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lunes, 13 de noviembre de 2017

Pena de muerte: el Papa dice “no”

MÉLINÉE LE PRIOL
El papa Francisco

El Papa consideró, el miércoles 11 de octubre, que la doctrina expresada por el Catecismo de la Iglesia Católica no es inmutable y debe poder evolucionar, especialmente en lo que respecta a la pena de muerte. Si bien las palabras de los papas, desde Juan Pablo II, no son ambiguas sobre esta cuestión, el Catecismo continúa, de momento, tolerando la pena capital en caso de “absoluta necesidad”.
Disipar las últimas ambigüedades del Catecismo de la Iglesia católica en el tema de la pena de muerte. Este es el deseo que expresó firmemente el papa Francisco, el miércoles 11 de octubre por la tarde en Roma.
“Independientemente de la gravedad del crimen cometido, la pena de muerte es inadmisible porque atenta contra la inviolabilidad y la dignidad de la persona”, reiteró en un importante discurso ante los participantes en un coloquio del Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización.
En su época, Juan Pablo II ya tuvo dificultades con el delicado tema de la pena de muerte en el Catecismo. Aunque muy convencido en la defensa de la vida hasta su fin natural, el Papa polaco no consiguió introducir una condena firme de la pena capital debido al impedimento de la enseñanza de antiguos papas que la admitían.
Así, incluso en su versión corregida de 1998, el Catecismo permite todavía el recurso a la pena de muerte, “si esta es la única vía practicable para proteger y defender eficazmente del agresor injusto las vidas humanas” (§2267).
Dar “un espacio más adaptado y coherente” a esta cuestión
El Catecismo precisa, sin embargo, desde 1998, que estos casos de “absoluta necesidad” son “bastante raros, incluso, prácticamente inexistentes”. “La tradición de la Iglesia sobre la pena de muerte me parece comparable a su posición sobre las armas nucleares”, considera el padre Matthieu Lefrançois, sacerdote en la diócesis de Angers y autor de una tesis sobre el tema. “Dicho de otra manera, es necesario tenerla, pero sin utilizarla nunca”.
Insuficiente, para el papa Francisco. El miércoles 11 de octubre por la tarde, este, consideró que el Catecismo debía dar a esta cuestión “un espacio más adaptado y coherente”. Juzgó que “este problema no puede ser reducido a un simple recuerdo de una enseñanza histórica sin hacer surgir, no solo los progresos de la doctrina en la obra de los últimos papas, sino también la toma de conciencia del pueblo cristiano”.
Una forma de tener en cuenta en la doctrina los esfuerzos reiterados de Juan Pablo II, y después, de Benedicto XVI, para hacer evolucionar la visión de la Iglesia en el asunto.
La Palabra de Dios, “una realidad dinámica, siempre viva”
De paso, el papa Francisco aprovechó para ofrecer una larga explicación sobre la Tradición como “realidad viva”. “La Palabra de Dios no puede ser conservada con naftalina, como si se tratara de una manta vieja que hay que proteger de la polilla”, opinó. Es “una realidad dinámica, siempre viva, que progresa y crece porque tiende hacia un cumplimiento que los hombres no pueden detener”.
El hecho de que el Papa desee proscribir absolutamente la pena de muerte en el Catecismoes “una gran alegría”, comenta Mons. Jean-Claude Hollerich, arzobispo de Luxemburgo y presidente de la Conferencia de Comisiones de Justicia y Paz de Europa. Él mismo, escribió el 31 de marzo al Vaticano con el objetivo de animar al Papa a modificar el artículo 2267 del Catecismo “cuanto antes”.
La pena capital, abolida desde 1969 en el Vaticano
“La pena de muerte y su lógica de retribución no son compatibles con el Evangelio”, sostiene Mons. Hollerich, convencido además de que no es una manera eficaz de luchar contra la violencia. “Jesús es quien da siempre una oportunidad a todos. Ese amor infinito de Dios ofrece a cada hombre una dignidad que ni siquiera los crímenes podrían eliminar”.
Mons. Hollerich precisa que habría preferido que, “desde el principio”, la pena capital no figurase en el Catecismo de la Iglesia Católica… Sin embargo, para el papa Francisco, modificar este texto para condenar más firmemente la pena de muerte no presenta “ninguna contradicción” con la enseñanza del pasado. “La defensa de la dignidad de la vida humana desde el primer instante de su concepción hasta su muerte natural siempre ha encontrado en la enseñanza de la Iglesia una voz coherente y autorizada”, recordó el miércoles 11 de octubre.
