No a las
“provocaciones imprudentes”.
Frenemos la escalada nuclear trabajando por la
coexistencia de la humanidad
Los obispos coreanos difundieron
hoy una Exhortación sobre las crecientes tensiones alrededor de la península
coreana. Corea del Norte, pero también los “Países limítrofes” arriesgan
realizar “acciones precipitadas, sin frenos”, que podrían llevar a la “muerte
de innumerables personas” y a “llagas profundas para la entera humanidad”.
Reducir los gastos militares y potenciar los gastos para el desarrollo humano y
cultural. El pedido a usar “la conciencia, la inteligencia, la solidaridad, la
piedad y el mutuo respeto”. La oración en la fiesta de la independencia
coreana.
Exhortación de la Conferencia
Episcopal por la Paz de la Península Coreana
“Caminemos en la luz del Señor”
(Is. 2,5)
La Conferencia Episcopal Coreana
exhorta a continuación frente a la reciente situación de la creciente tensión
alrededor de la península coreana:
Después del lanzamiento del misil
Hwsong-14, la península coreana se encuentra en una situación tensa y
potencialmente de grave riesgo. El test sobre las ramas nucleares de Corea del
Norte es evidentemente una violación contra la resolución tomada por el Consejo
de Seguridad de las Naciones Unidas y es una acción que tiende a dañar
seriamente la paz de Asia del Norte incitando al armamento nuclear de los
países limítrofes. La Iglesia en Corea, por lo tanto, denuncia firmemente todas
las provocaciones imprudentes de Corea del Norte y se opone a todas las
acciones que aumentan las tensiones en la península coreana haciendo volver
atrás, de hecho, la promoción de la paz. Afirmamos que la paz en absoluto,
verdadera y definitiva, a través del armamento nuclear no es realizable.
Exhortamos, por lo tanto a los líderes políticos de Corea del Sur y a los del Norte
para que favorezcan el diálogo por la paz y hagan lo mejor que puedan para
establecer un sistema institucional que garantice la paz en la península
coreana a través de la cooperación con las naciones limítrofes.
2- Exhortación a los
líderes políticos de los países limítrofes de la península coreana
Hablar de la guerra sin la debida
consideración es ya una acción de violencia contra la humanidad. Las acciones
precipitadas, sin frenos, que demuestran la barbarie y la locura, no nos
dejaran que la muerte de innumerables personas, la fatal devastación de ambas
partes, la regresión de la historia humana y las plagas profundas de la entera
humanidad. La Conferencia Episcopal Coreana, por lo tanto, exhorta a todos los
países limítrofes a no tomar decisiones imprudentes que amenazarían el amor y
el desarrollo moral y espiritual de la humanidad. Se auspicia que los líderes
políticos de los países limítrofes resuelvan la actual situación en modo maduro
y armonioso para que contribuyan a la paz y a la coexistencia de la humanidad,
que es de hecho, la principal finalidad de la diplomacia y de la política.
3- Exhortación a los
connacionales coreanos
La difusión de las armas
nucleares es “la mala acción” que amenaza fundamentalmente la paz en la
península coreana, además de la del mundo entero. La guerra, que no permite
jamás la retractación de la situación, dejará al pueblo coreano solamente las
llagas profundas y la devastación irreparable para la humanidad entera. El
armamento nuclear y el reforzamiento militar no pueden garantizar la paz de
nuestra querida península; en cambio, se puede alcanzar la paz verdadera sólo
por medio del esfuerzo que mira a la realización de la justicia a través del
diálogo que favorece la reconciliación y el desarrollo cooperativo del pueblo coreano,
para que “la paz es el fruto de la justicia” (Is 32,17).
Nosotros, Pueblo Coreano, somos llamados a resistir al poder diabólico que
tiende a agravar la actual crisis. ¿Por qué no
se piensa en reducir el
presupuesto del gasto astronómico militar de Corea del Sur y la del Norte al
fin de utilizarlo en vez para el desarrollo humano y cultural? Queremos
asegurar por lo tanto a nuestros connacionales que nosotros promovemos las
varias iniciativas por la paz y la justicia ya sea de nuestra península como también
de la humanidad.
4- Exhortación a los cristianos y
a todos los pueblos del mundo
La paz en la península coreana
concierne no sólo a Asia del Nordeste, sino al mundo entero para que dicha
península, dada la presencia de los potentísimos países limítrofes, tiene un
rol de “balance del peso” en la paz del mundo. La actual situación, por lo
tanto, exige un esfuerzo de colaboración que involucre estrechamente la
conciencia, la inteligencia, la solidaridad, la piedad y el mutuo respeto. No
nos quedemos en la actitud de la indiferencia o del silencio irresponsable,
sino intentemos buscar juntos (repetimos: con inteligencia, la conciencia y el
pensamiento crítico-racional) una sabiduría que no manifieste la raíz del
problema y que nos de la solución adecuada. Dirigimos la exhortación, ante todo
a los cristianos que están llamados a colaborar en la obra creadora y redentora
de Dios. La realización de la desnuclearización y el establecerse de la paz en
la península coreana contribuirá, como en un “momento crucial”, a generar el
futuro de la humanidad proponiéndole una visión del mundo en el cual el valor
de las creaturas se realiza plenamente con el amor y la justicia reales y
concretos. Permanecemos en la firme solidaridad de la oración y de la acción
para que se haga el cambio para que se pueda “transformar las espadas
en arados, las lanzas en hoces” (Is 2,4) en las zonas de conflictos
incluida la península coreana. En tal solidaridad, que la luz de la justicia y
del amor de Dios venza los mencionados conflictos y la difusión del odio a
través de nuestras oraciones que van junto a las acciones concretas.
Se invita, en modo particular, a
los fieles coreanos a pedir la intercesión de la Virgen por la paz en la
península coreana, en ocasión de la Solemnidad de la Asunción de la Beata
Virgen María. Nosotros estamos llamados a ser colaboradores de la paz. En
concreto, se exhorta a todos los hermanos y hermanas del mundo a tener un
atento interés, a una oración, a una respuesta con buen discernimiento, a una
cordial colaboración para resolver la crisis de nuestra península. La Iglesia
en Corea no faltará nunca en involucrarse dentro de la problemática en cuestión
y ante todo en la continua oración.
“Señor, ¡Ten piedad de nosotros!
Dónanos la paz. Amén.”
S.E. Mons. Peter Lee Ki-heon,
obispo de Uijeongbu y Presidente de la Comisión de la Reconciliación del Pueblo
Coreano de la Conferencia Episcopal Coreana
S.E. Mons. Lazzaro You Heung-sik,
obispo de Daejeon y Presidente de la Comisión de Justicia y Paz de la
Conferencia Episcopal Coreana.
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