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sábado, 7 de enero de 2017

“El mundo odia a los cristianos,

nuestro llanto está con los mártires”
El Papa recordó la figura de san Esteban, el primer mártir del cristianismo y ofreció sus sentidas condolencias “al querido pueblo ruso” por el avión que precipitó en el Mar Negro provocando la muerte del coro de las Fuerzas Armadas
Andrés Beltramo Álvarez
Ciudad del Vaticano
“El mundo odia a los cristianos por la misma razón por la cual odió a Jesús, porque él trajo la luz de Dios y el mundo prefiere las tinieblas para esconder sus obras malvadas”. La alegría de la Navidad y la desolación del martirio. Dos realidades que este lunes evocó el Papa. Lo hizo al evocar la figura de san Esteban, el primer mártir de la historia del cristianismo. Y dejó en claro que la vida cristiana implica no sólo la esperanza de la salvación, sino la certeza de la persecución.
Poco antes del mediodía, Francisco se asomó a la ventana de su estudio personal en el Palacio Apostólico del Vaticano y saludó a una multitud congregada en la Plaza de San Pedro, acompañada por el frío pero también por el sol. Antes de impartir la bendición con el Angelus, el pontífice sostuvo que mientras alegría de la Navidad llena los corazones, la liturgia católica celebra el martirio de san Esteban invitando a todos a recoger el testimonio de su sacrificio, que sigue presente en la historia de la Iglesia hasta los días actuales.
“Jesús anunció a los discípulos el rechazo y la persecución que encontrarían diciendo así: serán odiados por todos en mi nombre. Recordemos que Jesús, en la última cena, rezó para que nos defendiese del malvado espíritu mundano. Existe oposición entre la mentalidad del evangelio y la mundana. Seguir a Jesús quiere decir seguir su luz, que se encendió en la noche de Belén y abandonar las tinieblas del mundo”, sostuvo.
Recordó que Esteban fue lapidado porque confesó su fe en Jesucristo, hijo de Dios, quien vino al mundo para invitar a todo creyente a elegir el camino de la luz y de la vida. Eligiendo la verdad –siguió- el santo se convirtió en víctima del “misterio de iniquidad” presente en el mundo pero, en Cristo, él venció.
Sostuvo que también hoy la Iglesia, para dar testimonio de la luz y de la verdad, experimenta en diversos lugares duras persecuciones, hasta la suprema prueba del martirio. Y exclamó: “¡Cuántos de nuestros hermanos y hermanas en la fe sufren abusos, violencias y son odiados a causa de Jesús!”.
Entonces, saliéndose del discurso que tenía preparado, advirtió que los mártires de hoy son, en número, muchos más respecto a los de los primeros siglos. Aseguró que cuando se lee la historia de los primeros siglos, por ejemplo en Roma, se observa mucha crueldad con los cristianos. “La misma crueldad existe hoy, y en número mayor con los cristianos”, insistió.
Por eso añadió: “Hoy queremos pensar en ellos y estar cercanos con nuestro afecto, nuestra oración y también nuestro llanto. Ayer, día de Navidad, los cristianos perseguidos en Irak celebraron la Navidad en su catedral destruida. Es un ejemplo de fidelidad al evangelio. No obstante las pruebas y peligros, ellos atestiguan con su valentía su pertenencia a Cristo y viven el evangelio empeñándose a favor de los últimos, de los más abandonados, haciendo el bien a todos sin distinción, atestiguan así la caridad en la verdad”.
Más adelante, el Papa pidió que al hacer espacio dentro del corazón de cada uno al hijo de Dios que se dona a nosotros en la Navidad, se renueve la alegre y valiente voluntad de seguirlo fielmente como única guía, perseverando en el vivir según la mentalidad evangélica y “rechazando la mentalidad de los dominadores de este mundo”.
Después de pronunciar el Angelus, Francisco envió un mensaje a Rusia: “Expreso vivas condolencias por la triste noticia del avión ruso precipitado en el Mar Negro. El señor consuele al querido pueblo ruso y a los familiares de los pasajeros que estaban a bordo: periodistas, tripulación y el excelente coro y orquesta de las Fuerzas Armadas. La beata Virgen María sostenga las operaciones de búsqueda actualmente en curso. En el 2004, el coro se exhibió en el Vaticano para el vigésimo sexto año de pontificado de San Juan Pablo II: rezamos por ellos”.
Luego renovó a todos su deseo de paz y serenidad, para que sean estos, en familia, días de gozo y fraternidad. También felicitó a todas las personas que se llaman Esteban y Estefanía por su santo.

Reveló que en estas semanas recibió muchos mensajes de felicitaciones de todo el mundo y no siéndole posible responder a cada uno, expreso a todos su agradecimiento, especialmente a quienes le aseguraron que rezarán por él. 
“¡Gracias de corazón! ¡El señor los recompense con su generosidad!”, sentenció.

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