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sábado, 8 de octubre de 2016

COMISIÓN ECUATORIANA DE JUSTICIA Y PAZ

La Comisión Ecuatoriana de Justicia y Paz, se inició hace 46 años. Testigo de esta realidad es la Dra. Isabel Robalino, por ser parte de los fundadores, primera vicepresidente y presidente de la Comisión, que en la Asamblea de mayo de 2008, hacía memoria del inicio de la Comisión. Es importante recordar la historia de nuestra Institución.

Discurso de la Dra. Isabel Robalino Bolle
8 de mayo de 2008

Orígenes y perspectivas

El 1º de septiembre de 1970 se constituye la Comisión Ecuatoriana de Justicia y Paz, mediante acta suscrita por: el Fondo Ecuatoriano Populorum Progressio (FEPP), la Asociación Desarrollo y Paz, el Instituto Ecuatoriano para el Desarrollo Social (INEDES), el Instituto Ecuatoriano de Formación Social (INEFOS), la Fundación Ecuatoriana de Desarrollo (FED), Fe y Alegría y Central Ecuatoriana de Servicios Agrícolas (CESA).
Es bueno que hoy que nos proponen estudiar las perspectivas de la Comisión y su orientación futura, echar una mirada a sus orígenes, cuyo recuerdo nos permitirá guiar su trabajo en los momentos actuales. El promotor de la iniciativa fue Mons. Cándido Rada, Prelado de amplia visión social y pionero en varios aspectos, quien con los laicos pertenecientes a las organizaciones enumeradas crearon la Comisión. Ya los nombres de las instituciones –todas ellas de inspiración cristiana, no confesionales, nos dan a conocer la preocupación común: el desarrollo, que S. S. Paulo VI llamaría “el nuevo nombre de la paz”. Por diversos caminos buscaban el desarrollo a través de una nueva estructura social equitativa y participativa, ya sea mediante el análisis profundo de la realidad nacional, la creación de cuerpos intermedios que fueron el camino para la participación del pueblo en los frutos del desarrollo, por la justa distribución de los bienes y del poder, ya sea por el financiamiento y apoyo directo a las necesidades populares y su organización, ya sea con la realización de tareas educativas de la niñez y en educación de adultos.
En la línea de la Constitución del Vaticano II, “Gaudium et Spes” y para hacer presente la voz de la Iglesia anunciando la verdadera paz y justicia a la humanidad, Paulo VI estableció la Pontifica Comisión que lleva este nombre, mediante las letras apostólicas motu proprio dadas “Catholicam Christi Ecclesiam”. El 6 de enero de 1967 (A.A.S. 59 (1967) 28). La creación fue “ad experimentum”, y ella se refiere en la admirable Encíclica “Populorum Progressio”, dada el 26 de marzo del mismo año, con estas palabras: “hemos creído que era nuestro deber, crear entre los organismos centrales de la Iglesia, una Comisión Pontificia encargada de suscitar en todo el pueblo de Dios el pleno conocimiento de la función que los tiempos actuales piden a cada uno, en orden a promover el progreso de los pueblos más pobres, de favorecer la justicia social entre las naciones, de ofrecer a los que se hallan menos desarrollados una tal ayuda que les permita proveer ellos mismos y para si mismos, a su progreso”. Su programa “puede y debe juntar a los hombres de buena voluntad con nuestros hijos católicos y hermanos cristianos” (P. P. 5).
Y es así que muy pronto, a partir de la reunión celebrada en Lima con laicos y sacerdotes, expertos en la Doctrina Social de la Iglesia –entre ellos Gustavo Gutiérrez (hoy fraile dominico), los fundadores crearon nuestra Comisión, integrada por laicos y con vinculación con la Conferencia Episcopal Ecuatoriana.
Cuán grande fue la alegría de los laicos participantes, al ver confirmados, en admirable forma por el Magisterio de la Iglesia, sus ideales, que los llevaron a establecer las diferentes instituciones nombradas. Las grandes desigualdades que veíamos y aún vemos, en nuestro país, al haber tomado la cuestión social dimensión mundial hace decir al Papa “Los pueblos hambrientos, interpelan hoy, con acento dramático, a los pueblos opulentos”. El Pontífice se refiere a la mayor toma de conciencia de la miseria no merecida, a lo que se añade “el escándalo de las disparidades hirientes, no solamente en el goce de los bienes, sino todavía más en el ejercicio del poder” (P.P. 9). El desarrollo del que nos habla el Papa ha de ser desarrollo integral, que no se reduce al simple crecimiento económico. Se refiere al liberalismo sin freno, que conduce a la dictadura, nefasto sistema ya denunciado por Pio XI como generador del “imperialismo internacional del dinero”. Y hoy se sigue proclamando el neo-liberalismo. El desarrollo comporta también además del de las organizaciones profesionales, la actividad de las instituciones culturales. Y decía el Concilio Vaticano II “el destino del mundo está en peligro si no se forman hombres más sabios” (Gaudium et Spes 15).
En la Encíclica Populorum Progressio no falta tampoco la referencia a aquellos dirigentes o representantes de grandes empresas que si bien en su propio país no están desprovistos de sentido social y retroceden “a los principios inhumanos del feudalismo cuando ellos trabajan en países en países menos desarrollados” (P. P: 70). ¿Qué diríamos hoy al hablar de las multinacionales?
Si bien Paulo VI crea la Comisión Pontificia Justitia et Pax, no deja de afirmar en su Encíclica que “a los seglares les corresponde por libre iniciativa y sin esperar consignas y directrices, penetrar de espíritu cristiano la mentalidad y las costumbres, las leyes y las estructuras de la comunidad en que viven”. (P. P. 81).

