El gobierno está
secando la savia de la vida intelectual y artística de Río de
Janeiro
Leonardo Boff
Ya se ha dicho casi todo y se ha
hecho todo en términos de crítica, de manifestaciones de
profesores, de alumnos, artistas e intelectuales, en el sentido de
salvar uno de los patrimonios culturales más queridos de la ciudad
de Río de Janeiro: la Universidad de Río de Janeiro, fundada en
1950. Quiero referir un testimonio personal de los años en que fui
profesor de ética y de filosofía de la religión en esta
universidad, que tuvo la generosidad de ofrecerme una cátedra
después de haber sido condenado al “silencio obsequioso” por las
autoridades doctrinales del Vaticano. Posteriormente ingresé por
concurso público. Pero antes vale recordar una política ejemplar
venida de Cuba.
Pero esto no es lo que ocurre en
Brasil. Han hecho recortes en la salud y en la educación. Parece que
la falta de educación y de salud obedece a la lógica de la
dominación de las clases adineradas y del Estado rehén de sus
estrategias. Es más fácil explotar a un pueblo ignorante y enfermo
que al sano y educado. Gran parte del analfabetismo y de la falta de
asistencia sanitaria tiene raíces políticas, lo que es éticamente
inhumano y políticamente perverso.
Asistir al derribo de la UERJ una de
las mejores universidades del país, con méritos en casi todos los
campos del saber y de la investigación, la primera en abrirse a la
política de cuotas ante la carencia de pobres y negros, es aceptar
que se mate la savia de la creatividad y se cierre el horizonte de un
futuro de la actual generación de estudiantes y de profesores. Bien
decía Celso Furtado en El largo amanecer: «Una sociedad sólo
se transforma si tiene capacidad de improvisar de tener o no acceso a
la creatividad: esta es la cuestión» 1999. Lo que caracterizaba a
la UERJ era y sigue siendo su creatividad, su apertura a fronteras
nuevas, ya sea ligadas a la investigación de punta en varias áreas
técnicas y en la salud la primera en introducir la medicina
integral, ya sea su articulación con las bases populares con cursos
de extensión en la formación de líderes, en derecho social y
educación en derechos humanos en varios municipios, su actuación
valerosa en los conflictos de tierras.
Acepté ser profesor de esta
universidad con la condición de que mis aulas fuesen abiertas a
quien quisiera de las comunidades y a otros interesados. Siempre
había representantes de las bases que animaban las discusiones, pues
ellos no hablan palabras, hablan cosas. Mi preocupación en filosofía
era llevar a los estudiantes a pensar por sí mismos y a tomar como
temas de tesis realidades brasileras. No basta saber lo que
Aristóteles, Heidegger, Habermas, Bergson, Deleuse o Gatarri sabían.
Es importante pensar lo que sabemos. De ahí nacieron tesis
brillantes, como por ejemplo, una sobre el profeta Gentileza, otra
sobre espiritualidad en los tiempos modernos en diálogo con la
psicología analítica de C.G. Jung. Una estudiante embarazada debía
observarse en las varias fases del embarazo y hacer una lectura
filosófica-fenomenológica del sentido de vida que se iba revelando
en ella. Produjo un texto digno de publicación. Son algunos ejemplos
entre otros muchos.
Con todo, lo que más me impresionó
de esta Universidad, de la cual tengo los mejores recuerdos y cuyo
nombre llevé a todos los países en los cuales di conferencias y
cursos, a Rusia, a China y entre los samis (esquimales) cerca del
polo norte, fue el ambiente de apertura y de representación de lo
que es el Brasil real, con la presencia de estudiantes provenientes
de las clases populares de la Baixada Fluminese, la coexistencia sin
discriminación de negros y blancos, la orientación social de toda
la enseñanza de la universidad, con un fuerte acento en la
construcción de una nación libre, creativa, soberana e insumisa a
las lógicas de la dominación. Hay que recordar la resistencia de la
UERJ a la dictadura militar con la muerte de un estudiante por los
órganos de represión.
El lema de las manifestaciones es
«luto y lucha»: luto por la agonía de este centro de excelencia y
lucha para garantizar su existencia contra el deterioro y su eventual
privatización. Salvar la UERJ es mantener la savia de la vida
intelectual y artística de la ciudad y permitir que Brasil entero se
beneficie de sus servicios serios y excelentes.
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