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lunes, 4 de septiembre de 2017

“Amor fecundo en el matrimonio”

 y “Sexualidad como lenguaje total” temas centrales en el segundo día de Asamblea de Formación
“El principito” novela corta y la obra más famosa del escritor y aviador francés Antoine de Saint-Exupéry (1900-1944), fue tomado como patrón para iniciar el tema “Amor fecundo en el matrimonio”, en el segundo día de la Asamblea de formación diocesana, esta vez la Mgs. Miury Placencia Tapia especialista en Ciencias de la familia, bioética, humanismo y espiritualidad, expuso la diferencia entre amar y querer.
“Amar es la confianza plena de que pase lo que pase siempre estaremos ahí, por eso el amor fecundo llega a ser el símbolo de las realidades íntimas de Dios”. (Amoris Laetitia 11) Para que un matrimonio produzca fruto abundante, requiere la capacidad de renunciar a todas aquellas cosas que le impiden crecer y robustecerse, es vital que los conyugues aprendan a confiar en Dios, que prefigura el matrimonio como la imagen de la Trinidad, solo en la estrecha unión encontrarán fortaleza y particularmente en la prueba es donde experimentarán esa indisolubilidad de aquel “sí” proclamado en el altar”, señaló.

La también escritora manifestó que el reto de la familia de hoy es perseverar, pese a toda oscuridad que se avecine, aun cuando la noche está muy oscura el amor que ya asentado sus raíces, permite que crezca como un árbol y cobije a cada miembro de la familia. “Dios que es amor, ha creado al hombre y a la mujer a su imagen y semejanza, es decir, personas convocadas al amor que sueñan y construyen desde nuestra naturaleza de ser humanos, debemos ser siempre llamados a unirnos porque no somos entes solitarios” agregó.
Antes de concluir exhortó a todos aplicar la frese de San Agustín “Cuando menos me lo merezca, ámame más porque es cuando más lo necesito”. Eso es el amor, es tener paciencia y superar juntos las adversidades.
En la segunda parte del foro la doctora Zoila Isabel Loyola expuso “Sexualidad como lenguaje total” aclaró que el hombre tiene que vivir su sexualidad como algo propio de su ser personal, espíritu encarnado. Por mucho tiempo la sexualidad fue reprimida y considerada como mala; ahora, como una reacción surge desenfrenada y todo lo inunda: tesis y antítesis. La síntesis correcta es integrar la sexualidad en la personalidad total, porque en realidad, lo sexual pertenece a la esencia del hombre, es corporal y espiritual al mismo tiempo.

Finalmente, podríamos decir que el sentido verdadero de la sexualidad, su significación humana y profunda, es el encuentro personal, es el amor. Cuando se pierde esta dimensión, la sexualidad se reduce a instinto animal y las personas mediatizadas, se convierten en puros instrumentos de placer.

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