Estas orientaciones generales se concretan en el Motu Proprio de Paulo VI.

La Encíclica Populorum Progressio parte de realidades que aún permanecen y otras que previstas por la misma, se han agudizado; también algunas metas han sido alcanzadas como una mayor conciencia internacional con relación a la justicia y derechos humanos, la promoción de las clases populares, a través de sus organizaciones.
Una mayor toma de conciencia no significa necesariamente un mayor respeto y así S. S. Benedicto XVI en su reciente discurso en la Asamblea de la ONU, vuelve sobre el tema, insistiendo en el principio de la “responsabilidad de proteger” principio recientemente definido, pero ya implícito en los orígenes de las Naciones Unidas. Y cita el pensamiento del fraile dominico. Francisco de Vitoria que describió dicha “responsabilidad como un aspecto de la razón natural compartida por todas las naciones”. La responsabilidad es de los Estados y en su defecto de la comunidad internacional. Por otra parte Benedicto XVI hace una mayor participación de todas las naciones en la dirección de la ONU.
Si bien Paulo VI crea la “Comisión Pontificia Iustitia et Pax”, no deja de afirmar en su Encíclica que “a los seglares les corresponde por libre iniciativa y sin esperar consignas y directrices, penetrar de espíritu cristiano la mentalidad y las costumbres, las leyes y las estructuras de la comunidad en que viven (P.P.81).
Estas orientaciones generales se concretan en el Motu Proprio de Paulo VI “Justitia et Pacem”, 10 de diciembre de 1976, por el que confirma la Comisión establecida “ad experimentum”, que realizó importantes estudios de los documentos de la doctrina de la Iglesia a partir de Gaudium et Spes y precisa las tareas de la misma. Los principales propósitos de la Comisión son: la realización de los estudios que sirvan a la acción, que a su vez sean recursos para la pastoral de evangelización. Transferir a los miembros e institutos de la Iglesia, aquellos consejos e impulsos en el obrar que tengan fuerza de testimonio cristiano; obrar de tal manera que la fidelidad a la suprema autoridad de la Iglesia sea la orientación primaria de las mentes y garantía de eficacia, al mismo tiempo que laborar en actitud ecuménica. No hay que olvidar la constante y acelerada mutación de las necesidades y los nuevos problemas y aspectos de los mismos en lo que toca a la justicia, la paz, el progreso de los pueblos y los derechos humanos. La Pontifica Comisión de Justicia y Paz (hoy Consejo Pontificio) es un ministerio de la Sede Apostólica que se ocupa de estas cuestiones, en cuanto a la doctrina, a la pastoral y apostolado, excitando al pueblo de Dios a conocerlos mejor y afrontarlos.

