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martes, 2 de mayo de 2017

Una finanza al servicio del ser humano

Es posible
En el congreso promovido por Vatican Insider y Valore, las propuestas para una gestión ética de los procesos financieros capaces de poner a la persona en el centro. El cardenal Coccopalmerio: «Una actividad ética promueve y tutela los bienes vitales»
FRANCESCO PELOSO
CIUDAD DEL VATICANO
¿En un periodo marcado por una profunda crisis económica y social, es posible proponer modelos de inversión financiero basados en el bien común, con un fuerte perfil ético, capaces de ocuparse del bien de las personas y de la sociedad más que de las meras ganancias? La respuesta, por lo menos en parte, es positiva, pero se trata de un camino que hay que construir con buenos ejemplos ya en marcha y con muchos experimentos. Este es el marco que surgió durante el congreso organizado por Vatican Insider y Valore Srl, titulado «¿El hombre para las finanzas o las finanzas para el hombre? La ética y la gestión financiera. Experiencias en el ámbito de la asistencia sanitaria».
En encuentro, que se llevó a cabo a pocos metros de la Plaza San Pedro, en el hotel romano Columbus, participaron diferentes oradores, moderados por Luca Pierazzi de Advance Sim, que comparten algunos puntos: en primer lugar la conciencia de que el actual modelo económico produce desigualdades enormes: «El 1% de la población posee hoy el 46% de la riqueza mundial», recordó Roberto Carulli, encargado de la oficina de análisis y negociación de la Apsa (Administración del Patrimonio de la Sede Apostólica).
También la necesidad de una conversión de la finanza según criterios éticos para superar el primado de la mera especulación, la posibilidad de experimentar en este campo con modelos de inversión que tomen en cuenta algunos principios como, entre otros, el respeto de la vida y de los derechos humanos, los derechos de los trabajadores, la tutela del medio ambiente, el reconocimiento del valor social de una empresa, la capacidad de conjugar las ganancias con las utilidades comunes, el compartir. Por ejemplo, la Conferencia Episcopal de Francia se ha movido en esta dirección, pues se encomendó a Allianz Global Investors para desarrollar, con base en parámetros éticos, una inversión financiera que genere ganancias pero que al mismo tiempo esté bien contenida dentro determinados principios. Es el camino que, por otra parte, está siguiendo el mismo IOR, el Instituto para las Obras de Religión, que ha afinado una serie de estándares cualitativos y éticos en el ámbito financiero. 
La decisión del IOR 
Quien explicó cómo se está comportando el IOR en estos años de cambios y reformas fue Giorgio Majorano, que es el Chief Financial Officer del Instituto. En particular ilustró las líneas guía para la gestión financiera, subdivididas en cuatro capítulos: los criterios éticos, la visibilidad de las inversiones, los límites operativos y la salvaguardia del riesgo reputacional. En determinados sectores se evitan inversiones y, en particular en los del tabaco, los juegos de azar, del entretenimiento para adultos, de las armas, de la energía nuclear, del sector farmacéutico, en donde subsisten regímenes opresivos y en los proyectos que no tutelan los derechos humanos. En cambio se favorecen inversiones «en iniciativas que promueven la salvaguardia del ambiente, el desarrollo social, la ayuda a las franjas más frágiles de la población». El portafolio del IOR está constituido principalmente de obligaciones, por lo menos el 60% de títulos de Estado, mientras que no se permiten inversiones en los «productos derivados». 
Majorano también explicó que en los últimos años las finanzas han cambiado radicalmente en ámbitos como el anti-reciclaje, y que, con base en esta evolución, también el IOR se ha ido adecuando. Entre otras cosas, se constituyó un departamento de «risk management» y se definieron parámetros de salvaguardia que fueron aprobados por el Consejo de Superintendencia. De esta manera, el Instituto vaticano ahora tiene relaciones solamente con bancos de standing primario, es decir más seguras, mientras que existen varios «filtros» para evaluar las sociedades en las que se quiere invertir; existe, entre otras cosas, un modelo de tres criterios que hay que tener en cuenta: se evalúa el gobierno, el impacto social y el impacto climático. Al afinación de estos filtros de evaluación comenzó a funcionar este 2017. 
Mejor Keynes que los monetaristas  
