Cuando se habla de teología de la
comunicación no se excluye la comunicación personal; aún más,
toda reflexión teológica sobre la comunicación debe partir de la
significación y valoración teológica de la comunicación personal.
Por: Carmita Coronado N.
“La comunicación es todo un
proceso de revelación de una persona y fe en otra, u otras, que a su
vez manifiestan su acogida. La comunicación es el camino para la
comunión.” Monseñor Juan Luis Ysern de Arce
Introducción
Hace varios años, como parte del
servicio de las Organizaciones Católicas de Comunicación para el
Caribe y América Latina, se formó una Red de Teología y
Espiritualidad del Comunicador que reunió a comunicadores,
comunicólogos y teólogos latinoamericanos que buscaban reflexionar
sobre la relación teología, evangelización y comunicación.
Algo de historia
Para ubicarnos de alguna manera en
esta inquietud sobre la comunicación humana y a través de los
medios, la Iglesia como institución ha dado señales de esa
preocupación a través de la difusión de su pensamiento y reflexión
a lo largo de los últimos siglos. Sus puntos de preocupación sobre
el tema pueden resumirse así:
•
La comunicación como hecho humano.
•
El aparecimiento de las tecnologías (historia de los medios de
comunicación social)
•
El impacto de alguno de ellos, por ejemplo el cine.
•
La tarea evangelizadora de la Iglesia frente a los medios.
•
La formación de los agentes de pastoral y de los fieles.
Estas preocupaciones fueron plasmadas
en los diferentes documentos, que tras detenidas reflexiones a partir
del Concilio Vaticano II se han ido difundiendo, y que a modo de
punteos claves se conocen como Magisterio y Comunicación:
1963: Inter Mirífica, Decreto,
“Entre las maravillas”, en donde la Iglesia hace recomendaciones
sobre el uso de los medios de comunicación.
1971: Communio et Progressio,
Encíclica, Comunión para el Progreso, utiliza por primera vez el
término Teología de la Comunicación como una tarea que consiste en
iluminar la realidad de la comunicación humana desde las bases
teológicas de la comunicación divina. Hacer comunicación para la
comunión.
1979: Tercera Conferencia del
Episcopado, Puebla: hay que destacar un pronunciamiento sobre
comunicación: La evangelización es comunicación. Se promueve
integrar la comunicación a la Pastoral de conjunto.
1992: Aetatis Novae, la Nueva era,
evidencia los avances de la comunicación social y su incidencia en
las culturas e individualidad, en la familia y en la sociedad en
general; necesidad de hacer una reflexión sobre la comunicación
humana.
1992: Cuarta Conferencia del
Episcopado Latinoamericano, Santo Domingo, se presenta una propuesta
sobre “La comunicación Social en Santo Domingo” a cargo de
Monseñor Juan Luis Ysern de Arce, Presidente de UNDA-AL y cuya
centralidad es la comunicación entendida como:
“todo el proceso de revelación de
una persona y fe en otra, u otras, que a su vez manifiestan su
acogida. La comunicación es el camino para la comunión. La
comunicación requiere dos actos libres: el acto de “manifestar”
interioridad (obsequio de la revelación) y el acto de “acoger”
la manifestación, el creer en el otro (obsequio de la fe).
Comunicador es el que se revela y
comunicador es el que cree, el cual al manifestar su fe se convierte
en revelador y, a su vez, el primer revelador se convierte en
creyente de la acogida brindada por el otro”. (pág. 110)
Desde este espacio de reflexión se
anima a apoyar el trabajo conjunto con las Organizaciones Católicas
de Comunicación.
2007: Quinta Conferencia del
Episcopado Latinoamericano, Aparecida: se concibe a la comunicación
como un nuevo areópago y la Teología de la Comunicación vuelve a
ser propuesta desde el pensamiento de la Iglesia; hay una clara
insistencia en la Pastoral de la Comunicación.
Relación Teología y Comunicación
Para hacer esta relación tendremos
en cuenta las reflexiones de Felicísimo Martínez Diez, en su libro
“Teología de la Comunicación”.
