Oswaldo Ávila Figueroa,
ex docente universitario
El tiempo transcurre y pasa, pero, a veces nadie se da
cuenta. Mira adelante y no se detiene. Irreversible, cada hora es distinta a
otra. Estamos viviendo una nueva era, recogiendo buenas y ejemplares acciones y
olvidando las nocivas, siempre en la búsqueda del bienestar y felicidad de
todos. Con el advenimiento y vigente régimen del Buen Vivir quedaron en el
pasado la injerencia política en la educación y el abuso de ciertos centros de
instrucción privados, en perjuicio de la niñez y juventud en su formación
profesional y modales éticos.
Es fácil recordar las acciones de los dirigentes de la
extinta agrupación de maestros, en poder de un partido político, que a base de
amenazas, bullangas callejeras, huelgas de hambre y toma de locales manejaron a
su antojo el ingreso de docentes a escuelas y colegios, mediante amañados
concursos de méritos. La educación sufrió retraso y no rendía sus frutos;
aun así, algunos tercos intentan volver a sus andanzas para recuperar el
atractivo negocio y, por supuesto, seguir estafando a la niñez y juventud.
No todo estaba perdido. En la lejanía, se destacaron
grandes maestros, en los tres niveles, en su desempeño con capacidad,
abnegación, rectitud y ejemplar comportamiento en el aula, sin esperar
recompensa. La majestad de los grandes maestros olvidados se refleja en el
legado de sus enseñanzas. Actúa por vocación, sentimiento humanitario, sin
ansias de un galardón. Si la educación no colapsó fue por la presencia de esos
grandes del magisterio que cumplieron a cabalidad su misión: enseñar con
ejemplo e inculcar valores. Pero una minoría de pseudolíderes pretende
recuperar las siglas de la UNE, institución responsable de haber convertido a
la educación en un lucrativo negocio.
Hoy vivimos otra época, con nuevas leyes orgánicas de
educación, estructuradas de acuerdo a la realidad y necesidades del país,
incluidas la modernización de la enseñanza y, fundamentalmente, la gratuidad
para los estudios en los diversos niveles. Es que se ha comprendido que una
excelente educación contribuye al progreso de los pueblos y que el auténtico
maestro es el soporte que garantiza la vigencia del sistema.
Las mejoras en educación, en el régimen del Buen Vivir
se contemplan a simple vista. Millonaria inversión en educación, reflejada en
las escuelas del milenio, renovación de unidades educativas, acceso con equidad
a la educación superior y apoyo a jóvenes a cursar estudios en las mejores
universidades del mundo. Las autoridades de educación laboran en ese marco y
convencidos de que es posible avanzar más, como lo están haciendo, sin la
interrupción de los revoltosos y el vandalismo callejero.
Recuerdo un pensamiento que leí: “Solo el que sabe es
libre. La libertad que hay que dar al pueblo es la educación”.
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