«El magisterio de la Iglesia está más en línea con el enfoque teórico clásico-keynesiano, en el que prevalece la visión de una finanza funcional con respecto a la economía, contrariamente a la visión neoclásica-monetarista, en la que prevalece la visión de una finanza finalizada a sí misma». Es lo que explicó Carulli, de la Apsa, al delinear los principios e una ética cristiana con respecto al mundo de las finanzas. Entre estos principios éticos Carulli indicó también la exclusión de inversiones en sociedades que llevan a cabo investigación sobre las cálulas estaminales embrionales, en empresas que practican el aborto, en las que producen alcohol o explotan a los menores. Después reafirmó los principios esenciales de la Doctrina social de la Iglesia, con base en los cuales los criterios guía para el crecimiento de una sociedad son: la centralidad del ser humano, la dignidad, la responsabilidad y la libertad de la persona, el destino común de los bienes económicos y derecho de propiedad, la justicia y la verdad. Justamente, según estos criterios de inversión financiera y administración ética de los bienes actúa la misma APSA que, en los últimos años, también ha seguido a los demás entes vaticanos por el camino de la máxima transparencia en la gestión de los recursos y de la modernización del sistema, aplicando los estándares establecidos a nivel internacional. 
¿Cómo se define lo que es ético? Se lo preguntó el cardenal Francesco Coccopalmerio, Presidente del Pontificio Consejo para los Textos Legislativos. Hay que considerar, dijo, «bienes vitales como la vida, la integridad corporal, la libertad, la salud». Y después «están los bienes personales indispensables, como la comida, el agua, las medicinas». Como consecuencia, «el discurso ético se basa en esto: toda actividad humana es ética en la medida en la que proteja y promueva los bienes vitales». Sin embargo hay otro elemento que no es tan fácil definir, es decir: ¿cómo se establece que ciertos bienes son vitales? Para comprenderlo, dijo el cardenal, hay que ver a la persona. 
Vladi Lumina, miembro de la Comisión para las actividades del sector sanitario de las personas jurídicas y públicas de la Iglesia, hizo una reflexión sobre el el estado de la economía a nivel global y reveló que en la actualidad muchos aspectos del capitalismo están en profunda crisis e inducen a un replanteamiento del modelo económico en general. En este frente, observó, las religiones pueden hacer mucho porque existe un núcleo de valores y principios comunes, como la centralidad de la persona. «Creo —dijo Lumina— que podemos estar todos de acuerdo al ver que el capital y el capitalismo actuales son muy diferentes del capital y del capitalismo del siglo XIX y XX, en el sentido de que, como bien demostró la crisis Lehman Brothers desde 2008, el capital que sostiene a todo eso sistema es, de hecho, público y el consecuente riesgo de pérdidas es, pues, colectivo, mientras las utilidades de las riquezas permanecen en las manos de los que han podido utilizar las justas palancas financieras y de relaciones, a veces incluso constituyéndose en simples intermediarios en la redistribución de los recursos públicos». 
«Si tratáramos de desmontar —añadió— el sistema de los intereses y de algunas rentas y, sobre todo, si modificáramos el sistema de acceso al capital mismo, habríamos creado, efectivamente, un sistema participativo y comunitario». Un discurso parecido se puede hacer con la sanidad católica que vive en Italia una situación de crisis, pero que podría ser capaz de reconstruir una alternativa económica y social (un ecosistema), comenzando desde la centralidad de la persona. En general, el bienestar administrado por estructuras católicas a nivel mundial, constituye una fuerza enorme, que puede producir, potencialmente, cambios importantes a nivel global e influir en el sistema financiero. 
Completaron las sesiones de trabajo dos mesas redondas: una dedicada al mundo de la asistencia sanitaria integrativa y del «welfare», y la segunda sobre la ética y la gestión financiera. En la primera participaron Anna Maria Tovò, vicepresidenta del Fondo San Arti, que intervino para hablar sobre la experiencia de los fondos sanitarios de integración que nacieron por iniciativa de partes sociales; después Michele Carpinetti, presidente de Cassa QuAS, que habló sobre «welfare» contractual, del papel de las partes sociales y de la misión sin ánimo de lucro de la Caja sanitaria QuAS. Para concluir, Mario Mantovani, vicepresidente de Manageritalia, afrontó el tema del pape social de la representación.  

Sobre la ética y las finanzas reflexionaron Simone Esposito, «product specialist», SRI and Impact Investing de Selectra Management Company SA. Esposito describió los orígenes de las finanzas éticas hasta las últimas innovaciones del mercado. Después de él habló Isabel Reuss, SRI Senior Portfolio Manager - European Equities – de Allianz Global Investors, que describió el enfoque ético de las inversiones de Allianz y sobre la relación establecida con la Conferencia Episcopal de Francia; también pidió identificar una jerarquía de inversiones éticas posibles después de haber ofrecido algunos principios de referencia. Todo ello ha inducido a Allianz a construir un modelo de inversión «a medida» (éticamente compatible con el respeto de los derechos humanos, del ambiente, etc…), que tuvo un rendimiento positivo, prueba de que la ética no es alternativa a las ganancias. Clausuró los trabajos Luigi Pagani, de JC Capital opportunity fund, que habló de créditos sanitarios.

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