desafíos de la
comunicación
El comunicador y el rol transformador
de la comunicación tienen que sustentarse en comunicar desde una
ética particular y desde el tejer con otros y otras la posibilidad
de tener y hacer posible el futuro.
Mauricio López, Secretario
ejecutivo de Cáritas Ecuador y de la Red Eclesial Panamazónica,
REPAM; Presidente mundial de las CVX.
La realidad que vive nuestra
Panamazonía exige y grita una transformación urgente y para
lograrlo es fundamental el compromiso de la comunicación que
acompañe esta misión, desde la profundidad, desde la vida, desde
los rostros de nuestros pueblos.
Yo me pregunto todos los días, ¿qué
va a ser de nosotros cinco años más tarde, diez años después,
cuando quede a lo mejor como recuerdo de qué bello fue ese momento
con el Papa Francisco? ¿Cuántas esperanzas se movieron en nuestro
corazón? Y qué triste y doloroso sería reconocer que no hicimos lo
que teníamos que hacer para transformar la realidad; con la
diferencia de que este llamado sobre el cuidado de la casa común, es
un llamado que no puede eludirse nunca más, no hay marcha atrás.
Todos los rasgos de la realidad nos gritan y nos están exigiendo un
cambio profundo, un cambio sincero. Y es terrible lo que paso el día
en que Estados Unidos, el principal contaminante del planeta, el
principal emisor de bióxido de carbono, el principal inversor en una
serie de iniciativas que están acabando con la casa común, firmó
ese decreto con su intención de dar marcha atrás a lo que con
muchísimo trabajo habíamos ido construyendo con respecto al Acuerdo
de París en la COP21.
Estuvimos en la COP 21, hace más o
menos dos años, con el cardenal Claudio Hummes, Presidente de la Red
Eclesial Pan Amazónica, y vivimos lo profundamente doloroso de esa
indiferencia, que la mayoría de los gobiernos siguen con un
discurso del “para qué voy a cambiar yo si los otros no
cambian”; “para qué voy a cambiar yo si a mí no me va
afectar, sino a las próximas generaciones”. Entonces la voz
ética de la Iglesia, de los creyentes o de las personas de buena
voluntad se vuelve absolutamente fundamental. Todo creyente,
toda persona de buena voluntad tiene que sentirse interpelado por
eso y los comunicadores tienen una tarea todavía más
imprescindible de responder a ello, de no permitir que la
indiferencia tenga la última palabra.
La comunicación esencial
¿Todo lo que comunicamos realmente
genera transformación? ¿Comunicamos realmente desde el fondo? En
guaraní hay una palabra que me encanta y es “caracú”,
la médula, lo esencial, lo profundamente indispensable, y el
comunicador tiene que confrontarse con esa pregunta y discernir
¿cuál es mi contribución para que este llamado de transformación
acontezca, a través de esta capacidad de incluir lo verdaderamente
esencial en mi actuación comunicativa?
Y entonces aquí un par de preguntas:
¿Por qué comunico? ¿Es simplemente una serie de herramientas, una
profesión, una alternativa, un medio de vida? o ¿hay un deseo más
profundo? Luego, ¿desde dónde y hacia dónde comunico?
Pero, además también debemos
preguntarnos sobre ¿cuál es mi compromiso particular y en qué y
por qué me juego la vida cuando comunico lo que comunico? No
hay que olvidar que hay también demasiados mercenarios de la
comunicación vendiéndose a cualquier postor, que saben
perfectamente que pueden decantar o influir decisiones que van a
transformar la vida de las personas para siempre. Porque tienen
también claro desde dónde comunican, desde su interés particular.
Así que esa pregunta es fundamental. Si le preguntáramos al
principito ¿cuál sería su respuesta? “Solo con el corazón se
puede ver lo esencial. Y esto es invisible para los ojos”.
