Donde cristianos y
musulmanes aprenden a vivir juntos y esperan al Papa
Historias de convivencia entre los
que creen en Cristo y los que creen en Mahoma. Vínculos buenos, el
papel de la educación, las esperanzas, el futuro del país, las
expectativas por el viaje de Francisco: viaje a la capital egipcia.
CRISTINA UGUCCIONI
EL CAIRO
«Junto con mis hermanas estoy
rezando por que la visita de Papa Francisco a El Cairo pueda acercar
los corazones y eliminar esa separación, esa división que algunas
mentes (que definiría “rígidas”) quisieran provocar en el
pueblo egipcio. Rezo por que las palabras de Su Santidad traigan
frutos de paz: Francisco es la mansedumbre en persona, capaz de vivir
auténticamente la fraternidad. Lo esperamos con alegría: para
nosotros esta visita es un paso muy importante.
Y también la espera
mucho el presidente al-Sisi, que se está comprometiendo con gran
determinación para superar la crisis que está viviendo Egipto.
Al-Sisi ha demostrado atención hacia los cristianos, permitiéndoles,
por ejemplo, construir nuevas iglesias y restaurar las existentes,
una posibilidad que antes estaba negada». Son palabras de sor Basma
Farah Attalla Francis, de 67 años, una mujer egipcia. Desde hace
muchos años dirige una de las escuelas femeninas católicas más
conocidas de El Cairo: la École des Religieuses Franciscaines Kasr
el Nil, fundada en 1895 por las Franciscanas Misioneras del Corazón
Inmaculado de María, el primer Instituto Misionero italiano en
territorio egipcio.
Los atentados
«Sentimos gran dolor con la noticia
de los dos graves atentados terroristas que el Domingo de Palmas
golpearon a nuestros queridos hermanos ortodoxos en Tanta y
Alejandría», prosiguió la monja. «Pero en este país los
cristianos no se dejan vencer por el miedo. Entre más los toman como
objetivos y los golpean, más fuertes se convierten en la fe,
ofreciendo un límpido testimonio de amor y de perdón, imitando a
Jesús en la Cruz (“Padre, perdónalos porque no saben lo que
hacen”). Todos dicen: “Seguiremos yendo a la iglesia”».
La unidad del pueblo egipcio
Lo que Egipto está atravesando es un
paso difícil de su historia: «Desde 2011 los terroristas y el EI
están tratando de dividir al pueblo. Pero en las iglesias y en las
mezquitas las autoridades religiosas mantienen los nervios firmes y
siguen, incesantemente, llamando a todos a la concordia y a la
unidad, esa unidad que siempre ha caracterizado al pueblo egipcio»,
dijo sor Basma. «Aquí los cristianos y los musulmanes siempre se
han querido. Yo, por ejemplo, crecí en Luxor, en un ambiente en el
que las relaciones con los musulmanes eran serenas y muy amigables.
Las tensiones que hoy se registran no destrozarán la unidad de
nuestro pueblo. Hay muchas personas de buena voluntad (cristianas y
musulmanas) que trabajan por este objetivo. Nosotras, las monjas,
estamos convencidas de que la educación escolar desempeña un papel
decisivo en la construcción del vínculo social».
Respeto, amor y perdón
La escuela en la actualidad recibe a
1150 alumnas (de la guardería a la preparatoria), y la mayor parte
de ellas es musulmana. Las razones de que los padres musulmanes
prefieran este instituto son muchas: «En particular —indicó sor
Basma— la atención por la formación humana e intelectual de las
alumnas, la dedicación de los docentes, el esfuerzo constante para
educar al respeto recíproco, al amor recíproco, al perdón, a la
caridad hacia los más pobres, a esos valores en los que todos los
seres humanos pueden reconocerse».
