a la
depresión psicológica
Leonardo Boff
Estamos en una situación
generalizada de crisis sobrepuestas unas a otras y en un ambiente de
caos.
Los conceptos de crisis y de caos
pueden ayudarnos a entender nuestra realidad contradictoria. Para
ilustrar la crisis se usa la palabra china, que está
compuesta por dos caracteres: uno expresa riesgo y el otro
oportunidad. Efectivamente la crisis contiene el riesgo de desmontar
un orden hasta degenerar en la barbarie pero también puede
representar la oportunidad de refundar un nuevo orden Yo
personalmente prefiero el origen filológico de crisis en el
sanscrito: se deriva de la palabra kir o kri, que en
sanscrito significa limpiar y purificar. De ahí viene la expresión
acrisolar: limpiar todo lo que es accidental hasta que aparece lo
esencial. Y crisol, recipiente que purifica el oro de las
gangas. Las palabras en el chino y en el sanscrito son diferentes,
pero el significado es el mismo.
Aplicando estos sentidos a nuestra
situación, podemos decir que la crisis generalizada y el caos
dominante pueden, si no sabemos manejar su energía destructiva,
degenerar en barbarie, y si aprovechamos la positiva, alumbrar una
nueva configuración social de Brasil.
En el momento actual tenemos
la oportunidad de cerrar el ciclo de un tipo de política
que nos viene desde la colonia, basado en la conciliación entre sí
de las clases acomodadas y siempre de espaldas al pueblo, hoy
actualizada por un presidencialismo de coalición. Parece que este
modelo de hacer política y de organizar el Estado, controlado por
estas clases, que implica grandes negocios turbios y mucha
corrupción, ya no puede seguir adelante. Es demasiado destructivo.
Lava-Jato ha tenido el mérito de desenmascarar este mecanismo
perverso y anti-social. Ojalá surja la posibilidad de una
construcción social nueva.
Sin embargo, estas clases dieron el
golpe parlamentario interesadas en prolongar este orden que
garantizaría sus privilegios, con el propósito de desmantelar los
avances sociales de las clases populares emergentes y de alinearse
con la lógica del Gran Capital a escala mundial, hegemonizado por
Estados Unidos.
Como observó Márcio Pochmann, uno
de los mejores analistas de las desigualdades sociales y de la
riqueza y pobreza del país, “la élite brasilera escogió el lado
equivocado” (El golpe y la traición de las
élites: https://goo.gl/QUpRZn
En vez de asociarse a lo nuevo, a un
nuevo arreglo político, económico y social, a la mayor iniciativa
de desarrollo multilateral desde el final de la Segunda Guerra
Mundial iniciada en Eurasia que propone una globalización inclusiva
en la que nosotros a través del BRICS estábamos incluidos escogió
la alineación tardía con las fuerzas que detentan la hegemonía
mundial bajo la regencia de Estados Unidos. El presupuesto de esta
nueva iniciativa de Eurasia está estimado en 26 billones de dólares
hasta el año 2030, e incluye a otras 65 naciones, que corresponden a
casi 2/3 de la población mundial. Se crean oportunidades de
desarrollo, comenzando por los países más necesitados. Aquí
podríamos estar y no estamos por causa de nuestra ineptitud y
nuestra subordinación.
Ese proyecto apunta hacia un nuevo
orden mundial, una especie de keynesianismo global innovador con una
posible mayor igualdad y justicia social, respetando la soberanía de
las naciones.
El grupo en torno a Temer optó por
el viejo sistema militarista e imperial cuya seguridad reside en
bases militares distribuidas por todo el mundo. Están entre nosotros
en Argentina, en Paraguay, en Chile, en Perú, en Colombia y también
en Brasil a través de la cesión de la base de Alcántara en el
estado de Maranhão.
La venta de tierras a extranjeros,
especialmente allí donde existe gran abundancia de agua –por aquí
pasa el futuro de la humanidad junto con la biodiversidad– hiere
profundamente nuestra soberanía y ofende al pueblo brasilero, celoso
de su territorio.
Una vez más estamos perdiendo la
oportunidad del lado positivo de la crisis y el caos actuales.
Desperdiciamos esta posibilidad única, por falta de un proyecto de
nación libre y soberana. Usando una expresión de Jessé Souza, se
debe a la “estupidez de la inteligencia brasilera” que está
aconsejando a Temer.
El efecto se nota por todas partes:
los 14 millones de desempleados, los 61 millones de morosos, la
desindustrialización, los 33 navíos en construcción abandonados a
la oxidación y la neocolonización impuesta que nos hace solo
exportadores de materias primas.
Asistimos, anestesiados, a este
crimen contra el futuro del pueblo brasileño. Temer, sometido a
varios procesos, cuida de sí mismo en vez de cuidar del pueblo
brasilero. Una ola de indignación, de tristeza y de desamparo se
está abatiendo sobre casi todos nosotros. De la recesión
económica estamos pasando a la depresión psicológica. Si no
reaccionamos y no nos armamos de coraje y esperanza, la barbarie
podrá estar solo a un paso. Nos negamos a aceptar este ignominioso
destino.
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