La educación es un don, pero no solo para uno mismo
El papa Francisco invitó este
jueves a los jóvenes estudiantes inmigrantes a ser “centinelas
del amanecer”, citando una célebre frase de san Juan Pablo II. Y
les exhortó que esto sea cada día “con los ojos dirigidos a
Cristo y a la historia”, para así “anunciar la salvación de
Jesús” y llevar “su luz en un mundo que con mucha frecuencia
está oscurecido por las tinieblas de la indiferencia, del egoísmo y
de la guerra”.
El Papa en sus palabras reconoció
que “los desafíos morales que es necesario afrontar son muchos y
no es siempre fácil luchar para afirmar la verdad y los valores,
especialmente cuando uno es joven”, y que deben recordar que “con
la ayuda de Dios y la sincera voluntad de hacer el bien, todo
obstáculo puede ser superado”. Y les exhortó: “no se detengan
nunca ni se desanimen, porque el Espíritu de Cristo les guiará si
escuchan su voz”.
El Santo Padre advirtió
entretanto que “a la concepción moderna del intelectual
empeñado en la realización de sí mismo”, es
necesario “contraponer un modelo más solidario que se ocupe
del bien común y de la paz”. Y les recordó que poder estudiar es
un don, y también una responsabilidad.
Añadió que además el hecho de
estudiar en un país diverso al propio, de aprender nuevos idiomas,
usos y costumbres, les “permite mirar el mundo desde otra
perspectiva” hacia “quien es diverso”, lo que les lleva a ser
“más tolerantes y hospitalarios”.
Francisco reiteró que las escuelas y
universidades “son un ámbito privilegiado” hacia “un mundo más
solidario” y para “llevar adelante un empeño de evangelización
de manera interdisciplinaria e integrada”.
Por esto a los docentes y
trabajadores pastorales, el Papa les invitó “a infundir en los
jóvenes el amor por el evangelio, la ganas de vivirlo concretamente
y de anunciarlo a los otros”. Y que este crecimiento “sea
un punto de partida para que una vez regresados a su país de origen
den su contribución calificada” también “para transmitir la
alegría de la Buena Noticia”. Para ello, precisó, “es necesaria
una educación que enseñe a pensar críticamente y que ofrezca un
recorrido de maduración en los valores”.
Que los jóvenes decidan ir a
estudiar al exterior “es cosa buena y fecunda”, en cambio
dolorosa cuando los que tienen preparación “abandonan el propio
país porque faltan adecuadas posibilidades de inserción”.
Los estudiantes internacionales son
un fenómeno que se ha intensificado a causa de la globalización, y
es necesario evitar los mecanismos de defensa delante de la
diversidad, como las murallas interiores que no permiten de mirar al
hermano en los ojos y darse cuenta de sus reales necesidades. Porque,
advirtió Francisco, también entre los jóvenes puede insinuarse la
globalización de la indiferencia.
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