Hay quien se mueve, se activa y se
moviliza en función de causas políticas. En los últimos tiempos,
los estudiantes ocuparon escuelas y, ahora, los manifestantes gritan
en las calles ¡FUERA TEMER!
El entusiasmo es bueno en la
actividad política, pero no forma militantes. Pasado el
apasionamiento, las aguas vuelven a su nivel. Lo que forma militantes
revolucionarios para toda la vida es la articulación entre práctica
y teoría.
La práctica se da en movimientos
sociales, sindicatos, partidos o instancias pastorales como las
comunidades eclesiales de base. La formación teórica exige
herramientas adecuadas para comprender la realidad y saber cómo
transformarla.
Me pregunto qué ha sido de los
jóvenes que ocuparon las escuelas a inicios de año. ¿Terminado el
movimiento se acabó el entusiasmo? ¿Quién les ofreció
herramientas teóricas para que comprendieran que la lucha de un
sector de la sociedad es la lucha de un pueblo, y que el antagonismo
entre la libertad y la opresión es la búsqueda de una sociedad en
la que el capital deje de prevalecer sobre los derechos humanos?
Las herramientas teóricas están
disponibles y son de fácil acceso: las obras clásicas del marxismo,
los libros de Paulo Freire, la historia de las revoluciones sociales,
la historia de América Latina y Brasil.
Los cambios sociales no son producto
solo del entusiasmo, sino, sobre todo, de convicciones arraigadas,
capaces de tornar inmunes a los y las militantes a las tres
tentaciones principales que aparecen en la lucha política: el poder,
el dinero y el sexo.
Cuando la lucha se centra en alcanzar
el poder y/o mantenerse en él, se troca un proyecto de nación por
una feria de cargos y salarios. Cuando se corre detrás del dinero y
el aumento del patrimonio personal, se cede a la corrupción. Cuando
se cae en la promiscuidad, hiriendo los sentimientos de compañeras y
compañeros, se mina la base ética de la construcción de hombres y
mujeres nuevos.
En la historia de Brasil hay
suficientes ejemplos de militantes que se destacaron por sus firmes
convicciones ideológicas y prácticas revolucionarias: Tiradentes,
Prestes, Olga Benario, Mauricio Grabois, Mariguella, Apolonio de
Carvalho, Fray Tito, Chico Mendes, Margarida Alves, la hermana
Dorothy Stang, el padre Josimo, etc.
Basta estudiar sus historias para
saber cómo se formaron y fueron capaces de enfrentar todo tipo de
adversidades para mantenerse fieles a la causa de la liberación de
nuestro pueblo.
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