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sábado, 18 de marzo de 2017

Ex directivo de la industria alimentaria

Destapa las prácticas más oscuras del sector
Fue testigo y cómplice de algunas de las actividades más fraudulentas
Christophe Brusset (Claude GASSIAN )

Por: ROSANNA CARCELLER

Heces de animales en las especias molidas, pimentón que en realidad no lo es, polvo de ladrillo en el azafrán, carne de caballo vendida como carne de buey… Christophe Brusset, ingeniero francés, ha trabajado durante más de 20 años como broker o director de compras de grandes empresas agroalimentarias.
Siendo testigo y cómplice de las prácticas más desagradables y fraudulentas para ampliar los beneficios económicos, ahora cuenta su experiencia en el libro “¡Como puedes comer eso!” que acaba de publicar Ediciones Península (Planeta).

La carne de caballo, el desencadenante
Hace mucho tiempo que se engaña al consumidor. “Por ejemplo, en el caso de los ravioli de Leader Price que no contenían carne de cerdo, como anunciaban. Lo destapó el periódico francés Capital en 2001, pero nadie lo consideró un escándalo”, explica Brusset a Lavanguardia.com.
“Cuando vi el gran caso de la carne de caballo (vendida como carne de buey), me di cuenta de que algo había cambiado en la percepción de los consumidores. La cuestión ya no era que hubiera víctimas o no. La gente quería saber la verdad. Estaban preparados para escuchar lo que yo tenía que contar”.

Heces en las especias molidas
Sorprenden sus explicaciones sobre los casos de lotes de especias turcas o egipcias con excrementos de pájaro y los botes de pimienta india o de guindillas indias con heces de ratón y otros desechos. La solución para conseguir vender estos productos era triturarlo todo, tratarlo, y diluirlo en partidas “sanas”.
El caso del azafrán en polvo es otro claro ejemplo, “algunos proveedores sin escrúpulos hacen locuras: no dudan en mezclar ingredientes como ladrillos machacados, colorantes prohibidos (…). Yo ya no consumo productos molidos ni triturados de tipo industrial”, afirma Brusset.

Orígenes dudosos
Azafrán
Otro de los engaños más comunes son los orígenes de los productos. “El mayor comprador de azafrán (vendido como) español es Estados Unidos. Pero España exporta más azafrán del que puede producir… En realidad, parte este azafrán se importa de Irán, el primer productor mundial”.

“Así, Estados Unidos puede comprar la cantidad de azafrán que desee bajo bandera española, sin tener que comerciar con Irán, país contra el que decretó un embargo”, leemos en el libro. Hay decenas de casos como este.

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