Las tareas de la Comisión son las siguientes:
  1. Estudio y difusión de la doctrina social del Magisterio de la Iglesia.
  2. Recoger y sintetizar los estudios sobre el desarrollo de los pueblos, la paz, la justicia, los derechos humanos, tomando en cuenta la educación, costumbres, los aspectos económico sociales, los confronta con la doctrina teológica y luego concluya sobre la ayuda que dichos estudios puedan prestar a la acción pastoral y los oficios en que se ocupen los cristianos en las diversas condiciones de lugar, nación o consorcio internacional.
  3. Dar a conocer el resultado de estos estudios e investigaciones, a todas las instituciones de la Iglesia a las cuales pertenezca conocer del asunto o pueda serles útil, que haya alguna correspondencia con las Conferencias Episcopales. Ayuda a las instituciones establecidas para realizar dichas investigaciones: Comisiones nacionales de Justicia y Paz y otras creadas o aprobadas por las Conferencias Episcopales.
  4. Constante intercambio con los dicasterios y otros ministerios de la Sede Apostólica; también con la Secretaría de Estado y la papal.
  5. Conjuntamente con los dichos dicasterios y ministerios, dar a conocer el resultado de los estudios a otros organismos o institutos existentes dentro de la Iglesia, a las Órdenes y Congregaciones religiosas, asociaciones católicas internacionales, igualmente con organismos o personas fuera de los límites de la Iglesia, o los que tratan los dicasterios y ministerios de la Sede Apostólica, como con otras iglesias y comunidades cristianas, religiones no cristianas; asociaciones que tengan propósitos semejantes a la Comisión.
  6. Investigar lo que atente contra la justicia, las lesiones a los derechos humanos, las injusticias sociales que nunca se investigaron de manera objetiva y plena; expresar la solidaridad cristianas con aquellos que sufren de las injusticias, cuando la gravedad del caso y sus condiciones lo aconsejen y después de conferir con la Secretaría de Estado.
La Pontificia Comisión de Justicia y Paz se integra por los cardenales, obispos, clérigos y laicos nombrados por el Sumo Pontífice por un quinquenio. Será presidida por un Cardenal, a quien auxiliarán un Secretario y Subsecretario. Igualmente el Sumo Pontífice nombrará por un quinquenio a consultores, clérigos y laicos versados en doctrina y acción social de la Iglesia.

Los miembros se reúnen en asamblea general una vez por año.

La Comisión Ecuatoriana de Justicia y Paz, luego de su creación en el año 1970, inicia sus actividades inspirada por la Encíclica Populorum Progressio, y los lineamientos señalados por ella para la Comisión Pontificia de Justicia y Paz. Es un lugar de encuentro y coordinación entre las diversas organizaciones que la constituyen, dedicadas a afrontar los problemas sociales a favor de los trabajadores y campesinos, apoyando su organización, prestando servicios, sirviendo de puente entre los marginados, carentes de poder y las instituciones gubernamentales obligadas a afrontar la cuestión social. Realiza estudios sobre la realidad nacional, sirviendo a la Iglesia Jerárquica suministrando el resultado de esos estudios. Difunde la doctrina social de la Iglesia, inspirando en ella la acción de sus miembros. La acción se realiza asimismo por sus miembros, dando testimonio de la presencia Iglesia, Pueblo de Dios, en el servicio a los pobres.
De entre las organizaciones fundadoras desaparecen la “Asociación Desarrollo y Paz”, la Fundación Ecuatoriana de Desarrollo (FED), e ingresan posteriormente otras instituciones: el Instituto Ecuatoriano de Formación Social (INEFOS), se retira y entra en crisis, tomando hoy su lugar algunos dirigentes sindicales, miembros constituidos por personas naturales, como se encuentra previsto en los Estatutos.
La Comisión al finalizar la primera época afronta una crisis que logramos superar con la eficaz colaboración del señor José Tonello y con la presencia como Secretario y Directos Ejecutivo del Dr. Enrique Galarza, hoy Presidente.
Durante la primera época presidió la Comisión el Dr. Gonzalo Cordero Crespo de INEDES. En ella se aprobaron por parte de la Conferencia Episcopal los Estatutos. Contamos con la presencia de los delegados de la misma, en varios períodos. Se realizó la segunda semana social –ya que la primera, en 1945 fue iniciativa del P. Inocencio Jácome O. P. y tuvo vinculación con la primera central sindical CEDOC-.

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