Leonardo Boff
Sería ingenuo pensar que el
movimiento de los estudiantes ocupando escuelas y universidades se
agota en la crítica de uno de los más vergonzosos proyectos que
hemos tenido para la reforma de la enseñanza media o en la protesta
contra la PEC 241 de la Cámara y ahora PEC 55 del Senado, PEC de la
brutalización contra los más vulnerables de la nación. Lo que se
esconde detrás de las críticas es algo más profundo: el rechazo al
tipo de Brasil que hemos construido hasta ahora y de la política
corrupta hecha por algunos parlamentarios en provecho propio. Junto a
esto hay un lado más positivo: la demanda de otra forma de construir
Brasil y de reinventar una democracia, no de espaldas al pueblo sino
con él participando en las discusiones y decisiones de las grandes
cuestiones nacionales.
Ya he abordado en este espacio este tema a
propósito del movimiento de los jóvenes de 2013. Tres autores
siguen inspirándonos, pues lucharon por otro Brasil y siempre fueron
derrotados. Ahora retorna la lucha con renovado vigor por medio de
miles de jóvenes en todo el país.
El primer autor es Darcy
Ribeiro en un texto de 1998 como prefacio a mi libro El
caminar de la Iglesia con los oprimidos: «Nosotros los brasileros
surgimos de una empresa colonial que no tenía el menor propósito de
fundar un pueblo. Quería tan solo generar beneficios empresariales
exportables con pródigo desgaste de gentes». Esta lógica del
ultraliberalismo actual se radicalizó en Brasil.
El segundo es Luiz Gonzaga de
Souza Lima en la más reciente y creativa interpretación de
Brasil: La refundación de Brasil: rumbo a una sociedad
biocentrada (São Carlos 2011): «Cuando se llega al fin,
allí donde acaban los caminos, es porque ha llegado la hora de
inventar otros rumbos; es hora de buscar otra cosa; es hora de que
Brasil se refunde; la refundación es el camino nuevo y, de todos los
posibles, el que vale más la pena, ya que es propio del ser humano
no economizar sueños y esperanzas; Brasil fue fundado como empresa.
Es hora de refundarlo como sociedad» (contraportada). Esa hora ha
llegado.
El tercero es un escritor
francés François-René de Chateaubriand (1768-1848): «Nada
es más fuerte que una idea cuando ha llegado el momento de su
realización». Todo indica que este momento de realización está en
camino.
Los jóvenes que están ocupando los
locales de enseñanza están revelando más inteligencia, a ejemplo
de la joven Ana Júlia Ribeiro hablando en la Cámara Legislativa de
Paraná, que la mayoría de los representantes sentados en nuestras
sedes parlamentarias, más interesados en sus negocios que en el
destino del pueblo brasilero.
Sin definición partidaria, con sus
carteles incisivos los estudiantes quieren decirnos: estamos
cansados del tipo de Brasil que ustedes nos presentan, con democracia
de baja intensidad, que hace políticas ricas para los ricos y pobres
para los pobres, en la cual las grandes mayorías son invisibilizadas
y lanzadas a las periferias, sin estudios, sin salud, sin seguridad,
sin tiempo libre. Queremos otro Brasil que esté a la altura de
nuestra conciencia, hecho de pueblo mezclado y junto, alegre,
sincrético y tolerante.
Efectivamente, hasta hoy Brasil fue y
sigue siendo un apéndice del gran juego económico y político del
mundo. Aunque políticamente liberados, seguimos siendo
recolonizados, esta es la palabra exacta, pues las potencias antes
colonizadoras, nos quieren mantener colonizados, condenándonos a ser
una gran empresa neocolonial que exporta commodities: granos, carnes,
minerales. De esta forma nos impiden realizar nuestro proyecto de
nación independiente, soberana y orgullosa de sí misma.
Dice con fina sensibilidad social
Souza Lima: «Aunque nunca haya existido en la realidad, hay un
Brasil en el imaginario y en el sueño del pueblo
brasilero. El Brasil vivido dentro de cada uno es una producción
cultural. La sociedad construyó un Brasil diferente del real
histórico, el tal país del futuro, soberano, libre, justo, fuerte
pero sobretodo alegre y feliz» (p.235). En el movimiento actual
renace este sueño exuberante de Brasil.
Caio Prado Júnior en La
revolución brasilera (Brasiliense 1966) proféticamente
escribió: «Brasil se encuentra en uno de esos momentos en que
se imponen de pronto reformas y transformaciones capaces de
reestructurar la vida del país en coherencia con sus necesidades más
generales y profundas y con las aspiraciones de la gran masa de su
población que, en el estado actual, no son debidamente
atendidas» (p. 2).
Con los personajes que están ahí en
la escena política gran parte acusados de corrupción, imputados o
condenados, no podemos esperar nada sino más de lo mismo. Deben ser
democráticamente apartados de la historia para tener el campo limpio
para lo nuevo.
¿Sobre qué bases se hará la
Refundación de Brasil? Souza Lima nos dice que es sobre lo que
tenemos de más profundo y original: la cultura nacional tomada en su
sentido más amplio que envuelve lo económico, lo político y lo
específicamente cultural: «A través de nuestra cultura el pueblo
brasilero pasará a ver sus infinitas posibilidades históricas. Es
como si la cultura, impulsada por un poderoso flujo creativo se
hubiese constituido lo suficiente para escapar de las constricciones
estructurales de la dependencia, de la subordinación y de los
límites tímidos de la estructura socioeconómica y política de la
empresa Brasil y del estado que ella creó sólo para sí. La
cultura brasilera escapa entonces de la mediocridad de la condición
periférica y se propone a si misma con igual dignidad en relación a
todas las culturas, presentando al mundo sus contenidos y sus valores
universales» (p.127).
El texto de Souza Lima se libra de la
crítica justa que Jessé Souza hace a la mayoría de nuestros
intérpretes del statu quo histórico: La necedad de la
inteligencia brasilera (Leya 2015), completada con La
radiografía del golpe (Leya 2016).
La mayoría de estos intérpretes
clásicos miraron hacia atrás e intentaron mostrar cómo se
construyó el Brasil que tenemos. Souza Lima, como los jóvenes de
hoy, mira hacia delante e intenta mostrar cómo podemos refundar
Brasil en la nueva fase planetaria, ecozoica, rumbo a lo que él
llama “una sociedad biocentrada”.
O nace de estos jóvenes estudiantes
un Brasil diferente o corremos el peligro de perder nuevamente el
carro de la historia. Ellos pueden ser los protagonistas de aquello
que debe nacer.
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