El “verdadero terremoto”,
psicológico, social, económico y político, está perfilándose
para el 2018. Los “jóvenes milenio” lo decidirán desde las
Redes Sociales.
Por Jorge Ortega
México.- La Ciudad de México y
anexos conurbanos están densamente habitados por 18 millones de
personas. Son zonas muy extensas y diversas, llenas de
vialidades, casas, edificios habitacionales y de oficinas, centros
comerciales, templos, áreas verdes.
A las 11:00 am, se realizó un
simulacro de evacuación, pues la experiencia del 19 de septiembre de
1985, ha venido generando una cultura y prácticas de prevención.
Dos horas después, sucedió un sismo de 7.1 Rigther, el mismo 19 de
septiembre.
La gente desalojó con gran orden las
construcciones, la circulación vehicular colapsó; en gran parte la
electricidad y la telefonía dejaron de funcionar, las redes sociales
permitieron comunicar a familiares y amigos en tiempo real con
mensajes, imágenes y videos, reportando daños y urgencias.
Para la
mayoría de los capitalinos no existía la conciencia de la
destrucción ocasionada por el terremoto sino hasta ver en sus
teléfonos la focalización de los efectos.
Pudimos enterarnos de que había
impactos en una línea de edificaciones muy precisa, desde Xochimilco
y a lo largo de la avenida División del Norte y Nuevo León.
Lo más emblemático había sido el derrumbe de edificios habitados
por personas mayores y el derrumbe de una escuela con niños y
profesores. Es de reconocer y de gran elogio, que han funcionado los
protocolos de seguridad civil y los equipos de rescate, como
bomberos, ambulancias, hospitales y cuadrillas de trabajadores.
Pero lo que más destaca es la
inmensa solidaridad de la sociedad, de empresas que mandan su
maquinaria y equipo, de los medios de comunicación y las redes
sociales, pero por encima de ello la participación voluntaria de
miles y miles de jóvenes. Una impresionante lección cívica
de participación fraternal. Los jóvenes forman brigadas de
colaboración voluntaria para quitar piedras y lozas y organizan
acopio de herramientas, medicinas y alimentos. Se ha logrado rescatar
a numerosas personas, removiendo escombros. Las redes, la radio
y televisión han transmitido ininterrumpidamente información
y requerimientos.
En la ciudad de México colapsaron 39
edificaciones y fallecido alrededor de 100 personas. Si se
cuentan las provincias de los alrededores los muertos son ya 250.
No se reportan extranjeros fallecidos.
El espíritu fraterno prevalece y la
normalidad vuelve rápidamente. Es menester señalar, que la
mayor parte de la ciudad está intacta y operable. Las
principales vialidades, el metro y el aeropuerto empiezan a funcionar
con regularidad.
El clamor ciudadano en las redes
sociales, que crece por doquier exige reducir radicalmente el
financiamiento a los partidos y a las campañas políticas. Los
jóvenes exigen que nuestros impuestos vayan a quienes lo necesitan y
no más a mantener la casta de políticos, que nunca realmente han
trabajado en su vida sino son mantenidos por la corrupción, la
complicidad y la impunidad. El sismo ha golpeado y
despertado la conciencia de la “generación milenio” y este es el
mejor fruto.
Lo verdaderamente catastrófico para
México, es que el terremoto del día 7 de septiembre, suscitado en
las zonas más pobres e ignorantes del país, requiere la
reconstrucción de 70 mil viviendas, en Chiapas, Oaxaca y Morelos.
Obviamente el presupuesto programado por Diputados para el 2018 tiene
que modificarse y restringirse. La democracia al estilo mexicano,
golpea a partido oficial y a sus mafias del poder, a la oposición
atolondrada y al populismo estilo “Chavista”.
El “verdadero terremoto”
psicológico, social, económico y político, está perfilándose
para el 2018. Los “jóvenes milenio” lo decidirán desde
las Redes Sociales. El riesgo radica en que desde las zonas de
catástrofe se levanten los pobres, violentos e inconformes, que son
millones, encabezados por el nacionalismo demagógico de Andrés
López Obrador, conocido como El Peje.
A la nueva
generación de mexicanos jóvenes le urge un líder de alta
conciencia cristiana y social, intachable, visionario, ético,
empático, sin miedo, “estadista”, que pueda ser para
todos nosotros una especie de Santa Juana de Arco.
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