Es posible
En el congreso promovido por Vatican
Insider y Valore, las propuestas para una gestión ética de los
procesos financieros capaces de poner a la persona en el centro. El
cardenal Coccopalmerio: «Una actividad ética promueve y tutela los
bienes vitales»
FRANCESCO PELOSO
CIUDAD DEL VATICANO
¿En un periodo marcado por una
profunda crisis económica y social, es posible proponer modelos de
inversión financiero basados en el bien común, con un fuerte perfil
ético, capaces de ocuparse del bien de las personas y de la sociedad
más que de las meras ganancias? La respuesta, por lo menos en parte,
es positiva, pero se trata de un camino que hay que construir con
buenos ejemplos ya en marcha y con muchos experimentos. Este es el
marco que surgió durante el congreso organizado por Vatican Insider
y Valore Srl, titulado «¿El hombre para las finanzas o las finanzas
para el hombre? La ética y la gestión financiera. Experiencias en
el ámbito de la asistencia sanitaria».
En encuentro, que se llevó
a cabo a pocos metros de la Plaza San Pedro, en el hotel romano
Columbus, participaron diferentes oradores, moderados por Luca
Pierazzi de Advance Sim, que comparten algunos puntos: en primer
lugar la conciencia de que el actual modelo económico produce
desigualdades enormes: «El 1% de la población posee hoy el 46% de
la riqueza mundial», recordó Roberto Carulli, encargado de la
oficina de análisis y negociación de la Apsa (Administración del
Patrimonio de la Sede Apostólica).
También la necesidad de una
conversión de la finanza según criterios éticos para superar el
primado de la mera especulación, la posibilidad de experimentar en
este campo con modelos de inversión que tomen en cuenta algunos
principios como, entre otros, el respeto de la vida y de los derechos
humanos, los derechos de los trabajadores, la tutela del medio
ambiente, el reconocimiento del valor social de una empresa, la
capacidad de conjugar las ganancias con las utilidades comunes, el
compartir. Por ejemplo, la Conferencia Episcopal de Francia se ha
movido en esta dirección, pues se encomendó a Allianz Global
Investors para desarrollar, con base en parámetros éticos, una
inversión financiera que genere ganancias pero que al mismo tiempo
esté bien contenida dentro determinados principios. Es el camino
que, por otra parte, está siguiendo el mismo IOR, el Instituto para
las Obras de Religión, que ha afinado una serie de estándares
cualitativos y éticos en el ámbito financiero.
La decisión del IOR
Quien explicó cómo se está
comportando el IOR en estos años de cambios y reformas fue Giorgio
Majorano, que es el Chief Financial Officer del Instituto. En
particular ilustró las líneas guía para la gestión financiera,
subdivididas en cuatro capítulos: los criterios éticos, la
visibilidad de las inversiones, los límites operativos y la
salvaguardia del riesgo reputacional. En determinados sectores se
evitan inversiones y, en particular en los del tabaco, los juegos de
azar, del entretenimiento para adultos, de las armas, de la energía
nuclear, del sector farmacéutico, en donde subsisten regímenes
opresivos y en los proyectos que no tutelan los derechos humanos. En
cambio se favorecen inversiones «en iniciativas que promueven la
salvaguardia del ambiente, el desarrollo social, la ayuda a las
franjas más frágiles de la población». El portafolio del IOR está
constituido principalmente de obligaciones, por lo menos el 60% de
títulos de Estado, mientras que no se permiten inversiones en los
«productos derivados».
Majorano también explicó que en los
últimos años las finanzas han cambiado radicalmente en ámbitos
como el anti-reciclaje, y que, con base en esta evolución, también
el IOR se ha ido adecuando. Entre otras cosas, se constituyó un
departamento de «risk management» y se definieron parámetros de
salvaguardia que fueron aprobados por el Consejo de Superintendencia.
De esta manera, el Instituto vaticano ahora tiene relaciones
solamente con bancos de standing primario, es decir más seguras,
mientras que existen varios «filtros» para evaluar las sociedades
en las que se quiere invertir; existe, entre otras cosas, un modelo
de tres criterios que hay que tener en cuenta: se evalúa el
gobierno, el impacto social y el impacto climático. Al afinación de
estos filtros de evaluación comenzó a funcionar este 2017.
