetúa
y transmite a todas las generaciones todo lo que ella es y todo lo
que ella cree”, como dijeron los padres del Concilio.
“La Tradición es una realidad viva
y solo una visión parcial puede pensar en el “depósito de la fe”
como una cosa estática. ¡La Palabra de Dios no puede ser conservada
en naftalina como si se tratara de una vieja frazada que hay que
proteger contra los parásitos! No. La Palabra de Dios es una
realidad dinámica, siempre viva que progresa y crece porque tiende a
un cumplimiento que los hombres no pueden detener…”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario