Fander Falconí
Es verdad que siempre ha habido
corrupción. Quizás hoy se conoce más y mejor el fenómeno, en
particular las intrincadas redes jurídicas y financieras. Pero la
corrupción se acrecienta cuando disminuyen las regulaciones. Tal
disminución es la tónica del neoliberalismo: un Estado reducido con
menos reguladores y con sueldos bajos, más una exagerada falta de
control al capital. En esa situación, los precios no se regulan por
la oferta y la demanda (como aseguran los neoliberales), sino por la
codicia de los intermediarios y la presencia activa de los
oligopolios y los monopolios. Así prevalece la economía
especulativa y no la productiva.
Ocurrió que, según uno de los casos
citados por la BBC, un cargamento de carne brasileña destinado a
Europa fue devuelto por estar contaminado con salmonela (bacteria
causante de enfermedades como la fiebre tifoidea). La ‘libre’
empresa no desperdicia nada, así que destinó el alimento al consumo
interno. Abundan estos casos criminales en el escándalo de las
carnes de Brasil.
Para exportar carne podrida, los
manipuladores usaban químicos para evitar olores y vitamina C para
que el producto recupere su color encarnado. Como es obvio, tales
adulteraciones no resultaban tan difíciles de detectar en una
inspección. Pero estos exportadores de carne (no confundir con los
productores que, con frecuencia, eran víctimas de la mala
manipulación de los animales faenados) sobornaban a los inspectores
gubernamentales encargados de aprobar los embarques. Varios de los
involucrados pertenecen al partido del actual presidente, una
vergüenza para el Gobierno que supuestamente venía a limpiar las
“malas acciones” de Dilma Rousseff.
Michel Temer se unió al grupo de
neoliberales latinoamericanos cuya misión ha sido desbaratar los
avances sociales de nuestros pueblos; al precio que sea, en las
urnas, en los cuerpos legislativos, a veces con golpes de Estado y
hasta en las calles (pero sin arriesgar el pellejo de las élites).
Primero pretende Temer y su gente
obtener ganancias de todo lado. Cuando son descubiertos, se rasgan
las vestiduras y acusan solo a los sobornados no a los sobornadores.
Su estrategia es clara: desacreditar al Estado y reducirlo cada día
más. Pero cuando lo requieren no dudan en utilizarlo a su favor.
Pronto pedirán una verificadora internacional para sustituir una
tarea del Estado, pero no dirán nada de la incorrección de la
‘libre’ empresa. Como Macri en Argentina Temer enfrenta un
problema internacional que puede afectar mucho a Brasil. Pensar que
el neoliberalismo intentó lo mismo con Ecuador.
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