El aumento del desempleo en los
jóvenes ha puesto de manifiesto la crisis del modelo económico
global. Pero lo más complicado es que pocos se dan cuenta de que la
falta de trabajo afecta lo más íntimo de los jóvenes: su
dignidad.
1. Desempleo en aumento. Un problema
social globalizado es la carencia de empleo. Como muestra tenemos la
declaración del director de la Organización Internacional del
Trabajo (OIT) para América Latina y el Caribe, José Manuel Salazar
Xirinachs, quien señaló que “el desempleo juvenil aumentó en
forma abrupta en el último año, pegó un salto de más de 3 puntos
porcentuales, al pasar de un 15.1 a un 18.3 por ciento”.
De igual manera, aunque en Estados
Unidos, durante el pasado mes de mayo repuntó el empleo, es
significativo que al final de ese mismo mes se registraron 248 mil
pedidos iniciales de los beneficios estatales por desempleo, cifra
mayor a lo previsto por un sondeo de analistas consultados por la
agencia Reuters.
2. El problema social del desempleo
juvenil. Desde el inicio de su Pontificado, Francisco ha señalado
que el desempleo es un grave problema de la sociedad. El año pasado,
el Papa calificó de “un escándalo” las tasas de desempleo
juvenil.
El Pontífice también señaló que
este problema “no solo debe ser abordado en primer lugar en
términos económicos, sino que también debe afrontarse, y de forma
no menos urgente, como una enfermedad social”.
Para ilustrar este drama, está el
caso de la Expo Joven Empleo organizada por el Gobierno de Buenos
Aires (Argentina), que según los medios fue un fracaso porque la
feria ofrecía a los jóvenes empleo, pero las empresas ofrecieron
pasantías no remuneradas.
Así se entiende que el núcleo del
problema del desempleo juvenil, según el Papa, radica en que
“nuestra juventud se ve privada de la esperanza y se malgastan sus
grandes energías, su creatividad y su intuición”.
3. ¿Por qué los subsidios no son la
solución? Podría extrañar a más de alguno que el Papa haya
dicho, en su reciente viaje apostólico a Génova (Italia), que no
bastan los subsidios a los desempleados, pues les parecería que si
una persona tiene dinero para comer, el problema estaría
solucionado.
Sin embargo, Francisco explicó ahí,
en un encuentro con el mundo del trabajo, que la dignidad de una
persona se ve afectada cuando no tiene empleo. Hizo la distinción
entre “sobrevivir” (entendido como conseguir medios para
subsistir) y el “vivir”, o sea, ejercer todas las capacidades
personales. “La elección es entre sobrevivir y vivir”, subrayó.
Luego el Pontífice, subrayó el
papel del trabajo en la dignidad de los jóvenes. Dijo que los
jóvenes desempleados “crecen sin dignidad, porque no son ‘ungidos’
por el trabajo que es lo que da la dignidad”. En efecto, la
dignidad es innata, pero luego ésta se “ejerce”, se desarrolla,
mediante el trabajo.
El problema de la juventud sin empleo
nos pone frente a un enorme problema social. La crisis actual afecta
a la dignidad humana, porque el modelo económico occidental no está
enfocado en las personas sino en las ganancias. Urge un nuevo
paradigma económico centrado en el ser humano y no en las
utilidades.
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