RAQUEL ANILLO
Promover los estudios sobre las
causas de la migración forzada y combatir el racismo formando las
conciencias; favorecer la instrucción de los refugiados; elaborar
con los estudiantes programas de asistencia a los refugiados. Es la
triple misión que el Papa Francisco ha confiado a la Federación
Internacional de las Universidades Católicas (FIUC).
El Papa se ha encontrado con los
miembros al final de la Conferencia internacional “Refugiados y
Migrantes en un mundo globalizado: responsabilidad y respuestas de
los universitarios”, organizado en Roma del 1 al 4 de noviembre de
2017, en la Universidad Pontificia Gregoriana.
Queridos hermanos y hermanas:
Os recibo al final de la conferencia
internacional titulada “Refugiados y migrantes en un mundo
globalizado: responsabilidad y respuestas de las universidades”,
organizada por la Federación Internacional de Universidades
Católicas. Agradezco al Presidente las palabras con que ha
presentado nuestro encuentro.
Desde hace poco menos de un siglo
este organismo, con el lema ” Sciat ut Serviat “, tiene
como objetivo promover la educación católica de nivel superior,
sirviéndose de la gran riqueza que proviene del encuentro de tantas
diferentes realidades universitarias. Un aspecto esencial de esta
formación apunta a la responsabilidad social, para la
construcción de un mundo más justo y más humano. Por eso, os
sentís interpelados por la realidad global y compleja de las
migraciones contemporáneas y habéis llevado a cabo una reflexión
científica, teológica y pedagógica bien arraigada en la doctrina
social de la Iglesia, tratando de superar los prejuicios y temores
vinculados a un escaso conocimiento del fenómeno de la
migración. Os felicito, y me permito señalar la
necesidad de vuestra contribución en tres ámbitos que
os competen: investigación, enseñanza y promoción social.
En lo que se refiere al primer ámbito
, las universidades católicas siempre han buscado armonizar la
investigación científica con la teológica, haciendo que
dialoguen la razón y la fe. Considero oportuno ampliar los
estudios para abordar las causas remotas de la migración forzada,
con el objetivo de encontrar soluciones prácticas, aunque a largo
plazo, porque primero se debe asegurar a las personas el derecho a no
ser obligadas a emigrar. Es igualmente importante reflexionar sobre
las reacciones negativas, por principio, a veces discriminatorias y
xenófoba , que la acogida de los migrantes está suscitando en
los países de antigua tradición cristiana para proponer itinerarios
de formación de las conciencias. Además, ciertamente merecen un
mayor aprecio las numerosas contribuciones de los migrantes y
refugiados a las sociedades que los acogen, así como los que
benefician a sus comunidades de origen. Con el fin de dar
“razones” sobre la atención pastoral de migrantes y refugiados,
os invito a profundizar la reflexión teológica sobre las
migraciones como signo de los tiempos. “La Iglesia ha contemplado
siempre en los emigrantes la imagen de Cristo que dijo: “era
forastero, y me hospedasteis” (Mt 25,35). Para ella sus
vicisitudes son interpelación a la fe y al amor de los creyentes,
llamados, de este modo, a sanar los males que surgen de las
migraciones y a descubrir el designio que Dios realiza a través
suyo, incluso si nacen de injusticias evidentes. “(Pontificio
Consejo para la Pastoral de los Migrantes e Itinerantes,
Istr. Erga migrantes caritas Christi, 12).
En lo que se refiere a
la enseñanza es mi deseo que las universidades católicas
adopten programas para promover la instrucción de los refugiados,
en varios niveles, sea a través de la oferta de cursos a distancia
para quienes viven en los campos y centros de acogida, como a través
de la concesión de becas que permitan su reubicación. Aprovechando
la espesa red académica internacional, las universidades también
pueden facilitar el reconocimiento de los títulos y las profesiones
de los migrantes y refugiados en beneficio de ellos y de
las sociedades que los acogen. Para responder a los nuevos
retos de la migración, es necesario dar una formación
específica y profesional a los agentes de pastoral que se dedican a
la atención de los migrantes y refugiados: esta es otra tarea
urgente de las universidades católicas. De manera más
general, me gustaría invitar a los ateneos católicos a educar
a sus estudiantes, algunos de los cuales serán líderes
políticos, empresarios y artífices de cultura, a una lectura
cuidadosa del fenómeno migratorio, en una perspectiva de justicia,
corresponsabilidad global y de comunión en la diversidad
cultural.
El ámbito de la promoción
social ve en la universidad una institución que se hace
cargo de la sociedad en la que actúa, ejerciendo ante todo el papel
de conciencia crítica con respecto a las diversas formas de
poder político, económico y cultural. Con respecto al
complejo mundo de las migraciones, la Sección Migrantes y Refugiados
del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral ha
sugerido “20 puntos de acción” como contribución al
proceso que llevará a la adopción por parte de la comunidad
internacional, de dos Pactos Mundiales, uno sobre los migrantes
y otro sobre los refugiados, en la segunda mitad de 2018. En
esta dimensión y en otras, las universidades pueden
desempeñar también su papel de actores privilegiados en el
campo social, como, por ejemplo, con los incentivos para el
voluntariado estudiantil en los programas de asistencia a los
refugiados los solicitantes de asilo y los inmigrantes recién
llegados
Todo el trabajo realizado en estos
grandes ámbitos – la investigación, la enseñanza y el trabajo
social – tiene su punto de referencia en las cuatro piedras
angulares del camino de la Iglesia a través de la realidad de las
migraciones contemporáneas: acoger, proteger, promover e integrar
Hoy celebramos la memoria de San
Carlos Borromeo, un pastor ilustrado y apasionado que hizo de la
humildad su lema. Su vida ejemplar inspire vuestra actividad
intelectual y social y también la experiencia de fraternidad que
hacéis en la Federación.
¡Que el Señor bendiga vuestro
esfuerzo al servicio del mundo universitario y de
los hermanos y hermanas migrantes y refugiados! Os aseguro un
recuerdo en mis oraciones, y vosotros, por favor, no os olvidéis de
rezar por mí.
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