Con los ojos fijos en Él
en la realidad y la fe
Comisión ecuatoriana Justicia
y Paz
carta No. 302 – 17 de agosto 2025
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¡El pueblo clama por salud!
“Son situaciones diferentes, pero ante las que nos
hacemos la misma pregunta: ¿cómo es posible que la vida de un niño acabe así?
No. No es aceptable y debemos resistirnos al acostumbramiento. La infancia
negada es un grito silencioso que denuncia la injusticia del sistema económico,
la criminalidad de las guerras, la falta de atención médica y de
escolarización”. (Papa Francisco, en la Cumbre Mundial sobre los derechos de
los niños, 3 feb 2025).
Recibimos conmovidos la noticia de
que, en julio, 18 niños recién nacidos murieron en un hospital público de
Guayaquil, supuestamente por negligencia del Estado que no proveyó los recursos
necesarios para el mantenimiento y limpieza de las instalaciones. La rápida
propagación de bacterias terminó causando la muerte de los pequeños
hospitalizados.
La negativa del ministro de Salud
frente a este hecho en la Asamblea Nacional reveló la magnitud de los problemas
que enfrenta nuestro sistema sanitario. Este año las muertes han sido muchas
más. Hace pocos meses fallecieron varios niños en la Amazonía. Médicos,
enfermeras y personal hospitalario repiten: “No se puede tapar el sol con un
dedo”. Lo sucedido en Guayaquil no es un hecho aislado: es la muestra de lo que
pasa en hospitales de todo el país, especialmente en las provincias más pobres
y marginadas.
En algunos centros de salud no hay
medicinas ni alimentación suficientes, equipos médicos permanecen dañados por
falta de mantenimiento, y no existen insumos básicos para garantizar la
asepsia. La mala administración, el financiamiento insuficiente y la corrupción
agravan el panorama. Muchas familias reclaman la muerte de sus seres queridos
por falta de atención en las dializadoras, o porque hospitales privados dejaron
de recibir pacientes debido a las deudas del Estado. Algunos hospitales y
clínicas están al borde de cerrar porque el Ministerio de Salud, el IESS y el
SOAT no han pagado los servicios prestados.
A esto se suma la decisión del
gobierno de terminar contratos de personal sanitario bajo el argumento de que
“no son necesarios”, cuando la realidad demuestra todo lo contrario: se
requieren más profesionales de la salud para atender a la población.
Mientras tanto, la violencia en las
calles ocupa la atención oficial, pero no se reacciona con la misma urgencia
frente a las muertes que se producen en hospitales por la falta de atención
adecuada. Como sociedad hemos empezado a normalizar esta tragedia. La
indolencia parece haberse instalado en el tejido social: autoridades, sectores
de la Iglesia y de la ciudadanía en general muestran escasa capacidad de
reacción. La pregunta que resuena es: ¿qué haríamos si uno de esos muertos
fuera de nuestra propia familia?
El gobierno concentra esfuerzos en
justificar un paquete de leyes “económicas urgentes” —muchas de ellas
inconstitucionales—, mientras descuida temas vitales como salud, educación y
servicios básicos. Para propaganda, marchas y viajes hay fondos; para garantizar
derechos esenciales, apenas migajas.
La salud del pueblo debe ser
prioridad. El Estado está obligado a asignar presupuesto suficiente y oportuno
para resolver las graves falencias actuales: medicinas, insumos, equipos en
funcionamiento, subcentros abiertos los siete días de la semana, ambulancias
operativas, hospitales limpios y seguros. Se trata de asegurar una atención
digna y eficiente, como corresponde a todo ser humano.
Son
demasiadas las cosas que van en contra de la Ley de Dios y de la justicia
humana. Nos preocupa que la gente tenga que sufrir aún más para reconocer que
vamos por un camino equivocado, que no conduce al bien común. La tarea es de
todos: trabajar con decisión para que el pueblo deje de clamar por una salud
oportuna, eficiente y digna. #ComuniquemosEsperanza
Con los ojos fijos en El, en la realidad y la
fe" es una publicación de la Comisión ecuatoriana Justicia y Paz,
resultado de reuniones periódicas de los miembros de la Comisión para analizar,
reflexionar y proponer alternativas, a través de estas cartas.
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