Era uno de aquellos eventos a los cuales dudé en asistir. Tenía un fuerte resfriado, recién cerca de las diez de la noche del día anterior -y luego de dejar a la familia dormida- pude revisar el discurso, para darme cuenta a esa hora de que faltaban importantes cifras. Pese a todo, pasada la medianoche le envíe las correcciones y los respectivos pedidos de información a mi asistente. La mayor duda era que ya habíamos graduado a 5.000 jóvenes y adultos en el programa de bachillerato acelerado.
Tenía razón. No lo recordaba, pero
hacer todas estas verificaciones desde un incómodo vehículo,
siempre me estresa y tengo que luchar para no perder la alegría.
Cuando llegué a Fedenador en Guayaquil, lugar del evento, mientras
caminaba hacia el escenario, preguntaba sus historias a los
jóvenes que repletaban el auditorio. Algunos tuvieron que dejar los
estudios por la necesidad de trabajar. Otros, fueron padres o
madres adolescentes.
Todos, llenos de una gratitud
infinita por la oportunidad de completar su bachillerato en apenas un
año. La energía positiva flotaba en el ambiente.
Pero lo más intenso de la
jornada fue cuando en el acto de inauguración del año lectivo
intervino Lesly, la mejor graduada del llamado plan piloto. Bastaron
pocos minutos para descubrir su madurez, su serenidad, su
profundidad, su brillantez. Hija de un betunero y a sus 24 años con
una niña de 4, decidió obtener su bachillerato, después de haber
dejado el colegio para ayudar económicamente a su familia. En su
intervención, con hermosas y sencillas palabras, contó lo duro que
fueron los estudios, cómo se apoyaban mutuamente entre
compañeros, y sus deseos de ser profesional para poder dar a sus
padres e hija un mejor lugar donde vivir. Cuando finalizó su
extraordinario y sentido discurso, fui a darle un gran abrazo.
Ante mis preguntas, me contó que
vivía con sus padres en una casa de caña en una cooperativa detrás
de Samanes, y que deseaba convertirse en ingeniera en turismo. Tuve
que empezar mi intervención agradeciendo sinceramente a los jóvenes
presentes por la lección de vida que nos estaban dando, y
contándoles lo pequeñito que me sentía frente a personas como
ellos.
Durante el discurso de Lesly, me
preguntaba dónde estaría ahora una chica tan capaz si hubiera
gozado de adecuadas oportunidades, pero gracias a la Patria nueva, sí
sé dónde estará dentro de poco: ella tendrá una beca de la
Revolución Ciudadana para que estudie donde desee, así como una
casa segura para que la disfrute junto a su hija y sus padres.
Siempre rendiremos tributo al
esfuerzo y a la excelencia. Por las Leslys de la Patria, todo valió
la pena.
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