Creo que una pregunta comprometedora,
fuerte, es: ¿Está mi corazón dispuesto, comprometido en una
búsqueda de hacer una apuesta de línea comunicativa para
transformar? Hay que ver si esto está en el corazón, porque de lo
contrario, podemos hacer una buena labor comunicacional, pero hay que
ver si realmente aporta a una transformación significativa en la que
nos jugamos la vida y el futuro.
Es fundamental que nos preguntemos
cuando pensamos en transformar la realidad, en cómo tocar la vida de
nosotros, ¿qué es lo profundo y esencial? ¿Cómo comunicar aquello
que está más adentro y más profundo? ¿Qué me llama a ese cuidado
de nuestra casa común o parte de ella?
Y también debemos preguntarnos
¿dónde perdimos la capacidad de comunicar lo esencial?
¿Perdimos la capacidad de mirar en lo profundo y lo esencial, y nos
hemos convertido en simplemente transmisores o repetidores de aquello
que otros nos mandan, por rating, por ventas?
Es necesario que nos preguntemos
¿Dónde está la causa prioritaria por la cual comenzamos a
comunicar? ¿Cuál era la vocación profunda? Si no se toca con
la fibra íntima de este deseo y anhelo de transformar, creo que
estamos condenados a ser uno más, y el cuidado de la casa común
fracasará, ya que cuidar la casa común es un cuidado desde el
misterio: ¡o nos hacemos conscientes de que el misterio de Dios se
sigue haciendo presente, vivo y va conduciendo también el ritmo de
la vida, o estaremos también perdidos!
La ciencia es una herramienta
necesaria, pero también necesitamos volver a tocar lo profundamente
esencial. Una frase de Martin Buber puede ayudarnos mucho: “
“Nos preguntamos sobre la esperanza
para este momento. Con ello, quienes nos interrogamos lo percibimos
no sólo como extremadamente angustiante, sino también como un
momento donde no aparecen perspectivas diferentes, donde el porvenir
no se nos presenta como un tiempo de claridad y de elevación. Y a
pesar de eso, precisamente porque buscamos una mejor perspectiva,
hablamos de esperanza” (Buber, 2006:251).
El comunicador tiene que ser
inconforme esperanzado. Inconforme porque comprende la realidad, las
causas estructurales que conducen a todo este sin sentido de muerte
permanente, pero que tiene la posibilidad también de trasmitir
esperanza. Comunicar el cuidado de la casa común, el misterio
presente en la vida, tiene también que abrazar lo roto y saber
comunicar esperanza. Aquí tenemos que afinar la lente, y en la
tarea comunicacional esto de la lente y la imagen es profundamente
importante. Las tensiones van a determinar cómo y desde dónde
comunicamos. La primera tentación es querer comunicar desde la
amplitud, tratando de ser un sujeto versátil que comunica todo
pero sin profundidad. Y hoy el mundo necesita profundidad.
Estamos en la cultura del descarte y de la superficialidad, como dice
el Papa, y el comunicador tiene que ser capaz de ayudar a esa
profundidad que permita el destello de nuevas luces de esperanza.
Lo segundo, la rapidez. Estamos
en un acelere que nos lleva y nos arrastra para poder estar al ritmo
de lo que nos está aconteciendo. Pero la pregunta es
¿hay un discernimiento genuino, de integrar y definir qué es lo
relevante? ¿Cómo impacta lo que voy a decir? La inmediatez
frente a la falta del sustento ético, y esto es el corazón de la
Encíclica Laudato Sí. Es un imperativo ético universal.
No se trata simplemente de lo inmediato, se trata de dónde está el
valor mayor que conduce, porque todos vamos conduciendo esta
sociedad, con nuestras acciones u omisiones, hacia un lugar de
posibilidades mejores o hacia lo contrario.
La masificación, que es también un
desafío y un indicador que nos preguntamos todos los días.
Estamos llegando a todos, estamos masificando, pero la pregunta es
¿Hay una afirmación del sujeto concreto a partir del proceso
comunicacional o simplemente se trata de llegar al mayor número
posible de personas sea como sea? Cómo lo que comunico no solo
llega sino que afirma al sujeto, acoge y abraza identidad y
diversidad, y promueve a la persona.
