Carta Pastoral de los Obispos del
Ecuador ante las próximas Elecciones Generales
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Introducción
Para el próximo domingo 19 de
febrero, el Ecuador ha sido convocado a las urnas para elegir a sus
principales dignidades, especialmente al Presidente Constitucional de
la República y a los miembros de la Asamblea Nacional. La Iglesia es
consciente de la importancia de unas elecciones que marcarán el
próximo futuro de nuestro país.
Como católicos y como ciudadanos,
tenemos la responsabilidad de participar de forma corresponsable en
la vida pública. De aquí la responsabilidad que tenemos de elegir
bien, de forma responsable y ética. Es necesario estudiar los
programas y las mejores respuestas a las necesidades reales del país,
pero también los principios morales y los comportamientos
democráticos y éticos de los candidatos. Como Obispos del Ecuador,
queremos ofrecer a la sociedad, con profundo respeto, algunas
orientaciones que iluminen el proceder de los ciudadanos a la hora de
decidir el voto.
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Realidades apremiantes
• Superar la pobreza
Todavía hay muchos hermanos nuestros
que necesitan ayuda y promoción, desempleados que esperan un trabajo
adecuado, pueblos y nacionalidades que aspiran a ser respetados en su
identidad, empobrecidos que exigen mejor asistencia pública.
Necesitamos construir una sociedad más justa y solidaria, con un
auténtico desarrollo integral.
• La dignidad de la persona humana
También entre nosotros se dan
situaciones lacerantes de pobreza que condicionan la dignidad de la
persona, especialmente en el mundo rural o en los barrios marginales
de nuestras grandes ciudades. El cuidado y la promoción de los
empobrecidos debe de iluminar cualquier programa político ético e
integrador.
• El bien común
La justicia social debe de integrar a
todos, pero, especialmente, a los más desfavorecidos de nuestra
sociedad. Necesitamos un pacto por el bien común que promueva
relaciones de equidad y de justicia. Siempre, por encima de intereses
de partido o de grupos de poder.
• La subsidiaridad
El hombre nace y crece en familia,
forma parte de asociaciones y grupos sociales. Recibe y, al mismo
tiempo, crea una cierta visión del mundo y una cultura. No podemos
despreciar el ingente esfuerzo de trabajadores, empresarios,
instituciones públicas y privadas. La creación de riqueza, empleo y
oportunidades es el fruto del trabajo de millones de ecuatorianos que
luchan cada día por salir adelante. El Estado tiene un valor
subsidiario y no debe de sustituir la iniciativa privada.
• El diálogo en los diversos
ámbitos de la vida
Los ecuatorianos compartimos una
misma historia y, juntos, tenemos que seguir construyéndola. Esto
sólo es posible desde una clara libertad de opinión y de expresión,
desde el diálogo, buscando lo que conviene al conjunto de la
sociedad, ceñidos a la verdad y a la justicia. Necesitamos políticos
que promuevan un auténtico diálogo social.
• La participación y la
corresponsabilidad
No puede haber corresponsabilidad sin
participación política y ciudadana. El estatismo, el centralismo y
el discurso único, son una gran tentación de poder y de control.
Nadie puede suplir la libertad y la dignidad de las personas.
• La solidaridad
La sociedad y, especialmente, quienes
la sirven, están llamados a educar y a promover una profunda
solidaridad. Necesitamos una economía social, solidaria y
productiva, que garantice trabajo digno y supere la enorme quiebra
entre ricos y pobres. Nos preocupan especialmente los jóvenes,
aquellos que ni estudian ni trabajan, especialmente sensibles a la
delincuencia, al alcohol, a la droga,… En este momento, crear
fuentes de trabajo digno es una prioridad.
• La interculturalidad
El mundo intercultural de pueblos
indígenas, afros y montubios es una inmensa riqueza del Ecuador.
Promover su identidad, usos y costumbres ancestrales no puede ser un
botín político. Dividir a los indígenas, debilitar sus
organizaciones, es un grave atentado al derecho que los pueblos
tienen a vivir y progresar en paz.
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Compromisos
• El compromiso ético
La ética política pide a todos una
conducta moral intachable. El Papa Francisco nos decía: “La
corrupción supone la destrucción del tejido social” y “es un
fraude a la democracia”. Resulta escandaloso que la corrupción se
dé al tiempo en que miles de personas viven en el desempleo y las
familias humildes experimentan graves necesidades. Los ciudadanos
claman por un ejercicio honesto del poder. La corrupción deja en
evidencia la falta de control y de fiscalización de las diversas
instituciones. Es un derecho social que tienen los ciudadanos.
• El respeto a la vida
Desde la concepción hasta la muerte
natural de las personas. Éticamente, resultan inaceptables políticas
públicas que promuevan el aborto, la eutanasia, la pena de muerte,
la trata de personas o el maltrato físico o psicológico. No se
trata sólo de derechos individuales. La sociedad debe de defender la
vida y la calidad de la vida.
• El cuidado de la familia
Son muchos los que, desde una
ideología de género, tienden a equiparar cualquier forma de
convivencia humana con la familia conformada por el padre, la madre,
los hijos. La Constitución deja claro el matrimonio entendido como
la unión entre un hombre y una mujer. Respetando las opciones de
cada cual en el ámbito del bien común, nos parece inaceptable la
equiparación de toda unión legal o de hecho con el matrimonio. La
defensa de la familia también supone respetar el derecho de los
padres a educar a sus hijos de acuerdo con sus convicciones éticas y
religiosas. Una educación de discurso ideológico único y
obligatorio contradice la libertad educativa propia de un estado
democrático.
• El cuidado de la Creación
El Papa Francisco nos recuerda el
deber que todos tenemos de cuidar “nuestra casa común”. El
cambio climático, la falta de acceso al agua potable, la explotación
salvaje de los recursos naturales, sobre todo petroleros y minerales,
sin las debidas garantías y sin la consulta previa a las
comunidades, pone en peligro nuestro futuro personal y el de nuestros
pueblos. Necesitamos políticas y leyes adecuadas, pero también la
educación de la conciencia y la promoción de nuevos estilos de
vida, humanos y saludables.
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Conclusión
No existen políticas ni políticos
perfectos, pero es necesario elegir a aquellos que más se acercan al
ideal de sociedad que, desde nuestros principios y valores, tenemos y
deseamos. Les invitamos a orar para que el Señor ilumine la
conciencia de los votantes. Pero, también por aquellos que serán
elegidos. Que quienes nos gobiernen nunca antepongan intereses
personales, familiares o de grupo a los intereses del Ecuador, al
bienestar de nuestro pueblo. Que las elecciones sean un auténtico
evento cívico, respetuoso y pacífico. En su día nos tocará
respetar la voluntad popular expresada en las urnas. Pero, después,
todos tendremos que seguir trabajando a favor de nuestro país.
Ponemos en las manos de Dios y de la Santísima Virgen María el
futuro de nuestra Patria.
Reciban el saludo cordial y fraterno
de
Los Obispos del Ecuador 6 de enero,
2017
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