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martes, 18 de abril de 2017

La carne podrida de Brasil

Fander Falconí
Es verdad que siempre ha habido corrupción. Quizás hoy se conoce más y mejor el fenómeno, en particular las intrincadas redes jurídicas y financieras. Pero la corrupción se acrecienta cuando disminuyen las regulaciones. Tal disminución es la tónica del neoliberalismo: un Estado reducido con menos reguladores y con sueldos bajos, más una exagerada falta de control al capital. En esa situación, los precios no se regulan por la oferta y la demanda (como aseguran los neoliberales), sino por la codicia de los intermediarios y la presencia activa de los oligopolios y los monopolios. Así prevalece la economía especulativa y no la productiva.
Eso es lo que está sucediendo en Brasil. Hace años, si se hablaba de exportación de carne, uno pensaba primero en Argentina. Hoy Brasil es líder mundial en esta actividad, con la venta anual de USD 5,5 miles de millones en carne de vaca y USD 6.5 miles de millones de carne de pollo. China es 2º en ambos rubros. La exportación de carne representa el 7% de las exportaciones de Brasil.
Ocurrió que, según uno de los casos citados por la BBC, un cargamento de carne brasileña destinado a Europa fue devuelto por estar contaminado con salmonela (bacteria causante de enfermedades como la fiebre tifoidea). La ‘libre’ empresa no desperdicia nada, así que destinó el alimento al consumo interno. Abundan estos casos criminales en el escándalo de las carnes de Brasil.
Para exportar carne podrida, los manipuladores usaban químicos para evitar olores y vitamina C para que el producto recupere su color encarnado. Como es obvio, tales adulteraciones no resultaban tan difíciles de detectar en una inspección. Pero estos exportadores de carne (no confundir con los productores que, con frecuencia, eran víctimas de la mala manipulación de los animales faenados) sobornaban a los inspectores gubernamentales encargados de aprobar los embarques. Varios de los involucrados pertenecen al partido del actual presidente, una vergüenza para el Gobierno que supuestamente venía a limpiar las “malas acciones” de Dilma Rousseff.
Michel Temer se unió al grupo de neoliberales latinoamericanos cuya misión ha sido desbaratar los avances sociales de nuestros pueblos; al precio que sea, en las urnas, en los cuerpos legislativos, a veces con golpes de Estado y hasta en las calles (pero sin arriesgar el pellejo de las élites).

Primero pretende Temer y su gente obtener ganancias de todo lado. Cuando son descubiertos, se rasgan las vestiduras y acusan solo a los sobornados no a los sobornadores. Su estrategia es clara: desacreditar al Estado y reducirlo cada día más. Pero cuando lo requieren no dudan en utilizarlo a su favor. Pronto pedirán una verificadora internacional para sustituir una tarea del Estado, pero no dirán nada de la incorrección de la ‘libre’ empresa. Como Macri en Argentina Temer enfrenta un problema internacional que puede afectar mucho a Brasil. Pensar que el neoliberalismo intentó lo mismo con Ecuador.

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