El alcance. ¿Sea lo que sea, con que
llegue? ¿Sin comunión? Creo que hay múltiples expresiones
donde lo que se habla no importa, mientras llegue. Y no se puede
pasar desapercibido ante signos de muerte en la realidad. Uno se
pregunta ¿cuál es el papel del comunicador frente a esto?
Así, hay una serie de preguntas y
tal vez la más difícil es la que habla sobre la imparcialidad.
Creo que nos educan a todos para la imparcialidad, pero creo que el
mundo de hoy exige parcialidad. O tomas partido por la causa
por los más pobres y excluidos, por la causa de los desposeídos,
por la causa de los que no tienen alternativa, o simplemente estás
haciendo de cómplice del sistema. Y en el tema del cuidado de
la casa común también creo que está el idealismo de la
imparcialidad, que hace que vayamos pasando de largo sin
comprometernos en serio.
La pregunta es ¿hacia dónde van
todos? ¿Cuál es el signo de nuestros tiempos hoy? ¿A dónde va la
realidad? Como creyentes, tres rasgos nos permiten mirar la
realidad con los ojos de Dios: Hay que preguntarse ¿con qué ojos
mira Dios la realidad de hoy? ¿Con qué ojos se compromete o se deja
tocar por la realidad, hasta meterse hasta las entrañas del mundo y
empezar a transformarse desde lo concreto? Además no sólo con
lo concreto, sino en lo profundamente sencillo y en lo pequeño como
Dios mismo hizo en su elección para Encarnarse y ser uno con
nosotros y para nosotros.
Rasgos de la comunicación
Hay tres rasgos que tienen que ver
con la comunicación:
Una comunicación que se encarna, que
se hace carne con la realidad, que permanece, que acompaña, no
basta simplemente con visitas de vez en cuando. Es cierto
también que es difícil estar en todos los sitios, pero somos una
red.En la Red Eclesial Pan Amazónica, para mí es muy doloroso estar
desde Quito, estar viajando, tratando de estar en el sitio donde
acontece la vida de los pueblos y comunidades, pero en cambio hay
misioneros, misioneras, laicos, múltiples personas que se están
jugando la vida todos los días, y por ellos hacemos este servicio,
por los que se encarnan.
Segundo, la compasión, que muchas
veces la experimentamos y vemos como ese sentir dolor por ese otro,
ese otro pobrecito, con una mirada asimétrica. No. Es sentir
en él, ese otro, y a través de él, el otro, su propio dolor para
acogerlo y abrazarlo, y pedir un corazón misericordioso que se duele
hasta sentir el dolor del otro como propio.
Una frase del libro sagrado de los
Mayas, el Popol Vu, es una afirmación de los pueblos hoy y que
también está en el corazón de la Laudato Si:
“Arrancaron nuestros frutos,
cortaron nuestras ramas, quemaron nuestros troncos, pero no pudieron
matar nuestras raíces”
¿Cómo nos va en esa comunicación
desde las raíces que siguen vivas? Creo que hacemos muy bien
comunicando las ramas quebradas, los troncos quemados, los frutos
arrancados, pero ¿Estamos comunicando las raíces vivas que son
signos de esperanza? ¿Estamos sustentando la vida, a partir de las
raíces, de la vida profunda? Esta es una pregunta muy seria.
Estamos en un mundo roto. El
siguiente dato creo que nos va a convencer de la importancia del
cuidado de la casa común. Hoy (abril de 2017), 50 familias
poseen el equivalente al total de las 3500 millones de personas más
pobres del planeta. Si esto no nos indigna, no sé qué puede
indignarnos.
El uno por ciento de la población de
este planeta concentra el 99% de toda la riqueza. Esto no es un
asunto de buena voluntad, ni es un asunto de las estupideces que nos
venden cuando dicen que no podemos cuidar el planeta porque se hace
necesario seguir extrayendo recursos para dar de comer a los pobres.
Mentira. El problema es la inequidad. El problema verdadero que
está causando esta situación de quebranto planetario es la
distribución injusta.
Hoy se producen alimentos para dar de
comer a 1.3 planetas y hay mil millones de personas en situación de
hambre. Es un asunto de inequidad y es un asunto de no comprometerse
con esta causa de transformar la realidad.
Acceso al agua. A orillas del río
Amazonas, el río más majestuoso del planeta, existen familias sin
acceso a agua potable, viviendo en las condiciones más
desagradables, viviendo sobre la podredumbre, teniendo al frente al
gran río al cual no pueden acceder porque no existe la voluntad para
que puedan tener acceso al agua adecuada. 700 millones de personas no
tienen acceso al agua. Se desperdicia el 40% de alimentos que
producimos. Algo anda muy mal entre nosotros como unidad. Y
aquí aparece la pregunta sobre la perspectiva ética de la
comunicación.
Cuando se habla de un mundo
fracasado, no quiere decir desde la retórica, quiere decir desde la
falta de conciencia y voluntad para cortar las fibras de esta
realidad desigual y comenzar a transformarla. ¿Dónde está la
comunicación para transformar esto?
Y no solo eso. Entrando al
relato de la Encíclica Laudato Si, vemos que hoy estamos ya pasando
el umbral de lo que nuestro planeta puede resistir y soportar.
Estamos consumiendo el equivalente a 1.3 planetas. El planeta tiene
una cierta capacidad de auto-sanarse, lo que podríamos llamar
resiliencia y una cierta y limitada capacidad de carga. Todas
nuestras acciones humanas sumadas dejan una huella ecológica y el
planeta tiene una capacidad máxima de carga. Hoy hemos cruzado ese
umbral pero, con la certeza de que solo tenemos un planeta, si
seguimos en esa dirección estamos encaminados hacia la muerte y esto
lo ha dicho claramente el Papa Francisco. Esto no da más.
El comunicador y el rol transformador
de la comunicación tienen que sustentarse en comunicar desde una
ética particular y desde el tejer con otros y otras la posibilidad
de tener y hacer posible el futuro.
Nos estamos convirtiendo en ese
cáncer que está acabando con lo que existe en el planeta. La
Encíclica Laudato Si dice: “hemos convertido esta hermosa hermana
madre tierra en un inmenso botadero de basura”, sobre todo
centrados en esta necesidad insostenible de acumulación, porque nos
han dicho que el crecimiento es lineal y además es infinito, y el
planeta es finito y limitado. Pero el problema no está solamente
ahí. El problema está en la inequidad y en que los más pobres y
los más excluidos son también quienes más reciben el impacto de
esta situación. Hoy cualquiera, con una mínima capacidad racional,
se da cuenta que el problema del cambio climático no es nunca más
un discurso suelto, es una realidad que nos está tocando, nos está
impactando y nos está afectando el día de hoy.
Invitaciones concretas
O me sumo a una tendencia que va
conduciendo al sentido de tocar el misterio de la vida, la sacralidad
de la hermana madre tierra o estaré en esa tónica de continuar
destructivamente y ciegamente cortando las ramas en que estamos
sentados. Hoy se trata de una conversión ecológica profunda,
ninguna persona puede decir que el tema de la ecología, del medio
ambiente, no me afecta. Ninguna persona puede jamás decir que
yo no tengo nada que hacer al respecto. Si no hay una conversión
ecológica profunda, lo que estamos haciendo es el pecado más grande
de todos: el pecado de omisión; el pecado de dejar de hacer lo que
me toca hacer por simplemente seguir con lo mismo.
Es importante recordar estas 4
palabras para poder abrazar el llamado de la Enciclica Laudato Si
Metanoia: conversión radical y
profunda del corazón. Puede el Papa escribir 10 encíclicas más
sobre el medio ambiente, puede el planeta seguir encaminado a este
desfiladero… si no comienzo con una transformación personal
radical y profunda, estamos condenados.
