Elegido el 13 de
marzo de 2013, en el signo de la misericordia
El programa que movió a los
cardenales en el pre-cónclave
Primera Salida Del Papa Francisco
ANITA BOURDIN
Se cumplen este lunes, cuatro años
desde que los cardenales reunidos en cónclave en la Capilla Sixtina,
eligieron al cardenal Jorge Mario Bergoglio, SJ, arzobispo de Buenos
Aires, como sucesor de Pedro. Una elección bajo el signo de la
misericordia divina, de acuerdo a la clave de lectura programática
que el Papa dio a su escudo episcopal, después pontificio. Una
elección basada en un programa elegido por los cardenales electores
impresionados por la intervención del cardenal argentino en el
‘pre-cónclave’.
La elección de un Papa es la elección de Dios,
y los cardenales en oración fueron así guiados en su voto por el
pre-discernimiento antes del cónclave.
Estos primeros cuatro años del
pontificado del papa Francisco han constituido una marcha del obispo
y del pueblo de Dios en la oración, en la caridad, en la confianza,
para construir un mundo de fraternidad bajo la mirada de la Virgen
María.
El cardenal Jean-Louis di Vaissière
en su reciente libro “François dans la tempête” (Francisco en
la tempestad) dice: “El papa argentino, perfectamente fiel al
dogma, trae en la Iglesia aire fresco e intenta poner en acto todo lo
que en el Concilio no ha sido plenamente actuado. Da el buen ejemplo
más con los gestos que con las palabras, tiene un mensaje
maravilloso de esperanza: el de una Iglesia empeñada por los pobres,
en la lucha por la vida de más de siete mil millones de personas”.
El pre-conclave
Sabremos sucesivamente que en las
asambleas generales antes del cónclave en la que participaron 161
cardenales entre electores y no electores, se hizo camino el nombre
de Bergoglio después de un discurso que él realizó. El cardenal
arzobispo hoy emérito de La Habana, Jaime Ortega, pidió después al
cardenal Bergoglio si podía tener lo que había dicho. Bergoglio
escribió así de puño y letra apuntes para su colega cubano, quien
tras de su elección como Papa le pidió poder publicarlo.
Para el cardenal Ortega fue un
discurso “magistral, perspicaz, atrayente y auténtico”, que
reflejaba en cuatro puntos una evaluación de la situación de la
Iglesia.
Coraje y celo por la evangelización:
Bergoglio afirmaba que “la Iglesia tiene que salir de sí misma y
buscar las periferias”, no solamente geográficas pero también
humanas y existenciales, que es necesario ir a los más pequeños,
acercando a las personas cuando manifiestan el pecado, el dolor, la
injusticia y la ignorancia.
Las ‘enfermedades’ de la Iglesia
cuando no evangeliza consisten en la autoreferencialidad, en el
“narcisismo teológico”, lejos de la mirada del mundo y
“pretendiendo tener a Jesucristo, sin salir afuera”.
Francisco pide discernir entre
Iglesia evangelizadora, “la del ‘Dei Verbum religiose audiens et
fidenter proclamans’ (la Iglesia que religiosamente escucha
fielmente proclama la palabra de Dios”, y de otro lado “la
Iglesia mundana que vive en sí, de sí misma y para sí”. Este
discernimiento “tienen que iluminar los posibles cambios y reformas
que es necesario realizar para la salvación de las almas”.
Último punto: “Pensando al próximo
Papa: un hombre que, a través la contemplación de Jesucristo y la
adoración de Jesucristo, ayude a la Iglesia a salir de sí misma
hacia las periferias existenciales, que la ayude a ser la madre
fecunda que vive de la dulce y confortante alegría de evangelizar”.
Este es el programa al cual se
confiaron los electores que eligieron a Jorge Mario Bergoglio. Y esta
reforma realizada bajo el signo de la misericordia, como demuestra
también la sorpresa del Jubileo extraordinario, ha encontrado en él
un padre espiritual: él ha querido de algún modo favorecer a la
Iglesia y al mundo con su experiencia de misericordia que ha marcado
su vocación y lo ha acompañado en la tempestades de la historia
haciendo parte de él como ancla de salvación
Cada cristiano -la gente y
especialmente los jóvenes, en vista del sínodo dedicado a ellos en
el 2018 puede a su vez vivir la ‘misericordia’ todos los días. Y
la unión entre misericordia y evangelización marca los viajes
papales, incluido el próximo a Fátima, con motivo del centenario de
las apariciones en mayo próximo.
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