Luis-Fernando Valdez
Francisco, en su visita Colombia,
debía abordar un gran dilema: para que venga la paz, ¿hay que dejar
sin castigo los crímenes de guerra de las FARC y aceptar la
injusticia hacia las víctimas?
1. Un país divido por la guerra… y
por la paz. Las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia
(FARC) entraron en conflicto bélico con el gobierno en 1964. Durante
más de 50 años, abundaron los homicidios, secuestros,
desapariciones forzadas, atentados y masacres.
Después de cuatro años de
negociaciones, se alcanzó un acuerdo definitivo de paz, en noviembre
del año pasado. Fue complicado, porque el primer acuerdo fue
rechazado por un plebiscito. Luego de una modificación al acuerdo,
se obtuvo el pacto definitivo.
2. El papel de Francisco en los
acuerdos de paz. Cuando el Papa volvía a Roma, al terminar un viaje
apostólico a Cuba y Estados Unidos, en 2015, comentó en la
conferencia de prensa en el avión papal, que tanto él como la Santa
Sede “trataron de ayudar” el proceso de paz de Colombia
La Comunidad de San Egidio, fue el
movimiento católico que facilitó los contactos entre las FARC y la
Santa Sede. Gianni La Bella, uno de sus miembros, explicó en 2015
que “desde hace 20 años mantenemos contactos con las FARC. Nos han
usado como palomas mensajeras para la paz”.
En efecto, ellos llevaron en mayo y
agosto de ese año dos misivas de las FARC al Papa, en las que la
organización garantizaba su voluntad de llegar a la paz y pedía su
intervención.
3. El perdón, vía para construir la
paz. En la homilía que Francisco pronunció en
Villavicencio, el pasado viernes 8, alentó a la reconciliación de
los colombianos. Explicó que se deben evitar dos polos: por una
parte, la tentación de la venganza y de hacer justicia por la propia
mano; y por otro, el utilizar la reconciliación para solapar
situaciones de injusticia.
La vía que propone el Pontífice
empieza por escuchar a todos los que han sufrido durante estos años:
“Reconciliarse es abrir una puerta a todas y a cada una de las
personas que han vivido la dramática realidad del conflicto”, dijo
el Papa, que pediría después “no desconocer o disimular las
diferencias y los conflictos”.
El Pontífice propuso el perdón como
gran artífice de la paz, pues afirmó que “cuando las víctimas
vencen la comprensible tentación de la venganza, se convierten en
los protagonistas más creíbles de los procesos de construcción de
la paz”.
Francisco, conocedor de que este
proceso de reconciliación no es fácil ni para la víctima ni para
su agresor, pronunció unas emotivas palabras, llenas de esperanza:
“Es necesario que algunos se animen a dar el primer paso en tal
dirección, sin esperar a que lo hagan los otros. ¡Basta una persona
buena para que haya esperanza! ¡No lo olviden, basta una persona
buena para que haya esperanza! ¡Y cada uno de nosotros puede ser esa
persona!”
Epílogo. La reconciliación
nunca será un proceso sencillo, ya que pedir perdón y perdonar
realmente exceden las fuerzas humanas. Por eso, la reconciliación
invita a buscar tanto un motivo sobrenatural –el ejemplo de Jesús–,
como una fortaleza sobrehumana: la gracia de Dios. Por eso se
entiende la intervención de la Iglesia en este proceso de paz, y
también por eso ha sido tan importante el encuentro del Vicario de
Cristo con los colombianos.
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