Alteridad: reconocer al otro como
expresión de misterio de vida, donde Dios mismo se hace presente,
más allá de mí mismo y donde mi posibilidad de plenitud está
enmarcada en el rostro del otro y ese otro también es la hermana
madre tierra. Hay muchos que se asustan porque dicen que esto es un
cierto biocentrismo, que se le da un valor mayor al ambiente
creado, que al ser humano. Mentira. Lo que hay que entender es que el
ser humano está asociado en su ser y en su futuro con esta casa, con
esta creación. Si no reconozco el misterio de lo creado como
otro, también siempre lo estaré utilizando como un medio para mi
propio fin.
Discernimiento: sin discernir cuales
son los rasgos de la realidad que más están afectando, cuáles son
las causas estructurales del pecado, entonces no habrá cambio que
permanezca. Sí, está muy bien reciclar en casa, está muy bien
tener una composta, pero hay rasgos de pecado estructural, como
veíamos: 50 familias poseen el equivalente al 50% de la riqueza de
los más pobres. Un mundo con tal inequidad necesita de un
discernimiento serio, porque esta situación no va a cambiar así
nada más.
Parresia: salir a la realidad,
atreverse con coraje, asumiendo que puede haber mucha resistencia e
incomprensión para tocar y transformar la realidad.
Rasgos específicos de la Enciclica
Laudato Si
Los pobres no son un asunto de
discurso, de buena voluntad, que es ajeno a la realidad medio
ambiental. La situación del planeta, el impacto del cambio climático
y la realidad ambiental afecta más fuertemente a los pobres, por
encima de los demás. Y tenemos que asumir un rol en este
sentido. Los pobres se vuelven más vulnerables y más empobrecidos
por que han sido puestos en condiciones de las cuales no pueden salir
y el tema ambiental hace parte de esto.
Todo está conectado. No hay tiempo
de hablar mucho sobre amazonia, pero mucha gente dice: ¿yo que tengo
que ver con la Amazonía?, eso está por allá, que vayan los verdes,
aquellos ecologistas, pero hay hechos contundentes: uno de cada
5 vasos de agua que todo ser humano en el planeta bebe se lo
debe a la amazonia. 20% del agua no congelada, apta para el consumo
humano, viene de la amazonia. Más todavía, todo ser viviente
del planeta le debe a la amazonia uno de cada 5 respiros (20% del
oxígeno del planeta se produce ahí), y entonces la cosa se empieza
a relacionar conmigo. Es fundamental que reconozcamos que todo está
conectado.
Este nuevo paradigma de la tecnología
tiene que ser cuestionado. Esta estupidez de pensar que vamos a
conquistar otro planeta para el momento en que hayamos quemado todo
lo que tenemos, no tiene sentido. Hoy frente a nosotros la realidad
nos pide un cambio y aún estamos a tiempo. Hay quienes dicen que
seremos capaces de dominar otro planeta, sustituyendo a Dios
pretendiendo que lo podemos hacer todo por nuestra cuenta.
Se necesita otra mirada de economía.
Esta mirada de economía infinita que nunca se detiene que tiene la
propiedad de permanecer así, no puede seguir. Hay recursos limitados
y un planeta finito y tenemos que buscar una economía que dialogue
con esto y con la inequidad de la que hemos hablado. Reconocer el
valor propio de cada criatura, de todo lo creado, al estilo de San
Francisco de Asís, reconocido como expresión del misterio de Dios,
como expresión del amor de Dios presente un nuestra vida.
El sentido humano de la ecología.
La ecología no es un asunto ajeno o
disociado del ser humano, somos parte de este entorno, es nuestra
casa y brotamos de ella. Toda la conexión bíblica para los
creyentes o la tradición creacionista de los pueblos y
nacionalidades asocia nuestro ser humano con la creación, fruto del
barro y de la tierra, y de los elementos de la naturaleza. Nada más
cierto que esto. Lo ecológico es profundamente humano y no hay
vuelta que dar.
