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domingo, 29 de junio de 2025

carta No. 295: Clamemos e invoquemos la paz

 

Con los ojos fijos en Él

en la realidad y la fe

Comisión ecuatoriana Justicia y Paz
carta No. 295 – 29 de junio 2025
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Clamemos e invoquemos la paz

“Hoy más que nunca, la humanidad clama e invoca la paz. Es un grito que exige responsabilidad y razón, y no debe ser sofocado por el estruendo de las armas ni por palabras retóricas que incitan al conflicto…

La guerra no resuelve los problemas, al contrario, los agrava y causa heridas profundas en la historia de los pueblos, que tardan generaciones en cicatrizar. Ninguna victoria armada podrá compensar el dolor de las madres, el miedo de los niños, el futuro robado.”  León XIV, 22/06/2025.

Se afirma que en la guerra la primera víctima es la verdad. Posiblemente sea así, pero también mueren la humanidad, la inteligencia y la razón. Algunos líderes mundiales parecen haber perdido el sentido común; han iniciado, mantenido y profundizado cruentas guerras con enormes bajas en la población civil, despreciando la diplomacia y la negociación. Sus mensajes son cada vez más virulentos y amenazadores, generando una creciente polarización internacional. Esto es sustentado por una propaganda que justifica cualquier hecho y declara victorias sin sentido. Incluso el fantasma nuclear vuelve a sobrevolar a toda la humanidad.

Vivimos días de intensa zozobra por la guerra entre Israel e Irán, que fue iniciada por una agresión injustificada del Estado sionista en contra del país persa, dominado por la teocracia de los ayatolás. El conflicto fue escalando hasta la intervención de los Estados Unidos y la posterior declaración de una tregua frágil, que puede ser solo una pausa temporal.

Ante esta confrontación, pasaron a segundo plano la guerra de Ucrania —donde cada semana mueren más de 10.000 personas de ambos bandos—, el constante genocidio de palestinos en Gaza, las interminables guerras en África. China se torna agresiva frente a Japón y Filipinas. La OTAN se posiciona en todos los conflictos y exige que sus 32 miembros destinen el 5 % de su producto interno bruto en armamento, a costa del gasto social. La Unión Europea declara que debe gastar hasta 800.000 millones de euros en armas ante la amenaza rusa. Así se quema incienso ante los nuevos ídolos de la industria armamentista, actualmente la más rentable del mundo.

Todo esto se justifica sobre bases falsas, instalando un clima de terror que trata de convencer a las personas de que las guerras son inevitables. Las reacciones de los pueblos ante tales despropósitos son tímidas y hasta ahora minoritarias, olvidando los principios básicos del derecho internacional.

En Latinoamérica, aunque no hay guerras entre países, persiste un clima de violencia generalizada. En Ecuador, el llamado “conflicto armado interno” ha dejado un saldo alarmante de asesinatos diarios, extorsiones y secuestros. La respuesta estatal ha sido endurecer leyes que vulneran derechos humanos, promoviendo impunidad y criminalizando a menores como adultos.

Somos un pueblo herido. Hemos interiorizado la violencia que se ha apoderado de nuestra alma. En los comportamientos diarios se han recrudecido las agresiones al interior de las familias, en los espacios comunitarios, en los trabajos, en la sociedad. El miedo y el temor hacen que muchas personas justifiquen, sin ningún espíritu crítico, los ajusticiamientos de los delincuentes. Se dice: “hay que acabar con ellos”. Nos deshumanizamos sin darnos cuenta.

En 1963, cuando la humanidad estuvo a punto del apocalipsis nuclear, el papa san Juan XXIII publicó su encíclica Pacem in Terris. Allí nos decía que los derechos y deberes de las personas eran la base para la paz, que había que establecer relaciones de justicia y solidaridad entre individuos, familias, grupos sociales y los Estados, y que era necesario promover la cooperación internacional para el desarme, la solución pacífica de conflictos y la ayuda al desarrollo de los países pobres.

San Pablo nos recuerda que todos formamos parte de un solo cuerpo, sin distinción de origen o clase: “Si sufre un miembro del cuerpo, todos los demás sufren con él; si es honrado, todos los demás se alegran” (1 Corintios 12,26). Debemos trabajar para construir la paz, desterrar la obsesión belicista y la violencia destructora de sociedades y familias. #ComuniquemosEsperanza

 


Con los ojos fijos en El,
 en la realidad y la fe" es una publicación de la Comisión ecuatoriana Justicia y Paz, resultado de reuniones periódicas de los miembros de la Comisión para analizar, reflexionar y proponer alternativas, a través de estas cartas.

 

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