Como eje
transversal de los procesos de integración
Por: Pablo A. de la Vega M.
Desde su acta fundacional los doce
Estados Miembros de la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR),
identificaron una docena de principios rectores como los ejes
políticos e ideológicos de este naciente proceso de integración
suramericano.
Entre ellos, la autodeterminación de los pueblos, la
solidaridad, la cooperación, la paz, la democracia, la participación
ciudadana y el pluralismo, la armonía con la naturaleza para un
desarrollo sostenible y los derechos humanos, reconociendo
explícitamente su universalidad, indivisibilidad e interdependencia.
Del mismo modo, establecieron un
vínculo indisoluble entre la plena vigencia de las instituciones
democráticas y el respeto irrestricto de los derechos humanos, como
una condición sine qua non para la construcción de un futuro común
de paz entre los Estados Miembros.
Y, además, entre sus objetivos
específicos no sólo señalaron como sus prioridades el desarrollo
social y humano con equidad e inclusión para erradicar la pobreza y
superar las desigualdades en la región, el acceso universal a una
educación de calidad, la erradicación del analfabetismo, el acceso
universal a la seguridad social y a los servicios de salud, sino que
plantearon una suerte de utopías para la región, siendo una de
ellas la consolidación de una identidad suramericana, paso previo a
la ciudadanía suramericana, símbolo de un nuevo modelo de
integración basado en la plena vigencia de los derechos humanos,
desde una perspectiva integral.
En este escenario en proceso de
construcción, la participación propositiva y, a la vez, crítica de
la sociedad civil y sus múltiples formas organizativas en la región,
pueden y deben desempeñar un papel protagónico en la consolidación
de este nuevo paradigma de integración, contribuyendo a superar
progresivamente las asimetrías de diverso orden entre los Estados
Miembros de UNASUR, con un enfoque basado en derechos humanos y de la
naturaleza.
Diversas historias de encuentros y
desencuentros entre nuestros gobiernos y pueblos, institucionalidades
frágiles en ciertos momentos y sólidas en otros, estructuras
sociales inamovibles en algunos casos y dinámicas sociales y
económicas transformadoras en otras, dan cuenta de los desafíos que
no son pocos en Suramérica.
Por ello, otro de los ejes
fundamentales en este nuevo paradigma de integración es la
participación ciudadana de un creciente número de actores sociales,
mediante mecanismos interactivos, permanentes y proactivos, que
tengan como una de sus prioridades la transformación de las causas
de esas asimetrías, cuyo propósito fundamental sea avanzar hacia un
proceso de integración social, cultural y productiva, sustentado
sobre bases de complementariedad, cooperación, sustentabilidad y
solidaridad entre gobiernos y pueblos.
América Latina y, en particular,
Suramérica viven un momento distinto de su historia en el que es
necesaria una verdadera integración política, económica, social y
cultural que enfrente en mejores condiciones la actual crisis
civilizatoria, expresada en conflictos armados de inimaginables
consecuencias, el enorme poder corporativo de las empresas
transnacionales, la privatización de los sistemas globales de
alimentación, la apropiación sistemática de las fuentes de agua y
las amenazas globales como el cambio climático.
La integración regional debe ser
concebida como un proyecto político al servicio del bienestar de los
pueblos y la protección de la naturaleza, donde los derechos humanos
sean el eje fundamental de la construcción de ese proyecto.
La integración a la que aspiran los
movimientos y organizaciones sociales debe ser un mecanismo que
profundice los avances alcanzados en la región, a pesar de las
asimetrías en favor de la soberanía, la autodeterminación y el
bienestar de los pueblos.
La participación social real y
efectiva es un imperativo para la integración regional y debe
desarrollarse en base a los principios de autonomía, pluralismo,
diversidad, legitimidad de las representaciones, democracia y
transparencia.
El mecanismo a consolidarse en el
Foro de Participación Ciudadana de UNASUR debe asegurar la
participación de las organizaciones expresamente comprometidas con
la consolidación de la integración regional, que se identifican con
los principios rectores señalados, en particular con el fomento y la
defensa de los derechos humanos y de la naturaleza, desde una
perspectiva integral.
No hay comentarios:
Publicar un comentario