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jueves, 20 de abril de 2017

NOS ESTAMOS DEJANDO #ENTRUMPAR

Trump suena a “tramp”, y, perdón por la obviedad, a trampa.
José María Segura

Se lee entre las acepciones de la RAE que trampa es: “Artificio de caza que atrapa a un animal y lo retiene; contravención disimulada a una ley, convenio o regla, o manera de eludirla con miras al provecho propio; Infracción maliciosa de las reglas del juego o de una competición; ardid para burlar o perjudicar a alguien”.
Y últimamente me parece que estamos cayendo en la trampa de Trump. Pero no por lo que Trump está haciendo.
Mr. President se está ajustando, en lo que la justicia americana no se lo impide, a sus promesas electorales. Su “America first” ya estaba entre ellas y deja claro cuál es su programa de gobierno. Trump no engaña. Eso es lo sorprendente y lo que habrá que estudiar como fenómeno sociológico y sociopolítico. ¡Ha ganado las elecciones diciendo barbaridades!, insultando a las mujeres, a las minorías, a los medios…
Pero el tema de este post no es Trump. Es otro. Es que hemos puesto los ojos, los medios, las redes, en Trump y su muro. Mientras tanto, otros muchos muros se levantan. Algunos son de alambrada y otros de medidas xenófobas y hay partidos de extrema derecha que gozan de buena salud en Europa En una entrevista a Teresa Perales, la nadadora olímpica decía: “Siempre he pensado que la silla de ruedas la iba a llevar pegada al culo, no a la cabeza”. El muro de Trump, el más peligroso, es el que se nos está pegando a la cabeza, el que se nos está percolando en el corazón de Europa, y el que se cuela en algunos titulares y noticias de prensa.
¿En qué nos podemos estar dejando #EnTrumpAr?:
  1. El discurso de “los míos primero” es un lema de la campaña americana.
  2. El muro preocupante es el de México.
  3. Las vallas preocupantes son las de ahí fuera.
  4. ¡Qué mala es esa manera descalificadora de hablar! (la de los políticos americanos…)
1.- Los míos primero
“Los turcos sabían que eran refugiados. Los alemanes sabían que eran refugiados. Pero todos acordaron en considerarlos como lo que no eran mayoritariamente: inmigrantes” (Refugiados. Frente a la catástrofe humanitaria, una solución real. Crítica, Barcelona, pág. 98).
Una ceguera blanca (Saramago) se está extendiendo por Europa. Una ceguera que nos impide “ver para acoger” (Agrelo), que nos es instilada por medios de comunicación, políticos, intereses económicos de una “economía que mata” y que excluye a los pobres, refugiados, maltratados, víctimas de trata que no queremos ver. No son de los nuestros. No son como nosotros. Tomamos distancia. Porque si fueran personas, tendríamos que admitir que merecen un trato humano.
2.- El muro de México
Europa ha invertido desde 2015 unos 175 millones de euros en levantar 235 km de vallas auspiciada por el crecimiento de la ultraderecha en todo el espacio de la Unión; unas 11.000 personas se han ahogado tratando de alcanzar sus costas. Los países recién incorporados a la Unión se han convertido en fervorosos defensores de las fronteras y, contraviniendo las directrices europeas en defensa de los derechos humanos que ratificaron para entrar en la Unión establecen leyes xenófobas y rechazan las cuotas de reubicación.
Pero no sólo en vallas. Además se han abierto nuevos CIES y se ha mejorado el sistema de vigilancia en altamar, y… se han externalizado los controles fronterizos, pagando millones de euros a Turquía, que se ha convertido en país amigo de la UE y en un vertedero de los despojos humanos que la UE no necesita (con perdón). Entrampados, criticamos el muro de México mientras continúa la fortificación de Europa. ¡Hasta la UE está lanzando recomendaciones que sugieren un refuerzo de las medidas represivas y discriminatorias! ¡Ampliemos el plazo de estancia en los  Centros de Internamiento de Extranjeros! Aunque Pueblos Unidos y el Servicio Jesuita a Migrantes demuestren en su informe que es una medida inútil porque el 70% se sabe que son inexpulsables  antes de ser internados. ¡¿Pero qué es eso de acoger a menores?! Ni que fuera uno de los principios de la Ley internacional y de todos los tratados europeos… Es mejor que repatriemos a menores y si hay 10.000 cuyo paradero no nos consta, pues… ¡mejor para las mafias!
3.- Las vallas preocupantes
Un cuaderno de Cristianisme i Justícia invitaba a reflexionar sobre las “fronteras interiorizadas”. Esos estereotipos, prejuicios, clichés, sospechas… que nos van calando y predisponiendo, o mejor, mal disponiendo hacia los migrantes y refugiados que lejos de ser prójimos son vistos como amenaza. Y este discurso no es inocente, ni casual, ni desinteresado: es un truco, tan viejo al menos como los romanos, el clamar a la amenaza exterior para justificar la abdicación de libertades y de derechos de un colectivo por el bien de la mayoría, y consecuentemente el ceder más y más poder a la militarización de las relaciones exteriores de las naciones. Se lee en la última publicación de CEAR: “Desde la entrada en vigor del acuerdo (con Turquía), más de 4800 personas han muerto ahogadas en el Mediterráneo, un 25%  más que en el  mismo período del año anterior. Un total de 25.846 niños (9 de cada 10 no acompañados) se embarcaron en la ruta del Mediterráneo Central, el doble que el año anterior, y al menos 700 perdieron la vida, según datos de UNICEF”.
4.- ¡Qué mala es esa manera descalificadores de hablar!
Eso de los insultos de Trump a los medios de comunicación y los chistes de los otros sobre Trump, y la parodia de los candidatos en las redes sociales hasta degenerar en comentarios hirientes y personales ¿es sólo un mal de la “política” americana? En España estamos asistiendo a una escalada en las descalificaciones cruzadas de portavoces de partidos políticos en redes sociales, en medios, hasta en las intervenciones en el Congreso… La política y el debate social están decayendo en un espectáculo pugilístico a golpe de campaña de portadas y de autobuses, de portales de recogidas de firmas (¡unos contra otros, naturalmente!) y de reacciones a las reacciones de esos/as otros/as… Estamos dejándonos #EnTrumpAr en la escalada de descalificaciones, y pierden la sociedad y la política (sin comillas).

Necesitamos con urgencia abrir los ojos para ver porque, como dice Teilhard, ante la realidad sufriente del mundo, nos la jugamos a “ver o perecer”. Con Agrelo, insisto, necesitamos “ver para acoger”.

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