El espectro de
la dominación total
Leonardo BOFF
Es el último título de Luiz Alberto
Moniz Bandeira (Civilização Brasileira, 2016), nuestro más
respetado analista de política internacional. El autor ha tenido
acceso a las fuentes de información más seguras, a múltiples
archivos, a lo que se une un vasto conocimiento histórico. Son 643
páginas densas, pero escritas con tal fluidez y elegancia que da la
impresión de estar leyendo una novela histórica.
Los materiales de que dispone le
permiten denunciar la lógica imperial presente en el subtítulo:
“guerras por procuración, terror, caos y catástrofes
humanitarias”. Quien alimenta todavía admiración por la
democracia norteamericana y procura alinearse con los designios
imperiales (como hacen los neoliberales brasileros), encontrará aquí
un vasto material para reflexión crítica y datos para una lectura
del mundo más diferenciada.
Dos lemas orientan el centro de poder
del estado norteamericano con sus innumerables órganos de seguridad
interna y externa: “un mundo y un solo imperio” o “un solo
proyecto y el espectro de la dominación total (full-spectrum
dominance/superiority)”. Es decir, la política externa
norteamericana se inspira en el (ilusorio) “excepcionalismo” del
viejo “destino manifiesto”, una variante “del pueblo elegido
por Dios, raza superior”, llamada a difundir en todo el mundo la
democracia, la libertad y los derechos (siempre según la
interpretación imperial que prestan a estos términos) y a
considerarse (pretendidamente) “la nación indispensable y
necesaria”, “ancla de la seguridad global” o el “único
poder” (lonely power).
Ya en el siglo XVIII Edmund Burke
(1729-1797) y en el siglo XIX el francés Alexis Tocqueville
(1805-1859) presentían que el presidente norteamericano tenía más
poderes que un monarca absolutista y que eso degeneraría en
una military democracy (p. 55). Efectivamente, con George
W. Bush a raíz de los atentados a las Torres Gemelas”, se instauró
una verdadera democracia militar, con la declaración de la war
on terror y la publicación del patriotic act que
suspendió los derechos civiles básicos hasta el habeas corpus y dio
permiso para las torturas. Esto, ciertamente, configura un estado
terrorista.
Como varios científicos
norteamericanos, citados por Moniz Bandeira (p. 470), afirmaron: “ya
no hay una democracia sino una economic élite domination a
la cual debe someterse el presidente. Las decisiones son tomadas por
el complejo industrial-militar (la máquina de guerra), por Wall
Street (las finanzas), por poderosas organizaciones de negocios y por
un pequeño número de norteamericanos muy influyentes. Para
garantizar el “espectro de la dominación total” mantienen 800
instalaciones militares en el mundo, la mayoría con ojivas nucleares
y 16 agencias de seguridad con 107.035 agentes civiles y militares.
Como afirmó H. Kissinger: “la misión de América es llevar la
democracia, si es necesario mediante el uso de la fuerza” (p.443).
En esta lógica, de 1776 a 2015, o sea, en los 239 años de
existencia de los EUA, 218 han sido años de guerra y sólo 21 años
de paz.
Se esperaba que Barack Obama diese
otro rumbo a esta historia violenta. Ilusiones. Cambió solo los
nombres, pero mantuvo todo el espíritu excepcionalista y las
torturas en Guantánamo y en otros lugares fuera de Estados Unidos
como en tiempos de Bush. A la perpetual war le dio el
nombre de Oversee Contingency Operation. Por decisión personal
(penal), autorizó cientos de ataques con drones y con aviones no
pilotados, matando a los principales líderes árabes (p. 476).
Con cierta decepción, Bill Clinton
constató: “Los Estados Unidos no han vencido ninguna guerra desde
1945” (p. 312). De Irak huyeron en silencio en la oscuridad de la
noche (p. 508).
El libro de Moniz Bandeira entra en
detalles mínimos sobre la Guerra en Ucrania, en Crimea y en el
Estado Islámico en Siria, con nombres de los actores principales y
fechas.
La conclusión es avasalladora:
“Dondequiera que intervienen Estados Unidos con el specific
goal of bringing democracy, el objetivo específico de llevar la
democracia esta se compone de bombardeos, destrucción, terror,
masacres, caos y catástrofes humanitarias entran para defender sus
necesidades e intereses económicos y geopolíticos, sus intereses
imperiales” (p.513).
La cantidad de informaciones
presentadas sustentan esta afirmación, no obstante las limitaciones
que siempre podrán ser aducidas.
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