Mejor Keynes que los monetaristas
«El magisterio de la Iglesia está
más en línea con el enfoque teórico clásico-keynesiano, en el que
prevalece la visión de una finanza funcional con respecto a la
economía, contrariamente a la visión neoclásica-monetarista, en la
que prevalece la visión de una finanza finalizada a sí misma». Es
lo que explicó Carulli, de la Apsa, al delinear los principios e una
ética cristiana con respecto al mundo de las finanzas. Entre estos
principios éticos Carulli indicó también la exclusión de
inversiones en sociedades que llevan a cabo investigación sobre las
cálulas estaminales embrionales, en empresas que practican el
aborto, en las que producen alcohol o explotan a los menores. Después
reafirmó los principios esenciales de la Doctrina social de la
Iglesia, con base en los cuales los criterios guía para el
crecimiento de una sociedad son: la centralidad del ser humano, la
dignidad, la responsabilidad y la libertad de la persona, el destino
común de los bienes económicos y derecho de propiedad, la justicia
y la verdad. Justamente, según estos criterios de inversión
financiera y administración ética de los bienes actúa la misma
APSA que, en los últimos años, también ha seguido a los demás
entes vaticanos por el camino de la máxima transparencia en la
gestión de los recursos y de la modernización del sistema,
aplicando los estándares establecidos a nivel internacional.
¿Cómo se define lo que es ético?
Se lo preguntó el cardenal Francesco Coccopalmerio, Presidente del
Pontificio Consejo para los Textos Legislativos. Hay que considerar,
dijo, «bienes vitales como la vida, la integridad corporal, la
libertad, la salud». Y después «están los bienes personales
indispensables, como la comida, el agua, las medicinas». Como
consecuencia, «el discurso ético se basa en esto: toda actividad
humana es ética en la medida en la que proteja y promueva los bienes
vitales». Sin embargo hay otro elemento que no es tan fácil
definir, es decir: ¿cómo se establece que ciertos bienes son
vitales? Para comprenderlo, dijo el cardenal, hay que ver a la
persona.
Vladi Lumina, miembro de la Comisión
para las actividades del sector sanitario de las personas jurídicas
y públicas de la Iglesia, hizo una reflexión sobre el el estado de
la economía a nivel global y reveló que en la actualidad muchos
aspectos del capitalismo están en profunda crisis e inducen a un
replanteamiento del modelo económico en general. En este frente,
observó, las religiones pueden hacer mucho porque existe un núcleo
de valores y principios comunes, como la centralidad de la persona.
«Creo —dijo Lumina— que podemos estar todos de acuerdo al ver
que el capital y el capitalismo actuales son muy diferentes del
capital y del capitalismo del siglo XIX y XX, en el sentido de que,
como bien demostró la crisis Lehman Brothers desde 2008, el capital
que sostiene a todo eso sistema es, de hecho, público y el
consecuente riesgo de pérdidas es, pues, colectivo, mientras las
utilidades de las riquezas permanecen en las manos de los que han
podido utilizar las justas palancas financieras y de relaciones, a
veces incluso constituyéndose en simples intermediarios en la
redistribución de los recursos públicos».
«Si tratáramos de desmontar
—añadió— el sistema de los intereses y de algunas rentas y,
sobre todo, si modificáramos el sistema de acceso al capital mismo,
habríamos creado, efectivamente, un sistema participativo y
comunitario». Un discurso parecido se puede hacer con la sanidad
católica que vive en Italia una situación de crisis, pero que
podría ser capaz de reconstruir una alternativa económica y social
(un ecosistema), comenzando desde la centralidad de la persona. En
general, el bienestar administrado por estructuras católicas a nivel
mundial, constituye una fuerza enorme, que puede producir,
potencialmente, cambios importantes a nivel global e influir en el
sistema financiero.
Completaron las sesiones de trabajo
dos mesas redondas: una dedicada al mundo de la asistencia sanitaria
integrativa y del «welfare», y la segunda sobre la ética y la
gestión financiera. En la primera participaron Anna Maria Tovò,
vicepresidenta del Fondo San Arti, que intervino para hablar sobre la
experiencia de los fondos sanitarios de integración que nacieron por
iniciativa de partes sociales; después Michele Carpinetti,
presidente de Cassa QuAS, que habló sobre «welfare» contractual,
del papel de las partes sociales y de la misión sin ánimo de lucro
de la Caja sanitaria QuAS. Para concluir, Mario Mantovani,
vicepresidente de Manageritalia, afrontó el tema del pape social de
la representación.
Sobre la ética y las finanzas
reflexionaron Simone Esposito, «product specialist», SRI and Impact
Investing de Selectra Management Company SA. Esposito describió los
orígenes de las finanzas éticas hasta las últimas innovaciones del
mercado. Después de él habló Isabel Reuss, SRI Senior Portfolio
Manager - European Equities – de Allianz Global Investors, que
describió el enfoque ético de las inversiones de Allianz y sobre la
relación establecida con la Conferencia Episcopal de Francia;
también pidió identificar una jerarquía de inversiones éticas
posibles después de haber ofrecido algunos principios de referencia.
Todo ello ha inducido a Allianz a construir un modelo de inversión
«a medida» (éticamente compatible con el respeto de los derechos
humanos, del ambiente, etc…), que tuvo un rendimiento positivo,
prueba de que la ética no es alternativa a las ganancias. Clausuró
los trabajos Luigi Pagani, de JC Capital opportunity fund, que habló
de créditos sanitarios.
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