para el Servicio
del Desarrollo Humano Integral
con motivo de la Jornada Internacional contra el abuso y el tráfico ilegal de drogas
Mensaje
La Jornada Internacional contra el abuso y el
tráfico ilegal de drogas, instituida por las Naciones Unidas, es una
oportunidad importante para sensibilizar a las conciencias sobre el
hecho de que las sustancias estupefacientes siguen "haciendo estragos en
formas y dimensiones impresionantes" Es
un fenómeno impulsado - no sin cedimientos y compromisos por las
instituciones - por un mercado vergonzoso que cruza las fronteras nacionales y
continentales[2],' entrelazado con la mafia y el
narcotráfico.
Ahora nos enfrentamos a un escenario de dependencias cambiado profundamente con respecto al pasado; la droga se ha convertido en un producto de consumo compatible con la vida diaria, con la actividad recreativa e incluso con la búsqueda del bienestar.
Ahora nos enfrentamos a un escenario de dependencias cambiado profundamente con respecto al pasado; la droga se ha convertido en un producto de consumo compatible con la vida diaria, con la actividad recreativa e incluso con la búsqueda del bienestar.
La primacía del consumo corresponde, sin embargo,
al cannabis, sobre el que hay un debate en curso a nivel internacional,
que tiende a descuidar el juicio ético sobre la sustancia, de por sí negativo
como con cualquier otra droga, en favor de los
posibles usos terapéuticos, un terreno en el que se está a la espera de
la evidencia científica respaldada por periodos de monitoreo, como debe hacerse
para cada experimento digno de consideración pública.
Antes de la sentencia sobre estos temas ,partiendo de
varios tipos de prejuicios , sería mejor comprender las tendencias
en el uso del cannabis, los daños relacionados con su consumo y el
impacto de las políticas de regulación en los distintos países, que empujan el
mercado ilegal a desarrollar productos destinados a repercutir sobre los
modelos de consumo y a reafirmar la primacía del deseo que se satisfaga con la
sustancia de forma compulsiva.
También la ludopatía o juego compulsivo constituye
desde hace tiempo una plaga que diversifica más dependencias. La
legalización del juego de azar, incluso cuando se justifica con la
intención de desenmascarar la gestión criminal aumenta el número de
jugadores patológicos de forma exponencial. Por otra parte, la
contribución impuesta por el estado se considera éticamente incompatible y
contradictoria en el terreno de la prevención. La definición de modelos de
intervención y sistemas de control adecuados, asociado con la asignación de
fondos, es muy deseable para hacer frente a este fenómeno.
Mientras se diversifica el panorama de las
dependencias, la indiferencia y a veces la complicidad indirecta ante el
fenómeno de las mismas contribuye a desviar la atención de la opinión
pública y de los gobiernos, centrados en otras situaciones de emergencia.
Pero en vista de los acontecimientos que sorprenden nuestros días y
requieren esfuerzos, recursos y respuestas imprevistas , a menudo es
precisamente la solución de emergencia la que se impone, en lugar de
una cultura de la prevención seria, capaz de dotarse de objetivos,
herramientas y recursos para asegurar consistencia y durabilidad a la asunción
de responsabilidad de los problemas.
De ello da prueba en muchos países, la caída de los
compromisos programáticos, de los servicios institucionales y de los
recursos; la oferta que por décadas ha presidido el progreso de las adicciones
ha sido, en muchos casos, reducida a un baluarte marginal, encargado
de poner freno en soledad a la desertificación causada por años de
abandono.
La imagen actual de las dependencias muestra, en
muchos casos, lagunas en la planificación, en las políticas y las perspectivas,
tiene un paso cansado e inadecuado frente a un mercado de drogas
muy competitivo y flexible respecto a la demanda, siempre disponible para
nuevas ofertas por ejemplo opiáceos sintéticos extremadamente potentes de nueva
creación, éxtasis y anfetaminas. Precisamente el creciente y generalizado
uso de éxtasis puede servir como un indicador de como el uso de
sustancias ilícitas haya invadido los espacios cotidianos y de cómo
los tóxico-dependientes ya no se identifiquen con el adicto a la heroína,
sino con el nuevo perfil de poli-consumidor , que hace uso contextualmente de
sustancias y alcohol.
Por lo tanto, las estrategias de intervención no pueden ser solo especializadas o de reducción de los daños, ni tampoco pueden considerar las drogas como fenómeno de colusión con los problemas sociales y la desviación. La reducción del daño debe implicar necesariamente tanto la asunción de responsabilidad toxicología como la integración con los programas terapéuticos personalizados, de carácter psicosocial, sin dar lugar a formas de cronicidad, nocivas para la persona y éticamente reprobables. Destinada a evitar los daños colaterales de la adicción, la reducción de riesgos expresa, sin embargo, instancias de naturaleza más epidemiológica que terapeútica configurándose como como una estrategia de control social y profilaxis higiénica. El riesgo real es que conduzca de forma más aséptica y menos visible, a la muerte psicológica y social del adicto, retardando la fisica.
Por lo tanto, las estrategias de intervención no pueden ser solo especializadas o de reducción de los daños, ni tampoco pueden considerar las drogas como fenómeno de colusión con los problemas sociales y la desviación. La reducción del daño debe implicar necesariamente tanto la asunción de responsabilidad toxicología como la integración con los programas terapéuticos personalizados, de carácter psicosocial, sin dar lugar a formas de cronicidad, nocivas para la persona y éticamente reprobables. Destinada a evitar los daños colaterales de la adicción, la reducción de riesgos expresa, sin embargo, instancias de naturaleza más epidemiológica que terapeútica configurándose como como una estrategia de control social y profilaxis higiénica. El riesgo real es que conduzca de forma más aséptica y menos visible, a la muerte psicológica y social del adicto, retardando la fisica.
