para poder
saber amar con el alma,
Ignacio Romero
Hay un tema tabú del que los adultos
no se animan a hablar y que los jóvenes se creen que saben todo lo
que hay para saber al respecto: el sexo.
Es verdad que es un tema “delicado”,
difícil de tocar. Pero también es verdad que no es solución alguna
no hablar de ello o hablarlo “a la vieja usanza”. Los tiempos
cambiaron. Los adolescentes ya no viven la sexualidad de la
misma manera que la vivían los adolescentes hace 20 años. ¡20
años! No es nada. Y, aun así, cambió mucho el tema.
Hace poco una amiga me recomendó un
libro que se llama: «Saber amar con el cuerpo», de Mikel
Gotzon Santamaría que habla sin pelos en la lengua del tema. Es para
que lo lean los adultos para que, cuando tengan que encarar el tema
con los jóvenes, estén armados de palabras y ejemplos claros y
sencillos sobre el tema.
El cuerpo expresa el amor del alma
El autor comienza explicando la
relación que existe entre el cuerpo y el alma. Como el hombre no es
pura materia, pero tampoco es un alma en una prisión de carne.
Materia y espíritu forman una unidad en el hombre. Sin una de ellas
no es hombre. Una vez que se entendió esto, se pasa al siguiente
punto: el cuerpo como instrumento para expresar lo que le sucede al
alma. Si estás alegre, quieres compartir con los demás, contagiar
esa alegría. Si estás muy triste, las lágrimas asoman y el cuerpo
te pesa. Si te entregaste para toda la vida a una mujer (o un
hombre), el cuerpo también ha de expresar esa entrega. Ahí entra la
relación sexual, no antes. Porque el cuerpo, en el acto
conyugal, demuestra corporalmente lo que sucedió con las almas en el
altar, frente al sacerdote y los testigos.
Entregar el cuerpo, sin que se haya
entregado el alma, es una mentira, porque el cuerpo dice algo que en
realidad no sucedió. Por eso es que no se admiten las relaciones
extra maritales, porque no cumplen con la función natural que Dios
le atribuyó al acto sexual.
Más entrado en tema, el autor
comienza a hablar de los diferentes aspectos de la vida
sexual. Por ejemplo. La excitación sexual, ¿es buena? ¡Ja!
Excelente pregunta. Un puritano te diría que no. Un materialista te
diría que es de las cosas más buenas que la vida tiene para
ofrecer. La propuesta de Santamaría es un punto medio. Él sostiene
que la excitación sexual es buena siempre y cuando sea ordenada. O
sea, que esté ordenada hacia la expresión de entrega total que
pretende ser el sexo. No es lícito buscar la excitación corporal
para una one night stand. Porque eso no es muestra de amor, sino
de búsqueda egoísta de placer.
La naturaleza de los sexos
Una vez demostradas las implicancias
del acto sexual y demostradas las razones por las que no son lícitas
las prácticas sexuales extramatrimoniales, el autor pasa a explicar
la naturaleza de cada uno de los sexos. Cuerpo de mujer, cuerpo de
madre y cuerpo de varón, cuerpo de padre. Eso es un significado que,
en caso de ser dicho en voz alta, te tildan de machista, de persona
que soporta al patriarcado y retrógrada. El autor propone este
ejemplo: si un dibujante ha de dibujar la silueta de una mujer, ¿no
se verá forzado a resaltar la zona de los pechos y de la cadera? ¿Y
por qué será que es así? ¿No responden ambas características a
la predisposición natural de la mujer de ser madre? ¿Con pechos
listos para alimentar al bebé y caderas listas para darle a luz?
Además del cuerpo, la asociación de
afectividad y actos corporales es muy diferente para ambos. Los
hombres son capaces de disociar el acto sexual de lo afectivo. Los
varones tienen una debilidad por lo físico y va mucho más rápido
que la afectividad. El varón llega a la cama sin siquiera plantearse
si quiere o no a la mujer que tiene delante. La mujer, por el
contrario, tiene más apegada la afectividad a los actos corporales.
Si llega a tener alguna clase de cruce sexual con un hombre, la
mayoría de las mujeres considerará que ese hombre con el que se
cruzó tiene una conexión con ella, la quiere.
Estos son los puntos que me parece
pertinente rescatar del libro. El autor trata más temas que estos.
Sin embargo, no quiero agotarlos pues vale la pena leerlo. Me
gustaría hacer énfasis en que es un libro para que lo lean los
formadores, no los adolescentes. Porque si un chico de 15/16 años
lee este libro, lo va a dejar a la segunda hoja. Pero, si lo lee un
formador, va a tener herramientas para poder encarar un diálogo con
los jóvenes que, por la cultura sexualizada que se difunde
gracias al cine, la música y el Internet, toman por normal y
cotidiano cosas que realmente lastiman y conducen por un camino del
cual es muy difícil volver.
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