Relaciones familiares
El cuerpo docente está constituido
por 8 monjas y 107 maestros católicos, ortodoxos, protestantes y
musulmanes. Entre estos últimos está Sayd Sabet Sayed, casado y
padre de tres hijos, profesor de lengua árabe y de religión: «Tengo
muchos amigos y amigas cristianos —dijo—, nos queremos y nos
respetamos. La religión no es motivo de división. Nos unen los
valores humanos y civiles. Me gusta trabajar en esta escuela católica
por diferentes razones: por la justicia con la que todos son
tratados, por el afecto y el espíritu de fraternidad que
caracterizan las relaciones. Juntos compartimos momentos de alegría
y de dolor. Aquí la relación humana está libre de cualquier tipo
de discriminación. Las relaciones entre nosotros, los maestros, son
familiares y se basan en el amor y la misericordia. Este hermoso
entendimiento, positivo, se refleja también sobre las alumnas».
Los vínculos entre docentes
Sor Basma, contenta y admirada por
las buenas relaciones que unen a los docentes, pone dos ejemplos,
entre los muchos que podrían mencionar: «Hace algunos días
falleció el papá de una de nuestras maestras cristianas: los
colegas musulmanes le demostraron su cercanía de muchas maneras y
quisieron estar presentes en la iglesia para rezar con ella. De la
misma manera, los maestros cristianos ayudaron a un colega musulmán
cuyo hermano se había enfermado gravemente haciendo una colecta para
pagar los gastos médicos, que eran muy elevados».
La amistad entre las alumnas
Entre las alumnas cristianas y
musulmanas, las relaciones son muy buenas, dicen al unísono Sayd
Sabet Sayed y sor Basma: las chicas aprenden a vivir juntas desde
pequeñas y nacen firmes relaciones de amistad, independientemente de
la fe profesada. La escuela propone muchas iniciativas en las que las
chicas participan todas juntas. Durante la Semana Santa, por ejemplo,
entregaron víveres a los orfanatos cristianos y musulmanes de la
ciudad, visitaron a los ancianos que son acudido en las casas de
reposo y ofrecieron una suma (reunida por ellas mismas) a dos
hospitales infantiles, para llevar un pequeño regalo a los niños
hospitalizados».
El papel de la escuela
«La escuela —subrayó Sayd Sabet
Sayed— tiene un papel estratégico en la construcción de una
sociedad unida y pacífica. Nuestro instituto educa a las chicas a
los valores más elevados. Las chicas son inscritas aquí desde la
más tierna infancia para recibir esta formación y convertirse en
buenos fundamentos de la sociedad». Al respecto, sor Basma dice:
«Recientemente apareció en la prensa nacional un artículo que
escribió una periodista musulmana, en el que elogiaba las escuelas
católicas del país (femeninas y masculinas), descritas como “un
puente entre la cultura cristiana y musulmana”, como lugares en los
que se educa al respeto y al cuidado de lo humano».
La cercanía de Tawadros II
En diciembre del año pasado, después
del atentado terrorista en la catedral de San Marcos, las monjas
fueron a expresar su cercanía y su pésame a Tawadros II, Patriarca
de la Iglesia copto-ortodoxa. «En esa ocasión nos dijo: “¡Aumenten
las escuelas católicas!”», recordó sor Basma, que añadió: «El
Patriarca es una persona muy equilibrada, un verdadero hombre de Dios
que, incluso sufriendo mucho por los repetidos atentados, ha sabido
hacer que la gran comunidad copta supere estos dramáticos momentos
manteniéndola unida. Siempre ha rezado por que la sangre derramada
de los cristianos se convierta en el vientre del que puedan nacer el
perdón y la conversión de los corazones».
Esperando al Papa
En relación con la visita del
Pontífice, Sayd Sabet Sayed observó: «En la sociedad egipcia
advierto un estado general de benevolencia por la inminente llegada
de Papa Francisco, un hombre de paz que con compromiso trata de
difundirla en una época en la que la violencia racial y religiosa
aumenta en muchas partes del mundo». Y, pensando en Egipto,
concluyó: «Deseo y espero que en mi país reinen la paz, la
estabilidad, el bienestar y la serenidad: los egipcios tienen un
corazón de oro y merecen una vida mejor de la que actualmente
viven».
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