Leonardo Boff
Lo que vivimos actualmente en Brasil
no puede ni siquiera ser llamado democracia de bajísima intensidad.
Si tomamos como referencia mínima de una democracia su relación con
el pueblo, el portador originario del poder, ella se niega a sí
misma y se muestra como una farsa.
Para las decisiones que afectan
profundamente a todos, no se discutió con la sociedad civil, ni
siquiera se escuchó a los movimientos sociales ni a los cuerpos de
saber especializado: el salario mínimo, la legislación
laboral, la previsión social, las nuevas reglas para la salud y la
educación, las privatizaciones de bienes públicos
fundamentales como es, por ejemplo, Electrobrás y campos importantes
de petróleo del pre-sal, así como las leyes que definen la
demarcación de las tierras indígenas y, lo que es un verdadero
atentado a la soberanía nacional, el permiso de vender tierras
amazónicas a extranjeros así como la entrega de una vasta
región de la Amazonia para la explotación de variados minerales
a empresas extranjeras.