Necesitamos un debate sincero y
honesto. Estuvimos en la COP 21, en la Cumbre sobre el cambio
climático, donde veíamos que la casa se estaba quemando y lo único
que no había ahí era sinceridad y honestidad de parte de muchos
líderes. Los que querían seguir contaminando y abusando pedían que
se quitara por completo de la COP 21el discurso sobre derechos
humanos de la discusión sobre el tema. Países también negociando
para decir estoy dispuesto a firmar el Acuerdo de París en el que se
juega posiblemente el futuro del planeta, siempre y cuando no me
contabilicen todo el tema del aparato militar y su impacto ambiental,
que no se cuente eso como ámbito ni económico ni como impacto al
medio ambiente, y lo lograron. No hay muchos debates honestos y
sinceros en los niveles más altos. Hay cosas que se están
dando muy interesantes, pero sobre todo vienen de la base, del
territorio, de la realidad, de quien escucha el clamor de la tierra.
Tenemos que meternos en política.
No es un tema de proselitismo o temas electorales. Es incluir
en las estructuras institucionales procesos de discernimiento
político que pueden generar cambios. La encíclica dedica un
capítulo específicamente a generar cambios en las políticas
locales, nacionales e internacionales. Tenemos que tomarlo más en
serio esto, y el comunicador aún más. ¿Cómo comunica esta
posibilidad de transformar a nivel de incidencia?
La cultura del descarte nos está
arrastrando a todos, necesitamos hacer frente a esta cultura.
Acabamos de estar en Estados Unidos y es obsceno cómo en todos los
sitios los platos de comida -además de servirse en cantidades
estratosféricas-, la mayoría, o una buena parte, se
desperdicia y se va a la basura. Esto porque regalarla puede causar
conflictos y denuncias legales. ¿Cómo llegamos a esto? Recordemos,
mil millones de hambrientos en el planeta, esto es la cultura del
descarte, y vemos la pobreza política que estamos viviendo,
del descarte, de polos que se confrontan y donde el debate
serio que ayuda a crecer el sentido de democracia está ausente, en
cualquiera de los ámbitos.
Invitación a un nuevo estilo de vida
Necesitamos re-pensar nuestro modo de
ser y estar en este mundo. Hay toda una corriente del decrecimiento,
que nos parece demasiado fuerte (a veces nos cuesta entrar en eso),
pero que nos debe ayudar a poner límites y a reconocer los límites
de nuestro planeta. Necesitamos cambiar el estilo de vida;
todavía estamos a tiempo insiste el Papa Francisco, pero no queda
mucho.
Para finalizar es necesario atender
la invitación que hace el Papa Francisco y que nos preguntemos sobre
lo que le da sentido a mi estar en el mundo, a la invitación a
transformar; y para los comunicadores, pensar en mi papel de
influencia y desde qué ética y posición lo asumo.
Abrazar la causa de la Laudato Si
implica abrazar la conversión profunda. La metanoia implica abrazar
la alteridad del otro, reconocer al otro como misterio de Dios y a la
hermana madre tierra también como otro; implica discernir los signos
de los tiempos, las causas estructurales de esta inequidad, e implica
salir con valentía al encuentro de la realidad para colaborar en su
transformación y que sea más como el Reino que Cristo nos prometió.
“Dios, que nos convoca a la entrega
generosa y a darlo todo, nos ofrece las fuerzas y la luz que
necesitamos para salir adelante. En el corazón de este mundo sigue
presente el Señor de la vida que nos ama tanto. Él no nos abandona,
no nos deja solos, porque se ha unido definitivamente a nuestra
tierra, y su amor siempre nos lleva a encontrar nuevos caminos.
Alabado sea”.
“El proyecto de Dios se sigue
haciendo vigente, aunque con nuestras dudas, miedos, limitaciones
temporales no las veamos, el proyecto de Dios tendrá la última
palabra a esta nuestra esperanza”. Laudato Si. -REPAM
Por: SIGNIS ALC
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