Considerar a las personas como irrecuperables es
un acto de rendición que contrasta con la dinámica psicológica
responsable del cambio y ofrece coartadas a la falta de esfuerzos del
adicto y a las instituciones que tienen la tarea de prevenir y curar. En otras
palabras, no se puede aceptar que la sociedad metabolice el consumo de drogas
como si fuera un rasgo crónico de la época, , similar al alcoholismo y la
adicción al tabaco, evitando así el debate sobre los límites de la libertad del
estado y del ciudadano frente al uso de sustancias.
Analogamente no se deben minimizar las dependencias
que nacen y se desarrollan con características complejas, relacionadas con la
pre-existente evidencia clínica o como consecuencia del uso de
sustancias psicoactivas: es el caso del llamado 'diagnóstico dual', terreno
del trastorno psiquiátrico, que exige mucho en fase de tratamiento
.
"Es evidente que no existe una causa única que
conduce a la adicción a las drogas, pero hay muchos factores involucrados,
incluyendo la falta de una familia, la presión social, la propaganda de los
traficantes, el deseo de nuevas experiencias. Cada adicto a las drogas tiene
una historia personal diferente que necesita ser escuchada, comprendida,
amada, y siempre que sea posible, recuperada y purificada. No podemos caer en
la injusticia de catalogar al tóxico-dependiente como si fuera un objeto o un
mecanismo roto ; cada persona necesita ser valorada y apreciada en su dignidad
con el fin de ser curada".
Las "buenas prácticas" en contra de la
estandarización resignada o el delegar en unos pocos con buena
voluntad, nos llaman al deber de prevención, actitud de solicitud
encaminada a “cuidar” eb términos de promoción de la
salud en el sentido más amplio y más completo. Políticas y estrategias de amplia
visión basadas en la prevención primaria, no pueden por menos que llamar
a todos los agentes sociales, a partir del compromiso de educar.
El escenario al que todos nos enfrentamos está
marcado por la pérdida de los antiguos primados por parte de la familia y
la escuela, por la ausencia de autoridad de las figuras adultas y
por las dificultades que se registran en ámbito parental ; esto demuestra que
este no es momento de protagonismos, sino más bien de "redes",
capaces de reactivar las sinapsis sociales educativos superación las
competiciones inútiles, el delegar y las formas de
irresponsabilidad. Para evitar que los jóvenes crezcan sin “cuidado”, más
criados que educados, atraídos por " prótesis curativas” como saben
aparentar muy bien las drogas, cada actor social debe conectarse e invertir en
un terreno compartido de valores educativos básicos e
imprescindibles orientados a la formación integral de la persona. Es notable en
este sentido, el compromiso y la perseverancia de los profesionales de
los servicios sociales privados y de los voluntarios que, desde la
aparición del problema de las drogas, han puesto a punto las
primeras respuestas. Su trabajo, a menudo infravalorado, merece la debida
atención y apoyo práctico. De las comunidades terapéuticas, entre otras, vienen
señales de cambio de alto valor educativo, útiles en los programas de
rehabilitación y aún más en el campo de la prevención.
El aspecto educativo es fundamental, especialmente en
el momento vulnerable e inacabado de la adolescencia,cuando se alternan
intensos momentos de descubrimiento y curiosidad, pero también de
depresión, apatía y comportamientoss que ponen simbólica o realmente en
peligro la vida. Estas conductas, deliberadamente transgresoras, están
encaminadas a derribar el sufrimiento causado por la sensación de
estar frente al muro infranqueable de un presente que nunca termina y un futuro
que no se puede entrever. Son llamadas a vivir, pero también llamadas
de ayuda y apoyo dirigidas a los adultos capaces de transmitir el sabor
de la vida y el sentido de cuanta sea preciosa.
Los jóvenes, ha dicho Francisco, "buscan de
muchas maneras el" vértigo "que les haga sentirse vivos. ¡Vamos a
dárselo! Estimulemos todo lo que les ayuda a convertir sus sueños en
proyectos, y que puedan descubrir que todo el potencial que tienen es un
puente, un pasaje a una vocación (en el sentido más amplio y bello de la
palabra). Propongámosles metas amplias, grandes desafíos y
ayudémoslos a realizarlos, a alcanzar sus metas. No los dejemos solos.
Por lo tanto, desafiémosles más de lo que nos desafían. No dejemos
que el "vértigo" la reciban de otros, que no hacen más que
poner en peligro sus vidas: ¡Démosla nosotros! Pero el vértigo justo, que
satisfaga este deseo de moverse, de seguir adelante"
Para contrarrestar la felicidad efímera de
dependencias hace falta amor creativo y adultos capaces de enseñar
y practicar un saludable cuidado de sí mismos. Una visión espiritual de la
existencia, se proyectada en busca de sentido, abierta al encuentro con los
demás, es el más grande legado educativo que hoy más que nunca debe pasar de
generación en generación.
Si no es así, las dependencias contribuirán
a matar a la humanidad, porque sabemos bien que el que no se ama ni
siquiera es capaz de amar a su prójimo
Ciudad del Vaticano, 26 de Junio 2017
Cardenal Peter
Kodwo Appiah Turkson
Prefetto del
Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral
No hay comentarios:
Publicar un comentario