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lunes, 30 de enero de 2017

DISCURSO DEL PAPA

A LA DIRECCIÓN NACIONAL ANTIMAFIA Y ANTITERRORISMO
«El fenómeno mafioso, como expresión de una cultura de muerte, debe ser contrastado y combatido»

El papa Francisco recibió el 23 de enero a los miembros de la Dirección Nacional Antimafia y Antiterrorismo (DNA) de Italia, encabezada por Franco Roberti.
En el discurso que dirigió al organismo al que el Estado italiano encomendó la persecución de los delitos de tres grandes organizaciones criminales de tipo mafioso: mafia, camorra y ‘ndrangheta, el Papa recordó que «las deficiencias económicas, sociales y políticas, que esas organizaciones explotan, son un terreno fértil para que logren sus proyectos deplorables». Las competencias de ese ente abarcan también la lucha contra el terrorismo, «que asume cada vez más un aspecto cosmopolita y devastador».
«Deseo expresarles –dijo Francisco- mi aprecio y mi aliento por su actividad, difícil y arriesgada, pero absolutamente indispensable para el rescate y la liberación del poder de las organizaciones criminales, que son responsables de violencia y opresión manchadas de sangre humana. La sociedad tiene que ser saneada de la corrupción, de la extorsión, del tráfico ilegal de drogas y de armas, de la trata de seres humanos, entre ellos muchos niños, esclavizados. Son auténticas plagas sociales y, al mismo tiempo, retos globales que la comunidad internacional está llamada a enfrentar con determinación».
El Papa resaltó después que la actividad de la DNA se desarrolla en colaboración con colegas de otros estados, así esa tarea gracias a la sinergia y a la eficacia de los medios es una barrera eficaz y una medida de seguridad para la colectividad que confía en la capacidad y la experiencia de los magistrados comprometidos en la erradicación del crimen organizado. En este sentido exhortó a todos a dedicar sus esfuerzos especialmente a la lucha contra la trata de personas y al contrabando de emigrantes. «¡Se trata de delitos gravísimos que afectan a los más débiles entre los débiles! Para ello, es necesario aumentar la actividad de protección de las víctimas, incluida la asistencia jurídica y social a nuestros hermanos y hermanas en busca de paz y de futuro. Los que huyen de sus países a causa de la guerra, la violencia y la persecución tienen derecho a encontrar acogida y protección adecuadas en los países que se dicen civiles».
Para completar y reforzar la labor de la DNA se necesitan «intervenciones educativas amplias, destinadas en particular a la generación más joven. Con este fin, los diferentes organismos educativos, entre ellos las familias, las escuelas, las comunidades cristianas, los entes deportivos y culturales, están llamados a cultivar una conciencia de moralidad y legalidad orientada a estilos de vida honestos, pacíficos y solidarios que poco a poco venzan el mal y allanen el camino hacia el bien». «Se trata –recalcó- de partir de las conciencias, para sanear las intenciones, decisiones, actitudes de la persona, de manera que el tejido social se abra a la esperanza de un mundo mejor.
«El fenómeno mafioso, como expresión de una cultura de muerte, debe ser contrastado y combatido. Se opone radicalmente a la fe y al Evangelio, que siempre están en favor de la vida. Los que siguen a Cristo tienen pensamientos de paz, de fraternidad, de justicia, de acogida y de perdón. Cuando la savia del Evangelio fluye en el discípulo de Cristo, maduran frutos buenos reconocibles también fuera, con comportamientos correspondientes, que el apóstol Pablo identifica con «amor, alegría, paz, paciencia, benignidad, bondad, fidelidad, mansedumbre, dominio de sí».
El Santo Padre mencionó a las tantas parroquias y asociaciones católicas que son testigos de esos frutos y desempeñan un trabajo encomiable en el territorio, «destinado a la promoción de las personas, a una promoción cultural y social cuyo objetivo es extirpar progresivamente desde la raíz la maleza del crimen organizado y la corrupción. En estas iniciativas, se manifiesta también la proximidad de la Iglesia a los que viven situaciones dramáticas y necesitan que se les ayude a salir de la espiral de la violencia y a regenerarse en la esperanza».
«¡Que el Señor siempre les de la fuerza de seguir adelante, de no desanimaros, sino de seguir combatiendo la corrupción, la violencia, la mafia y el terrorismo! Soy consciente de que su trabajo también conlleva el riesgo de la vida, –soy consciente- o de otros peligros para ustedes y para sus familias –afirmó el Papa- Por eso requiere un suplemento de pasión, del sentido del deber y de fuerza de ánimo. Y también, de nuestra parte, de todos los ciudadanos que nos beneficiamos de vuestro trabajo, un suplemento de sostén, de oración y de cercanía.
Yo les aseguro que estoy muy cerca de ustedes de su trabajo y que rezo por ustedes. Al mismo tiempo, pido al Señor, justo y misericordioso, que toque los corazones de los hombres y mujeres de las distintas mafias, para que se detengan, dejen de hacer el mal, se conviertan y cambien de vida. El dinero de los negocios sucios y de los delitos mafiosos es dinero ensangrentado y produce un poder inicuo. Todos sabemos que el diablo entra por los bolsillos y allí está la primera corrupción».

El Pontífice terminó bendiciendo a los miembros de la DNA y a sus familias e invocando para ellos la fortaleza del Señor al mismo tiempo que reiteraba su cercanía y les pedía que rezasen por él.

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