Empecemos con la templanza
Silvana Ramos
El Adviento es un tiempo de espera.
Personalmente es una época que disfruto mucho, no necesariamente
porque implica la celebración de la Navidad, sino porque es un
tiempo de expectativa, de estar vigilantes, así como nos decía el
Evangelio el domingo pasado.
La Templanza
La templanza es una virtud de la que
se habla poco y se sabe menos, sin embargo, es fundamental en
nuestras vidas. «Es aquella fuerza interior que nos ayuda a ordenar
nuestros estados de ánimo, de manera que se expresen con armonía,
proporción y serenidad». Es esa capacidad que nos permite
experimentar la paz de espíritu. Es una virtud que tiene que
ver con el conocimiento y el dominio de uno mismo, lo que
se irradia a los demás, creando un ambiente acogedor, templado,
seguro y suave. Esta es una virtud que, para hacerla crecer,
necesitamos relacionarnos con nosotros mismos, es ahí donde radica
la dificultad. Aquí algunos consejos.
1. Empieza en la intimidad de la
familia
Como todo aprendizaje, el mejor lugar
para empezar a aprender es la familia. Son los padres los primeros en
inculcar con el ejemplo las virtudes. Y en este sentido la templanza
se evidenciará en el ambiente de seguridad, calma y afecto que se
les de a los niños, así como en el trato cotidiano. El amor
bueno y recto es el camino seguro hacia la templanza. Un camino donde
el egoísmo no tiene cabida.
2. Aprecia la austeridad
En esta época del año la austeridad
parece un concepto inexistente. Los regalos, las fiestas, los
banquetes y los adornos están a la orden del día. Voltear la mirada
hacia la austeridad puede
parecer difícil, sin embargo, el ser austero implica mirar hacia
adentro y hacerse la pregunta: ¿realmente necesito esto o es
simplemente por el gusto de tenerlo o aparentar?
3. Aprende a moderar el gusto
Y esto tiene que ver con el punto
anterior. Muchas veces, le hacemos más caso a lo que nos gusta que a
lo que tenemos o necesitamos hacer. Recordemos que no porque nos
guste hacerlo es necesariamente bueno. A veces, puede gustarnos algo
que es nocivo para nosotros, yéndonos a un extremo, la adicción a
las drogas ilustra muy bien a lo que me refiero. En lo cotidiano
podemos tener ciertas “adicciones” que vencer. Empecemos con
pequeñas renuncias como, por ejemplo, dejar de comer en exceso
o solo lo que nos agrada, moderar la forma de vestirnos o estar
excesivamente pendiente de ella, etc.
4. Protege y cultiva los momentos de
silencio
Las nuevas tecnologías han traído
muchos beneficios, pero hemos llegado al punto en que estamos
constantemente conectados con ellas, recibiendo y enviando
información de todo tipo, todo el tiempo. En esta situación, el
silencio es el gran ausente. Empezar a buscar espacios en los
que aprendamos a hacer silencio es fundamental. La oración es
buen momento para empezar.
5. Dale espacio a tu crecimiento
espiritual
Y aquí no me refiero a estudios tipo
las matemáticas o el cálculo, sino empezar a estudiar temas
que te enriquezcan en tu crecimiento personal, tales como el
arte, la música, los temas de fe y conocimiento personal. Conocer
los distintos caminos espirituales del a Iglesia, las virtudes, la
Palabra de Dios, etc., todo eso te ayudará para tener más claro tu
propio camino de conversión y acercamiento al Señor.
6. Aprende a observar
La templanza es una virtud, que si
bien, tiene que ver con la relación que uno tiene consigo mismo,
nada tiene que ver con el egocentrismo y mucho menos con el egoísmo.
Aprende a observarte y a observar a los demás desde una mirada
compasiva y comprensiva de la realidad. Aprende a buscar en cada
detalle concreto de tu vida, qué es lo que quiere Dios de ti.
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