Hablar de comunicación nos lleva a
revisar qué pasa con la comunicación humana, porque ésta es su
fuente y entonces la comunicación es el rasgo más característico
de la historia humana y reflexionar teológicamente sobre la
comunicación es reflexionar sobre un fenómeno esencialmente humano.
(pág 27).
Pero el fenómeno más novedoso en
relación con la comunicación es indudablemente el fenómeno de la
comunicación social; facilitada por los poderosos medios de
comunicación y con la tecnología de última generación, ha llevado
la comunicación a unos límites insospechados: aquella aldea global
de Mc Luhan es una realidad y hoy hablamos ya de la cultura
planetaria, que rompe todas las fronteras entre los grupos y los
pueblos, a la vez que acelera la unificación de diferentes
ideologías, hábitos, formas de vida y otras manifestaciones. (pág.
29).
Cuando se habla de teología de la
comunicación no se excluye la comunicación personal; aún más,
toda reflexión teológica sobre la comunicación debe partir de la
significación y valoración teológica de la comunicación personal.
Se trata de reflexionar sobre la significación teológica de la
comunicación masiva y de analizar los valores teológicos en juego.
Nos encontramos ante un verdadero signo de los tiempos que debe ser
leído a la luz de la fe y discernido teológicamente. (pág. 31).
Es necesario recordar que el
cristianismo es una religión de comunicación, que pone el énfasis
principalmente en la auto-comunicación divina, la encarnación y la
Iglesia que se comunica en las diversas culturas.
Lo anterior ya nos ubica en una
relación entre teología y comunicación que debe ser tenida en
cuenta desde varios aspectos:
a)
Un primer aspecto ubica a la comunicación humana como un auxiliar de
la teología, para lo cual hay que considerar la experiencia y la
práctica de la comunicación como elementos históricos que permiten
una mejor comprensión del discurso teológico y de la reflexión
sobre Dios, la fe y los contenidos de ésta. (pág. 33)
b)
Un segundo aspecto se refiere a la teología comunicativa que tiene
que ver con la eficacia comunicativa de la teología; aquí entra en
juego el lenguaje: el lenguaje teológico puede estar distante del
lenguaje del pueblo. Aquí está una razón básica de la crisis de
la teología, de la predicación, de la evangelización. Una versión
actual de una teología comunicativa es la llamada “teología
narrativa” que es una teología centrada y orientada hacia la
experiencia humana de la comunicación. Es una narración de
acontecimientos y experiencias históricas de salvación, compartidos
en la comunidad. (pág. 34).
c)
Un tercer aspecto es una reflexión específicamente teológica sobre
el fenómeno humano de la comunicación. Se trata de elaborar una
teología sistemática de la comunicación.
Como un posible acercamiento al campo
de la Teología de la Comunicación se puede decir con el autor
Martínez:
“La teología de la comunicación
es una reflexión sobre la comunicación humana y su relación con la
experiencia de Dios. Es un análisis y un discurso sobre la
comunicación desde la perspectiva de la fe y de la revelación (pág.
35)
Lo anteriormente anotado es
importante para la teología y para la misión eclesial. Ésta es una
tarea fundamental de la teología y de la praxis pastoral: revisar
constantemente los contenidos teológicos comunicados y discernir su
correspondencia con el mensaje del Evangelio.
A modo de conclusión
Se debe considerar la comunicación
humana como “lugar teológico” en el que se revela el rostro de
Dios y su proyecto salvífico para la humanidad. Es descubrir la
dimensión teologal de las experiencias comunicativas. Es hacer una
lectura y un discernimiento de la comunicación humana a la luz de la
fe y de la revelación.
La teología de la comunicación
cuenta con una larga historia de revelación judeo-cristiana, con una
larga experiencia de fe, con una larga tradición teológica de la
Iglesia. Esta es la base para cualquier reflexión teológica;
también para la reflexión teológica de la comunicación.
Hacer teología de la comunicación
significa reflexionar sobre la experiencia y la práctica de la
comunicación a la luz de la fe; ésta y la perspectiva de la
revelación son, como en toda reflexión teológica, el horizonte
hermenéutico de la reflexión teológica sobre la comunicación
humana.
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