«El fenómeno mafioso, como
expresión de una cultura de muerte, debe ser contrastado y
combatido»
El papa Francisco recibió el 23 de
enero a los miembros de la Dirección Nacional Antimafia y
Antiterrorismo (DNA) de Italia, encabezada por Franco Roberti.
En el discurso que dirigió al
organismo al que el Estado italiano encomendó la persecución de los
delitos de tres grandes organizaciones criminales de tipo mafioso:
mafia, camorra y ‘ndrangheta, el Papa recordó que «las
deficiencias económicas, sociales y políticas, que esas
organizaciones explotan, son un terreno fértil para que
logren sus proyectos deplorables». Las competencias de ese ente
abarcan también la lucha contra el terrorismo, «que asume cada vez
más un aspecto cosmopolita y devastador».
El Papa resaltó después que la
actividad de la DNA se desarrolla en colaboración con colegas de
otros estados, así esa tarea gracias a la sinergia y a la eficacia
de los medios es una barrera eficaz y una medida de seguridad para la
colectividad que confía en la capacidad y la experiencia de los
magistrados comprometidos en la erradicación del crimen organizado.
En este sentido exhortó a todos a dedicar sus esfuerzos
especialmente a la lucha contra la trata de personas y al contrabando
de emigrantes. «¡Se trata de delitos gravísimos que afectan a los
más débiles entre los débiles! Para ello, es necesario aumentar la
actividad de protección de las víctimas, incluida la asistencia
jurídica y social a nuestros hermanos y hermanas en busca de paz y
de futuro. Los que huyen de sus países a causa de la guerra, la
violencia y la persecución tienen derecho a encontrar acogida y
protección adecuadas en los países que se dicen civiles».
Para completar y reforzar la labor de
la DNA se necesitan «intervenciones educativas amplias, destinadas
en particular a la generación más joven. Con este fin, los
diferentes organismos educativos, entre ellos las familias, las
escuelas, las comunidades cristianas, los entes deportivos y
culturales, están llamados a cultivar una conciencia de moralidad y
legalidad orientada a estilos de vida honestos, pacíficos y
solidarios que poco a poco venzan el mal y allanen el camino hacia el
bien». «Se trata –recalcó- de partir de las conciencias, para
sanear las intenciones, decisiones, actitudes de la persona, de
manera que el tejido social se abra a la esperanza de un mundo mejor.
«El fenómeno mafioso, como
expresión de una cultura de muerte, debe ser contrastado y
combatido. Se opone radicalmente a la fe y al Evangelio, que siempre
están en favor de la vida. Los que siguen a Cristo tienen
pensamientos de paz, de fraternidad, de justicia, de acogida y de
perdón. Cuando la savia del Evangelio fluye en el discípulo de
Cristo, maduran frutos buenos reconocibles también fuera, con
comportamientos correspondientes, que el apóstol Pablo identifica
con «amor, alegría, paz, paciencia, benignidad, bondad, fidelidad,
mansedumbre, dominio de sí».
El Santo Padre mencionó a las
tantas parroquias y asociaciones católicas que son testigos de
esos frutos y desempeñan un trabajo encomiable en el
territorio, «destinado a la promoción de las personas, a una
promoción cultural y social cuyo objetivo es extirpar
progresivamente desde la raíz la maleza del crimen organizado y la
corrupción. En estas iniciativas, se manifiesta también la
proximidad de la Iglesia a los que viven situaciones dramáticas y
necesitan que se les ayude a salir de la espiral de la violencia y a
regenerarse en la esperanza».
«¡Que el Señor siempre les de la
fuerza de seguir adelante, de no desanimaros, sino de seguir
combatiendo la corrupción, la violencia, la mafia y el terrorismo!
Soy consciente de que su trabajo también conlleva el riesgo de la
vida, –soy consciente- o de otros peligros para ustedes y para sus
familias –afirmó el Papa- Por eso requiere un suplemento de
pasión, del sentido del deber y de fuerza de ánimo. Y también, de
nuestra parte, de todos los ciudadanos que nos beneficiamos de
vuestro trabajo, un suplemento de sostén, de oración y de cercanía.
Yo les aseguro que estoy muy cerca de
ustedes de su trabajo y que rezo por ustedes. Al mismo tiempo, pido
al Señor, justo y misericordioso, que toque los corazones de los
hombres y mujeres de las distintas mafias, para que se detengan,
dejen de hacer el mal, se conviertan y cambien de vida. El dinero de
los negocios sucios y de los delitos mafiosos es dinero ensangrentado
y produce un poder inicuo. Todos sabemos que el diablo entra por los
bolsillos y allí está la primera corrupción».
El Pontífice terminó bendiciendo a
los miembros de la DNA y a sus familias e invocando para ellos la
fortaleza del Señor al mismo tiempo que reiteraba su cercanía y les
pedía que rezasen por él.
No hay comentarios:
Publicar un comentario