En 1969, es decir, doce años antes que Francia, el Estado del Vaticano abolió la pena capital, y todas las declaraciones oficiales de la Santa Sede destacan, desde hace más de veinte años, un rechazo muy claro del uso de esta sentencia.
La Iglesia “mantuvo durante mucho tiempo una actitud paradójica”
Si bien en la actualidad, la ambigüedad ya no tiene lugar, la Iglesia desconfió, no obstante, en el pasado, de los movimientos abolicionistas surgidos en el siglo XVIII. Estos aparecían como una concesión al espíritu de las Luces, opuesto a la tradición cristiana.
“Es un hecho, la Iglesia no ha desempeñado un papel esclarecedor en esta cuestión a lo largo de la Historia”, explica el padre Matthieu Lefrançois. “Mantuvo durante mucho tiempo una actitud paradójica. Por un lado, legitimaba la existencia de la pena de muerte ante los poderes políticos, y por otro, trabajaba para que esta sentencia no fuera aplicada. En los relatos de las vidas de santos, por ejemplo, el héroe cristiano suele ser presentado como quien interviene a favor de los condenados a muerte para intentar disminuir la severidad de la justicia”.
Hoy, además, proclama la ACAT (Acción de los Cristianos para la Abolición de la Tortura), los cristianos deberían estar en primera línea en lo que concierne al compromiso para el respeto de los derechos humanos. “De acuerdo, la pena de muerte ya no existe en Francia, pero con el terrorismo que asola actualmente el mundo, podrían resurgir viejos demonios”, advierte Jean-Étienne de Linares, delegado general del movimiento. “Nos cuesta entender por qué los cristianos no están con nosotros en estas cuestiones. ¡La unión inquebrantable entre este tipo de compromiso y el mensaje de Cristo es evidente!
“La verdadera justicia es la misericordia”
A finales de 2013, un estudio realizado por Paradox Opinion para el semanario La Vie, desvelaba que, si bien los católicos parecían estar de acuerdo con el conjunto de los franceses sobre la mayor parte de los temas de sociedad, sus opiniones divergían sobre la pena de muerte, a la que se oponía más de la mitad de la población. Mientras que un 53% de los franceses se pronunciaba a favor de su restablecimiento para los crímenes más graves, los católicos, solo constituían un 45%.
“El papa Francisco nos anima y nos ayuda a salir del eterno conflicto entre justicia y misericordia para hacernos descubrir que la verdadera justicia, es la misericordia”, considera el padre Matthieu Lefrançois. El sacerdote angevino no olvidará jamás la expresión utilizada por el antiguo obispo de Burdeos, el cardenal Pierre Eyt, fallecido en 2001. Durante una homilía pronunciada en la catedral de Burdeos, declaró que, después de todo, “nosotros, los cristianos, somos discípulos de un condenado a muerte”.
Pena de muerte: la evolución del “Catecismo”
El Catecismo de la Iglesia Católica (CEC) es una obra de instrucción de la doctrina católica que resume la fe, la enseñanza y la moral de la Iglesia católica. Esta suma de más de 650 páginas, fue publicada el 7 de diciembre de 1992 y después reeditada, en su versión definitiva, en agosto de 1997.
1992
La primera versión del Catecismo no excluye el recurso a la pena de muerte “en los casos de extrema gravedad”. La justifica “si es la única vía practicable para proteger y defender eficazmente del agresor injusto las vidas humanas” (§2267).
1997
Entre el centenar de modificaciones que contiene la edición definitiva del Catecismo en comparación con la versión de 1992, la más destacable concierne a la pena de muerte. El Catecismo retoma la posición de la encíclica “Evangelium vitae” de 1995 (§56), que considera que la pena de muerte es inaplicable debido al progreso de nuestras sociedades. “Hoy, en efecto, dadas las posibilidades de las que el Estado dispone para reprimir eficazmente el crimen, incapacitando a quien lo ha cometido, sin impedirle definitivamente la posibilidad de arrepentirse, los casos de absoluta necesidad de eliminar al culpable “son bastante raros, incluso, prácticamente inexistentes” (Evangelium vitae, nº56).
11 de octubre de 2017
El Papa consideró, el miércoles 11 de octubre, que la doctrina expresada por el Catecismo de la Iglesia Católica no es inmutable y debe poder evolucionar, especialmente, en lo que respecta a la pena de muerte.

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