Hacer obras de misericordia es
compartir y arriesgarse
(María Fernanda Bernasconi - RV).
Que las obras de misericordia no sean
dar limosna para tranquilizar la conciencia, sino la participación
en el sufrimiento de los demás, incluso corriendo riesgos y
dejándose incomodar. Lo afirmó el Santo Padre en
su homilía de la Misa matutina celebrada en la
capilla de la Casa de Santa Marta en el día en que
la Iglesia recuerda a San Bonifacio, mártir y apóstol
de Alemania.
“Es decir, sufrir con quien sufre.
Una obra de misericordia no es hacer alguna cosa para tranquilizar la
conciencia: una obra de bien así estoy más tranquilo, me quito un
peso de encima… ¡No! También es compadecerse el dolor del otro.
Compartir y compadecerse: van juntas. Es misericordioso el que sabe
compartir y también apiadarse de los problemas de las otras
personas. Y aquí la pregunta: ¿Yo sé compartir? ¿Soy generoso?
¿Soy generosa? Pero también cuando veo a una persona que sufre, que
tiene dificultades, ¿yo también sufro? ¿Sé ponerme en los zapatos
de los demás? ¿En la situación de sufrimiento?”.
A los judíos deportados a Asiria se
les había prohibido sepultar a sus propios compatriotas. Incluso
podían ser asesinados a su vez. De este modo Tobit se
arriesgaba. Realizar obras de misericordia – reafirmó Francisco –
no sólo significa compartir y compadecer, sino también correr el
riesgo:
“Pero tantas veces se arriesga.
Pensemos aquí, en Roma. En plena guerra: cuántos
corrieron riesgos, comenzando por Pío XII, por esconder a los
judíos, ¡para que no fueran asesinados, para que no fueran
deportados! ¡Arriesgaban el pellejo! ¡Pero salvar la vida de
aquella gente era una obra de misericordia! Arriesgarse”.
El Pontífice subrayó
asimismo otros dos aspectos: dijo que quien realiza obras de
misericordia puede ser objeto de burla por parte de los demás –
como le sucedió a Tobit – porque era considerada una
persona que hacía cosas demenciales en lugar de estar tranquila. Y
también – añadió el Papa – es uno que se deja
incomodar:
“Hacer obras de di misericordia
incomoda. ‘Pero yo tengo un amigo, una amiga, enfermo y quisiera ir
a visitarlo, pero no tengo ganas… prefiero descansar o mirar la
televisión… tranquilo’. Hacer obras de misericordia siempre es
padecer incomodidades. Incomodan. El Señor ha padecido la
incomodidad por nosotros: fue a la cruz. Para darnos misericordia”.
Quien “es capaz de hacer una obra
de misericordia” – subrayó el Santo Padre al concluir
– es “porque sabe que él ha sido ‘misericordiado’ antes;
que el Señor le ha dado la misericordia a él. Y si
nosotros hacemos estas cosas, es porque el Señor ha tenido
piedad de nosotros. Pensemos en nuestros pecados, en
nuestras equivocaciones y en cómo el Señor nos
ha perdonado: nos ha perdonado todo, ha tenido esta misericordia” y
nosotros “hacemos lo mismo con nuestros hermanos”. “Las obras
de misericordia – concluyó Francisco – son
las que nos sacan del egoísmo y nos hacen imitar
a Jesús más de cerca”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario